Educación virtual en centros juveniles de Florida: ¿una solución que empeora el problema?

La implementación de clases en línea en centros de detención juvenil ha aumentado el aislamiento educativo y empeorado la rehabilitación de jóvenes bajo custodia

Por años, la educación ha sido considerada uno de los pilares para la rehabilitación de jóvenes en centros de detención. Sin embargo, Florida ha optado por una fórmula que, lejos de ayudar, está generando frustración, retrocesos educativos y, en el peor de los casos, más tiempo de encierro.

Una promesa de modernización que se traduce en abandono

En julio de 2024, el Departamento de Justicia Juvenil de Florida decidió trasladar la educación en sus centros de confinamiento a un modelo 100% en línea a través del Florida Virtual School (FLVS), una de las instituciones de enseñanza virtual más antiguas y grandes de Estados Unidos. La razón oficial era establecer estándares uniformes y rigurosos para todos los estudiantes detenidos, además de facilitar que pudieran continuar sus estudios tras cumplir su sentencia.

La realidad ha sido muy distinta. Diversos testimonios de jóvenes, padres, tutores, trabajadores sociales y especialistas revelan cómo la educación virtual ha fallado rotundamente a una población estudiantil con necesidades educativas, psicológicas y emocionales muy específicas. Las consecuencias no son solo académicas: se extienden a su conducta, su salud mental y la duración de sus condenas.

El caso de Cayden: entre la frustración y el apoyo inexistente

Cayden Gillespie, un joven con autismo, es uno de los rostros de esta problemática. Ingresó a la Orlando Youth Academy con la promesa de una estancia de 30 días, tras ser sentenciado por fraude con tarjetas de crédito. Sin embargo, su permanencia se extendió a 19 meses, en parte debido a los llamados "level freezes", castigos que se aplican cuando un joven perjudica el entorno disciplinario, deteniendo por varios días su avance hacia la liberación.

Según relató Cayden, muchas de estas sanciones derivaron de su frustración al no poder comprender o completar tareas en línea. En una ocasión, al fallar repetidamente un examen de preálgebra, sin supervisión capacitada para asistirlo, arrojó su escritorio contra la pared. Resultado: extensión de su condena.

La desaparición del docente presencial

Antes de la virtualización, por lo menos cuatro profesores daban clases presenciales en cada centro, adaptando lecciones para jóvenes de diversas edades. Desde la implementación del modelo en línea, esta interacción pedagógica desapareció casi por completo.

Los supervisores actuales en el aula no son docentes calificados y pocas veces pueden explicar contenidos académicos. Por su parte, los maestros de FLVS imparten clases remotas y no garantizan atención rápida ni adaptada. “Mis maestros de Zoom nunca me responden los emails ni ayudan con el trabajo. Es como si creyeran que somos niños normales. La mitad no sabemos ni lo que estamos viendo”, escribió un joven en una carta dirigida al Congreso de Florida.

Retrocesos en aprendizaje y diagnóstico

El problema se agrava en estudiantes con dificultades de aprendizaje o necesidades especiales. Xavier Nicoll, otro joven afectado, ha roto tres ordenadores portátiles en claras explosiones de frustración cuando no recibía ayuda técnica o no lograba ingresar a sus tareas online.

Su diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) exige educación especial con adaptaciones. Sin embargo, según su abuela Julie Nicoll, el sistema se niega a facilitar servicios adecuados. Xavier ingresó al centro en octavo grado y sigue estancado allí, con calificaciones que rondan el 10% o 30% en varias materias.

El colmo es el mecanismo de castigo estructural: cada vez que Xavier actuaba de forma impulsiva, era arrestado nuevamente y enviado a un centro de detención distinta, iniciando un nuevo conteo de tiempo o acumulando “dead time” – semanas de reclusión que no cuentan para su rehabilitación. Su sentencia inicial era de 6 a 9 meses y ahora se proyecta en al menos 28 meses.

Datos que respaldan la tragedia educativa

  • Desde que se aplicó el sistema de FLVS en julio de 2024, la población en los centros de compromiso juvenil pasó de 1,211 internos a 1,388 en junio de 2025.
  • El número de intervenciones verbales y físicas del personal aumentó a 2.4 por cada 100 días, en comparación con 1.8 del año anterior.
  • Las detenciones por incidentes vinculados con conductas derivadas de frustración escolar aumentaron levemente, según datos aún no completos del Departamento de Justicia Juvenil.

La transición escolar: otra promesa rota

Una de las grandes justificaciones del modelo en línea fue que los estudiantes podrían reinsertarse fácilmente a sus estudios una vez liberados. Pero incluso eso ha fallado. El propio Cayden quiso retomar sus materias con Florida Virtual School tras ser liberado, solo para descubrir que ya era tarde para registrarse en el semestre.

Nos prometieron apoyo uno a uno de un especialista en transición. Nunca nos contactaron”, dijo Robyn, madre de Cayden. El sistema público local le negó ingreso por ser “demasiado mayor” para la secundaria. ¿La única alternativa? Una escuela chárter con políticas extremadamente estrictas y sin posibilidades de transporte.

La educación virtual no es para todos

El uso de plataformas como Florida Virtual School podría ser efectivo en un entorno estructurado y con el apoyo necesario. Pero en el contexto de jóvenes con problemas conductuales, diagnósticos psiquiátricos y traumas sociales, su aplicación sin ajustes ni soporte termina siendo contraproducente.

Hay una desconexión brutal entre las intenciones burocráticas y las realidades del aula virtual”, dice Lily Thompson, consultora en justicia juvenil en Tampa Bay. “Están tratando a chicos con necesidades intensas como si fueran estudiantes universitarios con acceso a Wi-Fi, oficina tranquila y apoyo emocional”.

¿Y la verdadera rehabilitación?

John Terry, padre de Jalen Wilkinson –otro joven detenido– lo resume mejor: “Mi hijo estuvo más de un año encerrado, sin posibilidad de obtener su GED, sin clases reales. Siento que mandamos a los chicos a un limbo digital donde el castigo se disfraza de plan educativo”.

Tras su liberación en julio, Jalen sigue sin poder volver a una escuela tradicional. Su padre teme que el tiempo perdido tenga efectos irreversibles. “No hay rehabilitación, no hay reinserción. Solo castigo envuelto en una falsa promesa de educación”.

Una deuda social pendiente

El modelo de educación virtual en centros de detención juvenil fue lanzado como una iniciativa visionaria. Pero testimonios como los de Cayden, Xavier o Jalen muestran que cuando el acceso a la educación depende exclusivamente de una pantalla – sin soporte humano, adaptación pedagógica ni empatía institucional – el daño puede ser irreversible.

Florida tiene el potencial de crear un sistema que efectivamente eduque y rehabilite a sus jóvenes. Pero eso requiere escuchar a los más vulnerables, adaptar las soluciones a la realidad y, sobre todo, no usar la tecnología como sustituto de la presencia humana en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La educación debería ser un puente a la esperanza, no una barrera digital que encarcela dos veces.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press