Afganos expulsados acceden a nuevas oportunidades laborales en Qatar bajo el régimen talibán

En medio del desempleo y las expulsiones masivas desde Irán y Pakistán, miles de afganos encuentran esperanza en los acuerdos laborales del Talibán con países del Golfo

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Una creciente migración forzada y la búsqueda de estabilidad

En el caos geopolítico que enfrenta Afganistán, una nueva iniciativa desarrollada por el gobierno talibán está ofreciendo un rayo de esperanza para miles de afganos desempleados: la posibilidad de trabajar en Qatar. Esta medida surge en un momento crítico en el que más de dos millones de afganos han sido expulsados de Irán y Pakistán solo en 2025, en campañas que, aunque niegan discriminar, han afectado desproporcionadamente a refugiados afganos.

Según reportes del Ministerio de Trabajo del Talibán, 1,800 afganos fueron registrados recientemente para participar en el programa de visas laborales con Qatar. El proceso tuvo lugar en cuatro importantes ciudades del país: Kabul, Kandahar, Herat y Nangarhar, abarcando exclusivamente a quienes acaban de ser repatriados forzosamente.

Una estrategia de supervivencia económica

La economía afgana ha estado en caída libre desde el regreso del Talibán al poder en agosto de 2021. El aislamiento diplomático, la retirada de ayudas internacionales —una fuente crítica de ingresos— y la parálisis del sistema bancario redujeron drásticamente el número de empleos disponibles.

Frente a este panorama, las autoridades talibanes han recurrido al envío formal de mano de obra al extranjero como medida para aliviar el desempleo y generar flujo de remesas. Samiullah Ibrahimi, portavoz del Ministerio de Trabajo, explicó que los trabajadores registrados tendrán acceso a visas de trabajo para 22 sectores diferentes, incluidos los sectores de limpieza, construcción, hostelería y alimentación en Qatar. Agregó también que se están manteniendo negociaciones paralelas con países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Turquía y Rusia.

“En Afganistán no hay trabajo, hay escasez de oportunidades”, dijo Poyan Ahmadi, uno de los solicitantes. “Esperamos que el gobierno talibán extienda negociaciones con más países; todos queremos una vida mejor”.

Qatar, entre el pragmatismo y el simbolismo

Qatar ha sido históricamente una nación influyente en la política afgana. Fue sede de las negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes que condujeron a la retirada estadounidense en 2021. Ahora, el país del Golfo da un paso más allá abriendo sus puertas a trabajadores afganos bajo un marco legal que formaliza el flujo migratorio laboral.

En 2024, según datos oficiales del Departamento de Estadísticas de Qatar, más del 88% de la población total del país era extranjera, y de esa cifra, el 25% provenía del sur de Asia. Para muchas empresas qataríes, los trabajadores afganos representan una fuerza laboral joven, desesperada por ganar y sin muchas exigencias contractuales.

Los desafíos de los acuerdos laborales bajo el Talibán

Aunque esta política ha sido bien recibida por miles de familias afganas, también despierta serias dudas sobre su sostenibilidad y transparencia. Organismos de derechos humanos han expresado inquietud por la posible explotación, dado que muchos de los retornados no tienen documentos oficiales ni protección legal.

Human Rights Watch ha advertido que “sin supervisión efectiva, estos acuerdos podrían convertirse en otra forma de trabajo forzoso encubierto, especialmente considerando el historial del régimen talibán en relación con la autonomía individual y los derechos laborales.”

Otro aspecto relevante es que los registros y selecciones están siendo gestionados exclusivamente por los talibanes, sin presencia de observadores internacionales, lo cual puede prestarse a favoritismos y corrupción.

Un éxodo precedido por el rechazo

La necesidad de este puente laboral con Qatar no se puede entender sin analizar el contexto que provocó el regreso masivo de afganos. En 2025, Irán y Pakistán intensificaron campañas contra la migración irregular, impulsadas según expertos por factores económicos y la presión política interna en ambos países.

Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 350,000 afganos fueron deportados desde Irán y 1.6 millones desde Pakistán en el último año fiscal. Si bien los gobiernos insisten en que están combatiendo la inmigración ilegal, organismos humanitarios denuncian arbitrariedades, maltratos y falta de due process.

Remesas como motor silencioso de la economía afgana

Uno de los resultados esperados de estos acuerdos será el incremento de remesas. Incluso bajo regímenes inestables, las transferencias internacionales consiguen sostener comunidades enteras. Según cifras previas al regreso del Talibán, las remesas constituían hasta el 4% del PIB de Afganistán, y se espera que esta cifra aumente significativamente con la oficialización de más programas laborales.

No obstante, tal crecimiento dependerá de la viabilidad logística y legal del viaje, la calidad de las condiciones laborales en Qatar y la disposición de terceros países para establecer acuerdos semejantes.

Un nuevo rostro migratorio: del exilio hacia el Golfo

Tradicionalmente, las corrientes migratorias afganas se dirigían a Europa, Irán y Pakistán, pero el nuevo patrón emerge dentro del mundo árabe del Golfo, con un trato mucho más asimétrico y ligado directamente a la política y la economía de corto plazo.

Las historias de quienes hacen fila para una visa en Kabul o Kandahar reflejan una generación atrapada entre el autoritarismo islamista, la hostilidad fronteriza y las aspiraciones de una vida mejor.

Para muchos jóvenes varones, estos contratos laborales representan mucho más que una entrada de dinero: son una oportunidad para huir del sistema patriarcal obligatorio de alistamiento, frustración educativa y vigilancia religiosa.

La paradoja del Talibán como facilitador migratorio

Que sea el régimen talibán quien negocie y facilite el éxodo laboral puede parecer contradictorio, considerando su retórica autarkista y nacionalista. Sin embargo, esto responde a una lógica práctica: menos presión demográfica en las ciudades, menos desempleo visible y una forma de mostrar "gestión estatal" al mundo.

Incluso con todo su discurso antioccidental, los talibanes parecen dispuestos a usar todos los canales posibles para mantener cierta funcionalidad económica. Esto incluye permitir que jóvenes afganos trabajen en países que integran coaliciones militares en su contra, como Qatar y Arabia Saudita.

Mirando al futuro

Con el anuncio de más registros laborales para septiembre y octubre, la diáspora laboral afgana podría convertirse en un fenómeno estructural durante los próximos años. Si otros países replican los acuerdos de Qatar, este modelo podría redesarrollar el concepto de migración económica en estados fallidos, donde ni el exilio político ni el asilo humanitario son suficientemente accesibles.

Mientras el resto del mundo debate si debe o no reconocer al régimen talibán, los migrantes buscan soluciones prácticas: un boleto de avión, un visado estampado, y la posibilidad de mandar dinero a casa.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press