El regreso de la Guerra Fría: Trump, Putin y la geopolítica del Ártico en Alaska
Un encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin en una base clave de la Guerra Fría desata inquietudes sobre el rumbo de la guerra en Ucrania y el papel cambiante de EE.UU. en el orden mundial
Un escenario insólito para negociaciones críticas
En un giro que parece salido de una novela de espionaje de la Guerra Fría, el expresidente estadounidense Donald Trump se alista para reunirse con el mandatario ruso Vladimir Putin en la base conjunta Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska. Esta base, que durante décadas fue el núcleo de operaciones militares dedicadas a monitorear e interceptar amenazas soviéticas, vuelve a estar en el centro de atención internacional.
La reunión, programada en plena coyuntura por la guerra en Ucrania, ha despertado preocupación en Europa y otras regiones aliadas de los Estados Unidos. Los líderes temen que un encuentro bilateral, sin la presencia de Ucrania ni de los países europeos, pueda derivar en una hoja de ruta que incline la balanza en favor de Rusia.
Elmendorf-Richardson: de centinela nuclear al teatro de la diplomacia
Ubicada en el extremo norteamericano del Pacífico, la base Elmendorf-Richardson fue durante décadas la primera línea de defensa contra incursiones de la Unión Soviética. Allí se operaban radares de alerta temprana y aviones interceptores con la misión de proteger el continente de ataques aéreos y nucleares desde Moscú.
Con la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS, la base parecía volverse obsoleta. No obstante, el resurgimiento militar de Rusia y el inicio de vuelos provocativos por parte de aviones rusos cerca del espacio aéreo estadounidense han revitalizado su importancia táctica. Actualmente, sigue siendo hogar de los cazas F-22 Raptor, capaces de interceptar las aeronaves rusas que aún incursionan periódicamente en el espacio aéreo del Ártico.
Una cita con ecos de la historia
Que Trump haya elegido esta base como escenario de un diálogo con Putin no es casualidad. Algunos analistas lo ven como un mensaje simbólico: una nueva Guerra Fría se está gestando, pero esta vez con matices diplomáticos y protagonismo de actores nacionales que rompen con la ortodoxia de los tratados multilaterales.
En palabras del historiador militar Thomas S. Blanton, del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington: “Este lugar representa todo lo que Trump desafía; un sistema multilateral fuerte, poder compartido en la OTAN y vigilancia colectiva. Usarlo como telón de fondo es una declaración audaz, o tal vez cínica”.
¿Un cese al fuego en Ucrania... bajo condiciones rusas?
Durante su campaña presidencial de 2024, Trump ha prometido “poner fin rápidamente” a la guerra en Ucrania. Sus declaraciones han sido interpretadas por varios expertos como demasiado simplistas, especialmente cuando ha sugerido intercambios territoriales como solución diplomática. Un enfoque que muchos en Kiev y las capitales europeas consideran inaceptable.
El presidente francés Emmanuel Macron, tras una reunión virtual con Trump, Zelenskyy y otros líderes europeos, afirmó que el mandatario estadounidense “fue muy claro en que Estados Unidos quiere lograr un cese al fuego”. Sin embargo, para muchos esto representa una peligrosa ambigüedad: ¿a qué precio se lograría dicha tregua?
El miedo más recurrente entre diplomáticos europeos es que se geste una “paz rusa”, donde Ucrania pierda porciones clave de su territorio a cambio de una desescalada militar.
Unilateralismo creciente en la política exterior de EE.UU.
La reunión Trump-Putin ocurre en un contexto donde se intensifica la tendencia estadounidense hacia decisiones unilaterales. La reciente decisión del expresidente de suspender miles de millones de dólares en ayuda exterior —pese a haber sido aprobada por el Congreso— refuerza esta tendencia.
El dinero incluye casi $4,000 millones destinados a programas de salud global de la USAID y más de $6,000 millones para la lucha contra el VIH/SIDA. Trump justificó esta congelación alegando que la ayuda externa “no representa los intereses estadounidenses”.
Si bien un juez federal ordenó liberar esos fondos, un tribunal de apelaciones revocó parcialmente esa decisión, argumentando falta de justificación legal para una medida de emergencia.
La jueza Florence Pan, en una fuerte disidencia, advirtió: “La Corte Suprema ha sostenido sin lugar a dudas que el presidente no tiene autoridad para desobedecer leyes por razones políticas. Sin embargo, eso es lo que permite hoy la mayoría.”
Rusia y su guerra híbrida silenciosa en Europa
Al mismo tiempo que Trump se posiciona como potencial mediador en la guerra, surgen nuevas pruebas de que Rusia continúa con una campaña de sabotajes en Europa. El caso más reciente ocurrió en Noruega, donde se acusa a hackers prorrusos de manipular una represa mediante control remoto, provocando alteraciones en el flujo de agua.
Según la Policía de Seguridad Noruega, durante el ataque se accedió al sistema digital que regula las válvulas del embalse. Los responsables incluso publicaron un video en Telegram mostrando el panel de control con símbolos de grupos cibercriminales prorrusos, en una clara señal de intenciones.
El evento ha sido categorizado como parte de una serie de más de 70 incidentes geolocalizados por medios europeos que en su mayoría atribuyen a operaciones encubiertas rusas desde el inicio del conflicto en Ucrania en 2022.
Europa, Zelenskyy y un lugar en la mesa
Uno de los aspectos más controversiales del encuentro planeado en Alaska es la exclusión de Ucrania y socios europeos directos del diálogo inicial. Aunque Trump ha insinuado la posibilidad de una segunda reunión en la que podrían participar tanto Volodymyr Zelenskyy como Putin, la diplomacia europea observa con escepticismo.
El canciller alemán Olaf Scholz declaró recientemente que “no se puede negociar sobre Ucrania sin Ucrania”. Esta idea ha sido reiterada por varias cancillerías, las cuales temen que el eagerness de Trump por obtener una victoria diplomática rápida comprometa los principios de autodeterminación y soberanía que Occidente ha defendido en este conflicto.
¿Volver al mundo bipolar?
Con Estados Unidos explorando acuerdos unilaterales, cada vez más voces cuestionan si estamos asistiendo a un retorno a la lógica bipolar que rigió el mundo durante casi cinco décadas del siglo XX. En este nuevo paradigma, los dos polos no serían ideológicos (democracia vs. comunismo) sino egocéntricos: decisiones tomadas por potencias autoasumidas como hegemónicas sin el concurso de aliados o instituciones internacionales.
Como explica la politóloga Fiona Hill, exdirectora del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. para asuntos rusos: “Trump no ve la geopolítica como construida por alianzas, sino como arte de negocios. Para él, Ucrania es una ficha más en una negociación”.
¿Y si Putin lleva las de ganar?
Con cada movimiento que socava la arquitectura democrática multilateral, Rusia gana terreno. La creciente tolerancia hacia formas de imperialismo regional, el debilitamiento de la OTAN, o el repliegue estadounidense en su política exterior tradicional —todo alimenta la ambición del Kremlin.
Putin, que en el pasado ha sido ampliamente aislado por sus acciones en Ucrania, ahora tiene una puerta abierta para sentarse de tú a tú con una de las figuras más influyentes de la política global. Aunque su historial incluye asesinatos políticos, censura, ocupación militar extranjera y violaciones a los derechos humanos, se le presenta una oportunidad de obtener concesiones sin tener que rendir cuentas.
¿Se repite la historia o se escribe una nueva?
La reunión de Trump y Putin en Anchorage marcará más que una fotografía simbólica. Puede ser el inicio de una reconfiguración del equilibrio global o una prueba más de que los ciclos históricos se repiten con nuevos protagonistas pero similares estrategias.
Entre aquel mundo dividido por muros y esferas de influencia, y este siglo XXI donde los ataques llegan a presas eléctricas desde un teclado, el punto en común sigue siendo la lucha por el poder, el control de territorios… y la narrativa global.
Como dijo George Santayana: “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo.”