El caso Dexter Reed: ¿justicia o impunidad?

Una nueva controversia por la actuación de unidades tácticas de la policía de Chicago reaviva el debate sobre el uso de la fuerza y el racismo institucional

Un joven afroamericano muerto a balazos en menos de un minuto

El 21 de marzo de 2024, Dexter Reed, un joven afroamericano de 26 años, fue abatido por la Policía de Chicago en un incidente que ha desencadenado protestas, indignación y una álgida conversación social sobre el uso de la fuerza policial, especialmente dentro de las comunidades negras en Estados Unidos. Reed murió tras recibir 13 impactos de bala, luego de que cinco agentes tácticos abrieran fuego más de 96 veces, incluso después de que el joven saliera del vehículo y se encontrara inmóvil en el suelo.

Según la fiscal del condado de Cook, Eileen O’Neill Burke, los hechos no constituyen un crimen conforme al Código Penal de Illinois, ya que Reed “disparó primero” con un arma obtenida ilegalmente. Sin embargo, el caso ha dejado detrás muchas más preguntas que respuestas.

¿Qué provocó realmente la parada de tráfico?

La versión inicial de la policía indicaba que Reed había sido detenido por no llevar puesto el cinturón de seguridad. Luego, abogados municipales corrigieron esa narrativa y afirmaron que fue por el uso de vidrios polarizados ilegales. Esto ha generado una desconfianza creciente en torno a la legalidad del operativo y si existía realmente una sospecha razonable para intervenir.

Los agentes involucrados iban de civil y en vehículos sin identificar, una táctica común en las unidades tácticas de la ciudad, pero que ha sido criticada frecuentemente por escalar rápidamente situaciones que podrían manejarse de forma pacífica.

Una lluvia de balas

Tras presuntamente disparar primero —con once disparos en dos ráfagas—, Reed fue abatido por una respuesta absolutamente desproporcionada de parte de la policía. Uno de los agentes disparó él solo 50 veces. En total, la policía disparó 96 veces, y algunos de esos disparos continuaron sucediendo incluso cuando Reed yacía herido e inmóvil en el suelo.

Según la oficina forense del condado de Cook, las balas que impactaron a Reed alcanzaron zonas vitales, incluyendo el pecho y las piernas. Lo más escandaloso es que, según la familia, los policías no prestaron ayuda médica inmediata mientras la víctima se desangraba.

La respuesta de las autoridades

“La decisión de no presentar cargos no se ha tomado a la ligera”, dijo la fiscal Burke. Insistió en que las pruebas eran concluyentes: Reed disparó primero, y los agentes actuaron “justificadamente”. No obstante, evitó pronunciarse sobre la táctica usada por los oficiales, recalcando que esa no era la función de su oficina.

Esta declaración ha sido duramente criticada por la comunidad activista e incluso por figuras del ámbito legal y de derechos civiles, quienes consideran que la fiscalía evade deliberadamente analizar la estrategia policial y pone en peligro la seguridad de ciudadanos inocentes.

La familia de Dexter Reed exige justicia

La familia de Reed no ha permanecido callada. Representados por el abogado Andrew Stroth, han interpuesto una demanda por homicidio culposo y denunciado el uso de tácticas violentas por parte de las unidades tácticas de la Policía de Chicago.

“Este caso no trata solo de Dexter, sino de un patrón y una práctica inconstitucional dentro del Departamento de Policía”, declaró Stroth. Para su entorno familiar, Reed era un joven prometedor, exjugador de baloncesto en la escuela y en la universidad, que aspiraba a ser comentarista deportivo. Recientemente se había estado recuperando de una herida causada por un tiroteo en 2021 y sufría de estrés postraumático.

Los paralelismos con Laquan McDonald

Este nuevo caso recuerda al escandaloso asesinato de Laquan McDonald en 2014, otro joven afroamericano de 17 años que fue baleado 16 veces por un oficial de policía en circunstancias igualmente discutibles. Esa tragedia desencadenó un plan de reforma bajo supervisión judicial para la policía de Chicago, que claramente no ha sido implementado con efectividad, tal como muestran los hechos recientes.

La muerte de McDonald provocó protestas masivas y puso la lupa sobre la violencia policial en la ciudad. Empero, diez años después, un nuevo caso vuelve a cicatrizar heridas aún abiertas. ¿Qué tan efectivas han sido realmente esas reformas? La ciudadanía merece respuestas.

El poder y los peligros de las unidades tácticas

Las unidades tácticas —conocidas como Tactical Response Units— fueron creadas para actuar en zonas de alta criminalidad y realizar acciones preventivas. Sin embargo, su modus operandi ha sido cada vez más cuestionado.

  • Operan muchas veces de civil y en vehículos sin identificación
  • Realizan detenciones y abordajes sin orden judicial
  • Tienden a recurrir a la fuerza rápidamente

Todo ello crea un entorno de gran ambigüedad legal y hace que muchas intervenciones se parezcan más a emboscadas urbanas que a patrullajes preventivos. De acuerdo con expertos en criminología y Derechos Humanos, estas unidades son la cara más peligrosa de la policía comunitaria.

Políticas de seguridad vs racismo sistémico

Una y otra vez, los métodos policiales —especialmente en grandes ciudades como Chicago, Nueva York, Los Ángeles— replican dinámicas racistas y desproporcionadas hacia comunidades afroamericanas y latinas. La paradoja está en que quienes más desconfían de la policía, también son quienes más necesitan protección real contra la violencia armada cotidiana.

En 2022, el 32% de las víctimas de violencia policial en EE.UU. eran afroamericanos, a pesar de ser solo el 13% de la población (Mapping Police Violence). En Chicago, estos números son todavía más alarmantes, con una tasa de uso de fuerza cuatro veces superior contra ciudadanos negros frente a los blancos.

La doble cara de la justicia

La decisión de no formular cargos ha encendido nuevas llamas en una ciudad marcada por el desencanto. Activistas señalan que el sistema de justicia penal continúa protegiendo agresivamente a los suyos, incluso cuando las pruebas evidencian una brutal desproporción en el uso de la fuerza.

Como señala la investigadora en criminalística Alexandra Foster, "Nos han enseñado a ver a los policías como héroes, pero en demasiados casos se comportan como jueces y verdugos sin consecuencias institucionales".

Este caso también plantea preguntas sobre el funcionamiento mismo de las fiscalías locales: ¿hasta qué punto existe verdadera independencia cuando se evalúa el accionar policial? ¿Qué mecanismos permiten romper con décadas de encubrimientos sistemáticos?

¿Hacia dónde vamos?

Tras la muerte de George Floyd en 2020, se prometieron cambios estructurales en la forma en que se concibe y ejecuta la seguridad pública en EE.UU. Sin embargo, sucesos como el de Dexter Reed demuestran que esos cambios han sido más discursivos que reales.

Mientras no se revise profundamente la cultura policial, los protocolos para operaciones tácticas, y se audite con independencia cada caso de uso excesivo de la fuerza, ciudades como Chicago seguirán siendo escenario de lo que muchos califican como una guerra no declarada contra los jóvenes afroamericanos.

Porque la pregunta sigue siendo: si tirar 96 balas contra un joven que huye —y continua disparando cuando está caído— no constituye un crimen, ¿entonces qué lo es?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press