Guerra, diplomacia y tensiones globales: Europa, Ucrania y Asia ante el nuevo tablero de Trump
Zelenskyy lucha por tener voz en las negociaciones con Rusia mientras Asia se reconfigura para enfrentar al impredecible Trump: ¿quién liderará realmente la seguridad global?
Una arquitectura de seguridad en redefinición
Volodymyr Zelenskyy, presidente de Ucrania, viajó a Berlín esta semana para reunirse con el canciller alemán Friedrich Merz, en un intento por fortalecer la presencia europea y ucraniana antes del esperado encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin. El objetivo fundamental: evitar que se negocie el futuro de Ucrania sin Ucrania en la mesa. Este acontecimiento se produce pocas semanas después del regreso de Trump a la presidencia, y en medio de una redefinición global del poder geopolítico.
Trump, Putin y la paz a puerta cerrada
Trump ha descrito su próxima reunión con Putin como un encuentro para "sentir el terreno". No obstante, ha generado desconcierto entre sus aliados al insinuar que Ucrania deberá ceder parte de su territorio para lograr un acuerdo de paz. Según Trump, incluso se podría considerar un canje de tierras, en el que Rusia también cedería algo. Sin embargo, estas vagas promesas parecen únicamente beneficiar a Moscú, especialmente si la voz de Kyiv es ignorada.
"Es inaceptable ceder ni un centímetro del territorio ucraniano. Eso no es paz, es aplazamiento de otra guerra", afirmó Zelenskyy en conferencia de prensa en Berlín.
Europa al margen y preocupada
Este enfoque ha alarmado a los países europeos. Merz, por su parte, ha buscado unificar posturas mediante reuniones virtuales con diversos líderes del continente, y ha prometido ayudar a Ucrania a desarrollar sus propios sistemas de misiles de largo alcance sin restricciones impuestas por Occidente.
Desde Bruselas, altos funcionarios han expresado su preocupación de que cualquier negociación de paz sin la participación de Europa y Ucrania simplemente empodere a Putin. Como señaló un diplomático europeo, "si Putin gana en Ucrania, ¿quién será el siguiente?"
Corea del Sur y Japón: viejos rivales, nuevos aliados
Mientras en Europa se cohesionan esfuerzos para no quedar fuera de las negociaciones, en Asia presenciamos una nueva dinámica. El presidente de Corea del Sur, Lee Jae Myung, se reunirá con el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, en Tokio, antes de volar a Washington para una cumbre con Donald Trump. Ambos líderes, que históricamente han mantenido relaciones tensas debido a heridas abiertas de la época colonial, buscan ahora estrechar la cooperación trilateral con Estados Unidos.
Estas nuevas alianzas están en parte motivadas por las políticas comerciales de Trump. Después de haber subido los aranceles a productos de la UE y Asia, Corea del Sur y Japón negociaron acuerdos bilaterales que reducen sus tarifas al 15% a cambio de cuantiosas inversiones en Estados Unidos. Esta presión comercial, paradójicamente, ha acercado a dos aliados frecuentemente distanciados.
La sombra del pasado en Asia
A pesar del optimismo diplomático, las heridas del pasado aún están latentes. La colonización japonesa de la península coreana continúa siendo motivo de fricción. Y aunque el anterior presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, hizo concesiones para reparar los lazos diplomáticos, su gobierno colapsó bajo presión interna y la imposición temporal de la ley marcial. Su sucesor, Lee, ha optado por una línea más pragmática, dejando de lado las críticas al imperialismo japonés y centrándose en la prosperidad común y la resistencia a las exigencias de Trump.
El nuevo equilibrio nuclear y económico
La cumbre Trump-Lee del 25 de agosto abordará temas clave como el comercio bilateral y la cooperación en defensa. En Seúl, persiste el temor de que Trump demande pagos más elevados por el mantenimiento de tropas estadounidenses en Corea del Sur o, peor aún, que retire parcialmente a sus fuerzas, enfocando sus recursos en contener a China desde el Pacífico occidental.
Por otro lado, los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte continúan impulsando el deseo de mayor seguridad regional. Lee e Ishiba han prometido reforzar su posición común respecto de Pyongyang. "No se trata solo de seguridad bilateral, sino de preservar el orden global basado en reglas", declaró Ishiba.
¿El fin del liderazgo estadounidense global?
La actitud de Trump hacia los aliados históricos revela una tendencia clara: la preferencia por acuerdos bilaterales y la minimización de alianzas multilaterales como la OTAN. Trump ha dejado claro que “Europa debe encargarse de su propia seguridad” y ha amenazado con aumentar los aranceles si los países miembros no incrementan su gasto en defensa.
Mientras tanto, ha buscado un acercamiento con Rusia que podría desmantelar el frágil equilibrio internacional alcanzado tras la Guerra Fría. Como recordó un analista del Instituto para Estudios Estratégicos en Bruselas, “Trump no busca mantener el sistema internacional, lo quiere redefinir a su conveniencia”.
“Ucrania no se vende”
Zelenskyy ha sido enfático en que no aceptará ningún acuerdo que implique pérdida territorial. Ceder la fracción restante del 30% de Donetsk aún controlada por Ucrania—como sugiere Moscú—, sería, en palabras del presidente ucraniano, "una traición constitucional y una invitación para futuras invasiones rusas".
A medida que se intensifican las discusiones diplomáticas, también lo hacen las maniobras militares. Rusia ha incrementado sus capacidades en la frontera este, y Ucrania ha solicitado misiles de largo alcance para contraatacar. Merz expresó su apoyo, indicando que Alemania facilitaría el desarrollo armamentístico ucraniano “sin restricciones impuestas por terceros sobre objetivos militares”.
Los riesgos de un acuerdo segregado
¿Qué ocurre si Trump y Putin delinean la paz a espaldas de Europa y Ucrania? Para muchos expertos, uno de los mayores riesgos sería legitimar la anexión territorial como una herramienta válida de política internacional. Desde 1945, ningún Estado europeo ha anexionado parte de otro por la fuerza, y permitirlo ahora podría reinterpretar las reglas de la posguerra que surgieron de Nuremberg y Yalta.
Además, pone a Europa en una posición aún más vulnerable. Si Estados Unidos se retrae, la carga de la seguridad continental recaerá sobre Berlín, París y Bruselas, desafiando no solo sus economías, sino sus estructuras políticas.
El incierto futuro del orden mundial
Corea y Japón resisten. Europa se moviliza. Zelenskyy enfrenta a Trump y a Putin con una guerra aún caliente en su país. Y mientras tanto, el presidente estadounidense parece más interesado en negocios con Rusia que en la defensa de las democracias aliadas.
Como aseguró un ministro finlandés esta semana: “Este no es solo un conflicto sobre Ucrania, es sobre los pilares mismos del orden internacional”.
¿Quién marcará el rumbo del siglo XXI? ¿Serán los poderes autoritarios como Rusia y China, o las democracias occidentales reconfiguradas bajo el liderazgo incierto de Trump?
Lo único claro es que el ajedrez global vive uno de sus momentos más delicados desde el fin de la Guerra Fría. Y en este tablero, ni cada país, ni cada aliado, juega con las mismas reglas.