Escuelas bajo vigilancia: el miedo de los estudiantes inmigrantes ante la ofensiva migratoria en EE. UU.
La batalla por la educación y dignidad en tiempos de redadas migratorias: una mirada desde Los Ángeles
Mientras miles de estudiantes en Los Ángeles regresan a las aulas con mochilas nuevas y emociones encontradas, un grupo en particular lo hace bajo una sombra más pesada: el miedo a la deportación. En el contexto de una intensa ofensiva migratoria impulsada por la administración de Donald Trump, escuelas en distritos como el Los Angeles Unified School District (LAUSD) enfrentan una crisis silenciosa, pero profundamente arraigada: la amenaza a la estabilidad emocional y la seguridad de sus alumnos inmigrantes.
La escuela como refugio... ¿o zona de peligro?
Tradicionalmente, las escuelas en Estados Unidos han sido espacios considerados santuarios para los niños, independientemente de su estatus migratorio. Sin embargo, en el último par de años, y especialmente tras el endurecimiento de las políticas migratorias federales, ese sentido de seguridad ha comenzado a resquebrajarse.
El superintendente del LAUSD, Alberto Carvalho, ha intentado poner un límite claro entre el entorno escolar y las actividades de la agencia de inmigración ICE. Ha solicitado oficialmente que no se realicen acciones de cumplimiento migratorio en un radio de dos cuadras alrededor de las escuelas, dentro del horario escolar ampliado: desde una hora antes del inicio de clases hasta una hora después del cierre.
“Niños con hambre o niños con miedo no pueden aprender bien”, declaró Carvalho en una conferencia de prensa este mes, subrayando el impacto emocional y psicológico que tienen las redadas migratorias en los alumnos.
Un distrito con historia y diversidad
El LAUSD, el segundo más grande de los Estados Unidos, educa a más de 500.000 estudiantes en más de 1.000 escuelas repartidas por al menos 26 ciudades del sur de California. Según el sindicato de maestros, unos 30.000 estudiantes son inmigrantes, y se estima que una cuarta parte de ellos no tiene documentación legal.
La diversidad de los orígenes de estos estudiantes —principalmente de América Latina, Asia y África— ha sido históricamente parte del orgullo del sistema educativo angelino. Sin embargo, esta diversidad también los convierte en blanco directo de una política migratoria que los considera prioridades de remoción.
Casos que generan trauma: control e intimidación
El miedo no es infundado. Hace unos días, un adolescente de 15 años con discapacidades significativas fue detenido brevemente por agentes migratorios mientras se encontraba dentro de un automóvil afuera de la escuela secundaria Arleta High School. El joven fue esposado y sólo fue liberado cuando un testigo intervino al darse cuenta del error de identidad. “Este tipo de incidentes son exactamente los que traumatizan a nuestras comunidades. No pueden repetirse”, sentenció Carvalho.
No es un hecho aislado. En abril, agentes de Seguridad Nacional intentaron ingresar a dos escuelas primarias, pero fueron obstaculizados por la administración escolar. Además, padres han reportado presencia constante de vehículos sin identificación clara estacionados frente a escuelas públicas, generando un ambiente de constante vigilancia e intimidación.
Medidas de contención y protección
Ante esta realidad, el distrito ha desplegado un paquete de medidas para reforzar la seguridad e informar a las familias. Entre ellas se encuentran:
- Nuevas y mejores rutas de autobuses escolares para reducir la exposición de los estudiantes a espacios públicos donde podrían ser interceptados.
- Distribución de paquetes de preparación familiar con información sobre derechos, números de emergencia y pasos a seguir si un padre o tutor es detenido.
- Un equipo de respuesta rápida para alertar a las comunidades escolares sobre la presencia de agentes federales.
- Colaboración con departamentos de policía local para garantizar protección sin comprometer la confianza de la comunidad inmigrante.
En palabras de Carvalho: “No queremos que nadie se quede en casa por miedo.”
El ausentismo como reflejo del miedo
Si bien las escuelas han intentado mantener un semblante de normalidad, los maestros han reportado un impacto directo en la asistencia. Lupe Carrasco Cardona, profesora de sociales y literatura en el Roybal Learning Center, relató cómo en junio —justo antes de las ceremonias de graduación— se incrementaron las redadas cerca de escuelas y centros comerciales frecuentados por padres inmigrantes.
Un evento especialmente crítico ocurrió cerca de un Home Depot en MacArthur Park, en plena comunidad centroamericana. Ese mismo día se celebraba una graduación de secundaria a pocas cuadras. “La gente estaba llorando, y casi no vinieron padres a la ceremonia”, explicó Cardona. “Después, para la graduación de la high school, la escuela alquiló buses para transportar a los padres, pero muchos asientos quedaron vacíos.”
“Soy una joven con sueños”: la resistencia estudiantil
Madelyn, una estudiante de 11.º grado originaria de Centroamérica, compartió su testimonio bajo reserva. De piel morena y sin documentos legales, expresó temor de ser detenida en el transporte público simplemente por su apariencia.
“En lugar de emoción, siento preocupación. Estoy muy asustada, pero quiero seguir adelante y ayudar también a otros estudiantes que tienen miedo como yo”, señaló.
Ella forma parte de un club escolar que apoya a alumnos inmigrantes, y se ha comprometido a ser una voz de fortaleza para sus compañeros. “Debo ser valiente”, concluyó con determinación.
Educación virtual como alternativa
Para algunas familias, el riesgo de asistir en persona ha sido demasiado alto. El LAUSD reportó un incremento del 7% en las matrículas de programas virtuales este año. Al menos 800 hogares fueron visitados por personal del distrito este verano para informar sobre sus derechos y recursos legales.
Además, unos 1.000 funcionarios escolares fueron desplegados el primer día de clases en zonas consideradas críticas por sus altos niveles de vigilancia migratoria.
Un conflicto nacional con impacto local
Esta tensión entre la política federal y las autoridades locales no se limita a Los Ángeles. En Washington, D.C., la reciente federalización del cuerpo policial por parte del presidente Trump ha encendido las alarmas por la creciente militarización de espacios públicos y la política de tolerancia cero hacia la población sin hogar e inmigrantes.
Mientras la política nacional se endurece, los distritos escolares como el de Los Ángeles intentan construir redes de apoyo local para proteger a quienes deberían estar seguros dentro de su entorno escolar: niños que solo quieren aprender, soñar y construir un futuro mejor.
El debate nacional continúa: ¿puede la educación realmente florecer si miles de estudiantes viven con el temor constante de que un día normal de clases termine en una redada? Las respuestas no son sencillas, pero lo cierto es que esta lucha por la justicia migratoria y educativa seguirá marcando la vida de una generación de jóvenes cuya única “Culpa” es haber nacido en el lugar equivocado, o haber huido de la violencia en busca de paz.