Rapa Nui en peligro: cómo el cambio climático amenaza los moáis de la Isla de Pascua
Un estudio reciente revela que el aumento del nivel del mar podría destruir sitios ceremoniales clave antes de fin de siglo
Rapa Nui, también conocida como Isla de Pascua, es un enclave remoto en el océano Pacífico que resguarda uno de los patrimonios culturales más misteriosos y emblemáticos del mundo: los moáis. Estas gigantescas estatuas de piedra, esculpidas entre los siglos X y XVI por los antiguos habitantes de la isla, no solo son testimonios arqueológicos imponentes, sino también piezas clave en la identidad, religión e historia del pueblo rapanui.
Sin embargo, estos símbolos ancestrales enfrentan una amenaza creciente e inminente: el cambio climático. Según un estudio publicado en el Journal of Cultural Heritage, el incremento del nivel del mar a lo largo del siglo XXI podría llevar las olas estacionales hasta los pies de Ahu Tongariki, la plataforma ceremonial más grande de Rapa Nui y hogar de 15 majestuosos moáis.
Una advertencia científica desde las raíces
El autor principal del estudio, Noah Paoa, no es ajeno a la isla ni a su historia. Nacido en Rapa Nui y ahora estudiante doctoral en la Universidad de Hawái en Mānoa, lideró a un equipo que desarrolló un “gemelo digital” de alta resolución de la costa oriental de la isla. Utilizando modelos computacionales avanzados, simularon los posibles impactos del oleaje ante varios escenarios de aumento del nivel del mar.
“El aumento del nivel del mar es real. No es una amenaza distante”, afirmó Paoa en una entrevista. Su trabajo puso en evidencia que las olas pueden alcanzar el ahu (plataforma ritual) ya para el año 2080, si el calentamiento global continúa sin freno.
Una joya cultural bajo riesgo
Ahu Tongariki no es un sitio cualquiera. Rehabilitado en la década de 1990 después de haber sido dañado por un tsunami en 1960, es uno de los principales atractivos turísticos de la isla, recibiendo miles de visitantes cada año. Pero su importancia trasciende lo turístico: forma parte del Parque Nacional Rapa Nui, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.
Además de Ahu Tongariki, el estudio identificó más de 50 sitios culturales adicionales en riesgo de inundación en las próximas décadas. Este problema podría socavar integralmente el tejido cultural que ha mantenido viva la historia rapanui durante siglos.
Historia de resiliencia frente al océano
Este no es el primer embate que sufren los moáis. En 1960, el terremoto más fuerte jamás registrado (de magnitud 9.5) azotó la costa de Chile continental, provocando un tsunami que alcanzó Rapa Nui. Algunas estatuas, ya derribadas por causas anteriores, fueron arrastradas tierra adentro y sufrieron daños severos.
Ese evento marcó un precedente de que la naturaleza puede alterar el curso y la preservación del patrimonio insular. Pero ahora, el peligro no viene de un evento esporádico, sino de una condición ambiental progresiva y sistemática.
El cambio climático como enemigo del patrimonio mundial
Los hallazgos del equipo de Paoa en Rapa Nui no son una excepción. Un informe reciente de UNESCO indica que al menos 50 sitios catalogados como Patrimonio Mundial están altamente expuestos a inundaciones costeras debido al aumento de los océanos. Desde Venecia hasta la región de Kilwa en Tanzania, los efectos del cambio climático están erosionando siglos —cuando no milenios— de historia cultural en cuestión de décadas.
Estas amenazas requieren respuestas rápidas y coordinadas. La posibilidad de elevar defensas costeras como rompeolas, fortalecer las ya existentes, o incluso considerar la reubicación de los moáis, se discute con creciente intensidad. Sin embargo, muchas de estas medidas enfrentan impedimentos logísticos, éticos e incluso culturales.
¿Romper con la tradición para conservarla?
Para los pueblos indígenas como los rapanui, los sitios ceremoniales no son simples estructuras de piedra. Son lugares sagrados, cargados de significados espirituales y ancestrales. Mover una estatua fuera de su ahu original puede catalogarse como una profanación. Pero ¿cómo proteger un legado sin alterarlo? Ese es el dilema que late en el fondo de esta crisis climática.
“Es mejor mirar hacia adelante y ser proactivos que reactivos ante amenazas potenciales”, advierte Paoa. Esta es una de las frases más poderosas del estudio, porque trasciende las fronteras de Rapa Nui para convertirse en un llamado a la acción para todo el planeta.
Turismo, economía y sostenibilidad: el triángulo difícil
La economía de Rapa Nui depende en gran medida del turismo, con más de 100,000 visitantes anuales (pre-pandemia), la mayoría interesados en los moáis, su historia y la mística que rodea a la isla. Un eventual deterioro de los monumentos no solo afectaría enteramente la cosmología rapanui, sino también su sustento económico.
Esto plantea otras preguntas: ¿puede el turismo sostenible convivir con un ecosistema en transformación? ¿Cómo gestionar el flujo de visitantes sin potenciar la erosión de suelos, la contaminación y la presión sobre los recursos naturales de una isla tan frágil?
Algunas autoridades locales ya plantean un modelo de turismo más controlado y ecológico, que limite las visitas a determinados sitios y fomente experiencias inmersivas, educativas y de bajo impacto ambiental.
El papel de la tecnología ante la amenaza
El uso del “gemelo digital” de la costa rapanui ha permitido avanzar décadas en la anticipación de escenarios futuros, lo cual no hubiera sido viable con métodos tradicionales. Reproducir digitalmente los efectos proyectados del clima, el mar y el viento permite a gobiernos, científicos y comunidades indígenas diseñar estrategias defensivas con mayor precisión.
Este tipo de recurso podría ser extrapolado a otros sitios arqueológicos y patrimoniales en zonas costeras de todo el mundo. Muchos expertos consideran que mapear digitalmente estos lugares no solo es una herramienta científica, sino también una forma de preservación cultural frente a la inminente destrucción física.
Un llamado global desde una isla remota
Rapa Nui, a pesar de su aislamiento geográfico, se erige hoy como un símbolo de la fragilidad del patrimonio humano ante el calentamiento global. Sus moáis, silenciosos centinelas del pasado, podrían volverse también testigos de nuestra inacción o, en el mejor de los escenarios, de nuestra capacidad de adaptación.
Mientras debatimos sobre modelos de energía, emisiones de carbono y compromisos internacionales, las olas continúan avanzando lentamente hacia los pies de las estatuas. Y aunque los moáis fueron creados para enfrentar el horizonte, es nuestra mirada la que hoy debe girarse hacia ellos, comprendiendo que al protegerlos, no solo resguardamos a Rapa Nui, sino a un pedazo vital de la historia humana.