El escándalo de Kenshin Kamimura: Entre la cultura del fandom y la responsabilidad

El veredicto de agresión contra la exestrella de J-pop despierta debate sobre el culto a las celebridades en Asia

Por años, Kenshin Kamimura fue un nombre querido del J-pop, especialmente como miembro del grupo ONE N’ ONLY. Sin embargo, su reciente condena por agresión indecente en Hong Kong ha desatado no solo controversia judicial, sino una serie de reflexiones sobre la cultura del fanatismo, la justicia y el papel de las figuras públicas en Asia.

Un ídolo que cayó en desgracia

El pasado miércoles, en un fallo que captó la atención mediática desde Tokio hasta Shenzhen, el tribunal de Hong Kong declaró culpable a Kamimura por agredir de manera indecente a una intérprete durante una cena en marzo. La víctima testificó que el cantante le tocó el muslo repetidamente y la invitó al baño, a lo que ella se negó explícitamente mencionando que tenía novio.

El juez Peter Yu consideró que los actos del artista llevaban "una intención lasciva implícita" y que el contacto físico fue de naturaleza "acariciante y sexualizada". Pese esto, Kamimura fue multado con 15,000 dólares hongkoneses (unos 1,900 dólares estadounidenses) y no recibió condena de cárcel. La pena máxima posible para este tipo de delito en Hong Kong es de 10 años tras las rejas.

Cuando las lágrimas vienen del público

Tras el veredicto, varias fans presentes en la sala de audiencia rompieron en llanto, mientras que otros simpatizantes formaban largas filas en el tribunal para acceder a una plaza. Algunos de ellos habían viajado desde Japón y China continental, no solo para apoyar a Kamimura, sino también para entender mejor el caso que ha causado todo tipo de opiniones online.

Betty Zhong, una universitaria de Shenzhen, explicó: “Las noticias no siempre son completas. Vine a Hong Kong para comprender el caso totalmente, para tener contexto de ambas partes”. La atención incluso entre espectadores no fanáticos ha sido significativa, impulsando a muchos a cuestionarse cómo procesar mediáticamente este tipo de juicios cuando involucran a figuras reconocidas.


La peligrosa devoción del fandom asiático

Asia, en particular Japón, Corea del Sur y China, es famosa por presentar una cultura de idolatría hacia celebridades que raya en la obsesión. En Japón, donde Kamimura cimentó su carrera, los idols no solo son artistas o intérpretes, sino verdaderos productos de una industria que se esfuerza en mantener una imagen impoluta de cercanía, carisma y conducta ejemplar.

Este caso ha visibilizado los riesgos que representa esta cultura cuando colisiona con la justicia. No es la primera vez que un escándalo sexual sacude el mundo de los idols japoneses. En 2019, la agencia Johnny & Associates, una de las más poderosas del país, enfrentó acusaciones de abusos sexuales sistemáticos perpetrados por su fundador Johnny Kitagawa por décadas. Sin embargo, por años la industria y medios guardaron silencio.

Así como ocurrió con Johnny, muchos fans se resisten a aceptar estas realidades incómodas. El fenómeno de la negación formaliza la idea de que la imagen del ídolo, creada artificialmente, es más poderosa que la persona misma. No sorprende, por tanto, ver que una parte significativa del fandom de Kamimura lo haya defendido incansablemente, apelando a su carisma, popularidad pasada o “injusticia” del proceso.

¿Cómo se maneja la responsabilidad pública?

Algunos defensores del cantante argumentaron en tribunales que la acusación era exagerada o malinterpretada por parte de la intérprete. Aun así, el juez respondió con claridad afirmando que el contacto fue reiterado y con fín sexual.

Si bien Kamimura se salvó de una pena más dura, la pregunta fundamental sigue en el aire: ¿debe un ídolo tener una mayor carga de responsabilidad moral y legal? Desde numerosas perspectivas, la respuesta parece ser sí. Cuando una figura pública tiene influencia directa sobre millones de jóvenes, especialmente adolescentes, su actitud debe reflejar esa responsabilidad.

Ejemplos recientes incluyen casos como el de Seungri, exestrella de BigBang en Corea del Sur, quien fue condenado por su participación en un escándalo de prostitución, sobornos y apuestas. O el reciente caso del actor chino Kris Wu, condenado por violación y actualmente cumpliendo sentencia. En todos estos casos, la caída de la imagen pública ha sido dramática y con mayor o menor grado de consecuencias legales.

¿Y la agencia?

En marzo, tras recibir la denuncia en Hong Kong, la agencia de Kamimura decidió rescindir su contrato. “Violation grave de cumplimiento”, fue el término que usaron. La industria japonesa, aunque construye y protege a sus ídolos, suele ser rápida al cortar lazos al primer signo de escándalo. Esto genera un ciclo de creación-destrucción que alimenta aún más el morbo mediático y el consumo emocional.

El caso también abre interrogantes sobre si las agencias realmente educan a sus talentos sobre ética, consentimiento y relaciones interpersonales más allá del entrenamiento estético y musical. ¿Hay una verdadera cultura de integridad dentro del sistema?

Consecuencias sociales y culturales

Más allá del impacto en la vida personal y carrera de Kamimura, lo que ha quedado en evidencia es lo profundamente dividida que puede estar la opinión pública cuando una figura amada enfrenta la ley. La víctima de este caso ha recibido oleadas de críticas por parte de fans en redes sociales, lo que refleja el persistente problema que enfrentan las mujeres al denunciar este tipo de agresiones.

La presión que enfrentan para probar su palabra ante la celebridad de un hombre es enorme. Como sociedad global, se sigue debatiendo si la cultura de la fama protege demasiado a quienes la disfrutan. Y en Asia, donde el respeto por figuras de autoridad y celebridad suele ser superior, este tipo de juicios suelen tener ecos mucho más potentes y complejos.

¿Una oportunidad para educar?

Lejos de ser simplemente “el escándalo de un ídolo”, este caso representa una oportunidad para entablar diálogos profundos sobre el consentimiento, la justicia y la cultura del fanatismo. Es un momento clave para que industria, seguidores y medios recapaciten. La victoria no es el castigo de una estrella, sino la posibilidad de que los escenarios de agresión se aborden con seriedad, igualdad y perspectiva de género.

Como dijo Venus Williams en otro contexto distinto, pero igual de potente: “No puedes ganar fuera de la cancha si no estás dispuesto a luchar dentro de ella por lo que es justo”. Que esta máxima inspire no solo al mundo del deporte, sino también al del entretenimiento global.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press