Washington bajo vigilancia: la apuesta de Trump por militarizar la capital
El despliegue de tropas y agentes federales en D.C. enciende el debate sobre seguridad, legalidad e intenciones políticas
Una capital sitiada desde el poder
En un movimiento sin precedentes recientes, el expresidente Donald Trump ordenó una intervención federal a gran escala en Washington, D.C. La decisión incluye el despliegue de cientos de agentes del orden federales y tropas de la Guardia Nacional para controlar, según sus palabras, un "estado de emergencia" en materia de crimen. Pero, ¿realmente lo era?
Mientras la Casa Blanca aseguró una presencia "significativamente mayor" de fuerzas en las calles a partir del miércoles, las autoridades locales y expertos cuestionan no solo la necesidad del operativo, sino también sus motivaciones. A pesar de un aumento del crimen hace dos años, cifras recientes apuntan a una reducción de los niveles de violencia al punto más bajo en tres décadas, según el Council on Criminal Justice. Entonces, ¿a qué responde realmente esta ocupación militarizada?
Una ciudad sin estado: la legalidad detrás del control federal
Washington, D.C., tiene un estatus único en la estructura política de Estados Unidos: no es un estado ni cuenta con autonomía plena. Gracias a esta condición, Trump puede intervenir durante 30 días sin necesidad de aprobación del Congreso, aunque extender esta autoridad requeriría respaldo legislativo, lo que parece poco probable dada la resistencia demócrata.
La alcaldesa Muriel Bowser calificó la intervención de "desconcertante e inédita", a la vez que admitió que Trump actuaba dentro de sus facultades legales. “Piensan que tener más presencia y sacar más armas de las calles es un éxito, y nosotros también”, dijo Bowser, en un intento evidente de mantener la colaboración sin ceder totalmente ante la narrativa federal.
Un operativo de cifras y mensajes
Entre martes y miércoles, más de 1,450 oficiales federales y locales patrullaron las calles, realizando 43 arrestos, incluyendo casos por manejar bajo la influencia, entrada ilegal a propiedades y órdenes de arresto por agresión con arma mortal. Además, se incautaron siete armas de fuego ilegales.
Estas cifras fueron puestas en primer plano por la administración federal como evidencia del éxito inicial, pero analistas apuntan que este tipo de intervenciones no suelen producir mejoras sostenidas sin abordar causas profundas del crimen, como la pobreza, falta de acceso a salud mental o la marginación.
¿Seguridad o control electoral?
Lo que muchos observadores destacan es el contexto político de la medida. En un año electoral, y con una campaña construida en parte sobre un discurso de "ley y orden", Trump parece utilizar a Washington como escaparate de su poder y determinación. El mensaje es claro: "Miren lo que puedo hacer en la capital, imaginen lo que haré a nivel nacional".
Este tipo de simbolismos no son desconocidos en la historia de EE.UU. Durante los disturbios de 1968, por ejemplo, Lyndon B. Johnson activó la Guardia Nacional ante escenarios de violencia racial. Sin embargo, la diferencia crucial está en el contexto: en 2025, las evidencias estadísticas no apoyan la tesis de una crisis de violencia fuera de control en D.C.
Una operación también contra los más vulnerables
No solo se trata de combatir el crimen: Trump ha incluido en su plan la remoción masiva de campamentos de personas sin hogar. Desde marzo, la Policía del Parque ha eliminado decenas de carpas, y la Casa Blanca anticipa aún más limpieza. Aquellos que rechacen ir a refugios ofrecidos pueden enfrentar multas o incluso prisión.
La secretaria de prensa de Trump, Karoline Leavitt, aseguró que se ofrecen opciones de albergue y tratamiento contra adicciones, pero las críticas no tardaron en llegar. Organizaciones de derechos civiles han denunciado criminalización de la pobreza bajo apariencia de orden.
Presencia militarizada y percepción ciudadana
El impacto inmediato de la presencia militar se siente en las calles y en el ánimo de los residentes. "He visto a los agentes hasta en el metro, y ayer bloquearon la calle donde vivo", contó Sheina Taylor, residente y ciudadana afroamericana. "Es más aterrador ahora, porque aunque uno cumpla con la ley, no sabes qué puede pasar en D.C. especialmente si eres negro".
El temor de los ciudadanos no se limita a arrestos o revisiones arbitrarias, sino a la posibilidad real de que sus derechos civiles sean vulnerados en nombre de una seguridad cuestionable. La historia de EE.UU. está plagada de ejemplos donde la militarización del espacio urbano ha terminado en incidentes de brutalidad o represión.
Un remedio sin diagnóstico
Lo que más sorprende de esta decisión presidencial es la ausencia de objetivos claros. En reunión con altos funcionarios del gobierno, ni Bowser ni la jefa de policía Pamela Smith recibieron parámetros de evaluación o metas específicas. “No sabemos exactamente cómo se medirá el éxito”, admitieron.
Smith también reveló que el Departamento de Policía Metropolitana opera con 800 agentes menos que hace unos años. La presencia federal alivia temporalmente esta escasez, pero no sustituye una estrategia de contratación y retención de largo plazo.
Datos frente a narrativas
Según el Council on Criminal Justice, aunque la violencia bajó significativamente en D.C., sigue siendo en promedio más alta que en otras 36 ciudades estadounidenses. No obstante, esta diferencia no justifica una ocupación federal prolongada, según los expertos.
Para Adam Gelb, presidente de esta organización, el crimen debe abordarse con un enfoque integral. “La mera presencia policial, por numerosa que sea, no cambiará el trasfondo social y económico que fomenta el delito”, dijo en entrevista reciente.
¿Qué sigue para D.C.?
La intervención actual tiene un límite de 30 días. Si Trump busca extenderlo, enfrentará el pulso político en el Congreso. Mientras tanto, los residentes, activistas, y autoridades locales observan y esperan que esta “demostración de fuerza” no desemboque en una crisis de derechos humanos o en un uso desmedido del poder presidencial como herramienta de campaña.
Washington, como microcosmos del país, refleja una lucha más amplia: entre seguridad y libertad, entre percepción y realidad, entre liderazgo legal y abuso del poder. Y mientras los helicópteros de la Guardia Nacional sobrevuelan la ciudad, la pregunta flota sobre el Capitolio: ¿qué se está defendiendo realmente?