Alaska en la mira del deshielo: entre inundaciones históricas y tensiones geopolíticas

La capital de Alaska enfrenta dos crisis simultáneas: el deshielo del glaciar Mendenhall amenaza con récords de inundaciones mientras la historia del estado resuena en una cumbre Trump-Putin marcada por la controversia

Junau y el glaciar que cada verano desborda la historia

En los últimos años, Juneau, la capital de Alaska, ha vivido un drama climático recurrente: las inundaciones provocadas por un fenómeno conocido como Glacial Lake Outburst Flood (o GLOF por sus siglas en inglés), genera crecidas súbitas del río Mendenhall debido a la ruptura de presas naturales de hielo creadas por el glaciar homónimo.

Este 2025, sin embargo, el evento promete ser el más destructivo hasta la fecha. Las autoridades meteorológicas han anticipado que el nivel del agua podría alcanzar entre 16.3 y 16.8 pies (entre 4.96 y 5.12 metros), superando el récord de 2024, que había alcanzado los 15.99 pies (4.9 metros).

El Mendenhall Glacier: una postal turística convertida en amenaza estacional

A tan solo 19 kilómetros de Juneau, el glaciar Mendenhall es más que una atracción turística pintoresca. Es un recordatorio vivo de la fragilidad climática. A lo largo del año, el glaciar actúa como una presa de hielo que retiene agua proveniente de la lluvia y el deshielo de otro glaciar más pequeño ubicado cerca. Con la presión acumulada, eventualmente el agua encuentra escape, generando súbitas y violentas inundaciones en la cuenca.

Desde 2011, este fenómeno ha causado daños considerables. Las estadísticas del Centro de Ciencias de Adaptación Climática de Alaska indican que un solo evento de desborde puede liberar hasta 15 mil millones de galones de agua, lo equivalente a más de 23,000 piscinas olímpicas, impactando áreas residenciales completas.

El evento de 2024 dañó cerca de 300 residencias. Este año, el peligro acecha a más de 460 propiedades.

Infraestructura de emergencia y frustración ciudadana

Para mitigar los impactos de este 2025, las autoridades locales, estatales y federales han colaborado para erigir un levee temporal de 4 kilómetros a lo largo del río Mendenhall. Compuesto por más de 10,000 barreras Hesco (una suerte de costales de arena gigantes), este sistema busca contener hasta inundaciones de 18 pies de altura (5.5 metros).

Pero no todos están satisfechos. Algunos residentes consideran inaceptable que una solución permanente, como un dique formal, esté todavía en estudio por parte del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos. El proceso, dicen, podría tardar décadas, cuando cada verano la amenaza crece.

Del desastre climático a la geopolítica: la cumbre Trump-Putin

Mientras Juneau se protege del agua, Alaska se posiciona en el centro del tablero internacional. Este 2025 marca un nuevo capítulo en la ya densa historia política de la región: Donald Trump y Vladimir Putin se encontrarán en suelo alasqueño para una cumbre de alto perfil.

Putin no pisaba suelo estadounidense desde 2015, y su presencia en territorio que una vez perteneció a Rusia ha generado disconformidad. La relación entre Alaska y Rusia es profunda: desde los cazadores de pieles siberianos en el siglo XVIII hasta el llamado “Seward’s Folly”, cuando Estados Unidos compró Alaska por apenas $7.2 millones en 1867. Una decisión que, aunque incomprendida en su momento, demostró ser esencial para la hegemonía estadounidense en el Ártico.

Un territorio moldeado por la historia militar

Durante la Segunda Guerra Mundial, Alaska fue escenario de la única batalla en suelo norteamericano: la ocupación japonesa en la isla de Attu, parte de las Aleutianas. Luego, en la Guerra Fría, el temor a un ataque soviético llevó a la construcción de un sistema de radares y misiles antiaéreos en el estado.

Gran parte de la infraestructura moderna de Alaska se debe a ese periodo: caminos, bases militares y hasta ciudades planificadas se desarrollaron para hacer frente a posibles conflictos.

Con la creciente competencia entre China, Rusia y Estados Unidos por el control del Ártico —en especial por sus valiosos recursos naturales y rutas marítimas—, el Pentágono ha enviado recientemente un contingente de 130 soldados a las islas Aleutianas para reforzar su presencia ante actividades de vigilancia rusa en cercanías del territorio estadounidense.

El simbolismo de la cumbre y su mensaje político

La elección de Alaska como sede del encuentro entre Trump y Putin ha sido criticada por diversos actores políticos y expertos internacionales. Nigel Gould-Davies, exembajador británico en Bielorrusia, lanzó una advertencia significativa:

“Es fácil imaginar a Putin argumentando en la cumbre: ‘Nosotros les dimos Alaska… ¿por qué Ucrania no puede ceder un poco de su territorio?’”

Este tipo de retórica, en un momento donde Rusia enfrenta duras críticas por la invasión de Ucrania desde 2022, resultaría simbólicamente peligroso.

En este contexto, múltiples manifestaciones se han organizado en contra de la visita de Putin. La Asamblea de Anchorage incluso suspendió su relación con su ciudad hermana rusa, Magadan, mostrando que el vínculo cultural cumple un rol lleno de matices en esta relación.

Una tierra donde Rusia nunca se fue completamente

La huella rusa en Alaska es más que anecdótica. Nombres, apellidos y templos ortodoxos permanecen en el tejido social y cultural de muchas comunidades nativo-alaskeñas. Hasta la iglesia más antigua de Anchorage es rusa, y durante el siglo XIX los misioneros rusos bautizaron a 18,000 indígenas locales.

Ese legado, sin embargo, hoy se ve reevaluado bajo una nueva lente: la de la política internacional y los efectos directos del cambio climático.

¿Hacia dónde va Alaska? Entre deshielos y decisiones globales

Alaska es hoy un microcosmos de los grandes retos del siglo XXI: una naturaleza desbordada por el cambio climático, un pasado colonial complejo y un presente geopolítico cada vez más tenso y propenso a ser instrumentalizado.

Las inundaciones causadas por el glaciar Mendenhall seguirán ocurriendo, predicen los científicos, por los próximos 25 a 60 años, mientras el glaciar siga funcionando como la represa natural del lago oculto. Cada verano traerá la misma amenaza… Y probablemente, nuevas decisiones con fondo político.

Tanto los ciudadanos de Juneau como el resto de Estados Unidos deberán comenzar a ver a Alaska no solo como un rincón remoto e impresionante, sino como el primer frente de múltiples batallas, ya sean climáticas, sociales o diplomáticas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press