80 años después de la rendición de Japón: voces que aún recuerdan el día que cambió una nación
Testimonios de sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki, y los dilemas contemporáneos sobre la memoria histórica y el revisionismo en Japón
El 15 de agosto de 2025 se cumplen 80 años del día en que el emperador Hirohito anunció la rendición de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque el paso del tiempo ha atenuado las imágenes de destrucción, el recuerdo sigue vivo en quienes lo vivieron y luchan por preservar las lecciones de una guerra que cambió el rumbo de Asia y del mundo.
Un momento que paralizó a todo un país
Era el mediodía en Japón cuando el mensaje del emperador fue transmitido por la radio nacional por primera vez en la historia: “Soportar lo insoportable”, fue una de las frases que Hirohito usó para explicar la decisión de aceptar la rendición incondicional ante los Aliados. Su voz, que muchos escuchaban por primera vez, resultó difícil de comprender debido al lenguaje arcaico y la mala calidad del audio, pero el mensaje era claro: Japón había perdido la guerra.
El momento coincidió con una ceremonia nacional en el Budokan de Tokio –la misma hora exacta en que se escuchó ese discurso en 1945. La fecha es ahora símbolo de reflexión, llanto y también controversia sobre cómo debe enseñarse y recordarse esta parte crucial de la historia japonesa.
Voces desde las cenizas: testimonios de los que sobrevivieron
Fumiko Doi, Nagasaki
Doi, que contaba con apenas unos años cuando sobrevivió al bombardeo atómico de Nagasaki, recuerda cómo sus vecinos se reunieron frente a un pequeño radio colocado en una alacena. Aunque no entendió el contenido del mensaje en ese momento, después supo que era el anuncio del fin de la guerra. “No me sorprendió”, dice hoy. “Mi madre había dicho que Japón estaba perdido”.
El 9 de agosto de 1945, un avión B-29 estadounidense lanzó una bomba atómica sobre Nagasaki, matando instantáneamente a casi 74,000 personas. Ella estaba en un tren a cinco kilómetros del epicentro. Con el pasar de los años, ha visto morir a su madre y hermanos por cáncer vinculado a la radiación, y sus hermanas aún padecen enfermedades crónicas.
Reiko Muto, Tokio
Como estudiante de enfermería, Muto fue testigo de otro de los horrores: el bombardeo con napalm y fósforo blanco sobre Tokio, el 10 de marzo de 1945. Las llamas mataron a más de 100,000 personas en una sola noche. Meses después, el día del anuncio de la rendición, estaba en el hospital cuando la radio comenzó a sonar. “La gente lloró. Ese día sentí alivio por primera vez. Podía dormir con la luz encendida”, recuerda. Aunque la guerra había terminado, su hospital fue tomado por las fuerzas de ocupación aliadas, y ella tardó dos años más en completar su carrera como enfermera pediátrica.
Tamiko Sora, Hiroshima
La voz del emperador llegó desfigurada a Hiroshima, ciudad donde la infraestructura radial había sido severamente dañada por la bomba lanzada el 6 de agosto. Desde un hogar en ruinas, Sora y su familia apenas sobrevivieron. Su abuela, sin embargo, no resistió. “Se mostró decepcionada al oír la voz del emperador. Ellos lo veneraban como a un dios, y escucharlo admitir la derrota fue devastador para ella”.
La voz de un dios y la manipulación política
La figura del emperador Hirohito fue durante mucho tiempo sacralizada. Era considerado un dios viviente según la Constitución Meiji. Escucharlo en un tono humano, anunciar la rendición que muchos veían como humillante, tuvo un impacto psicológico inconmensurable en la nación.
No obstante, la responsabilidad de Hirohito en el conflicto sigue siendo un tema tabú y polémico. Durante los juicios de Tokio, fue exonerado por los Estados Unidos a cambio de su colaboración durante la ocupación. Para muchos historiadores como Herbert Bix –autor de “Hirohito and the Making of Modern Japan”– este acto fue más geopolítico que jurídico.
En 1995, el entonces primer ministro Tomiichi Murayama emitió una disculpa oficial por la agresión japonesa en Asia. Fue bien recibida en países como Corea del Sur y China, pero desde entonces ha habido presiones políticas desde sectores revisionistas para suavizar o retractarse de dichas disculpas. Las élites conservadoras actuales debaten activamente cuánto debe enseñarse realmente en las escuelas sobre los crímenes de guerra cometidos por Japón.
Memoria, olvido y revisionismo: el riesgo de borrar el pasado
El tema de cómo se enseña la guerra en las aulas japonesas es cada vez más controvertido. Textos escolares han sido revisados repetidamente, eliminando o suavizando secciones relacionadas con la Masacre de Nankín, el sistema de “mujeres de consuelo” forzadas a la prostitución, y los experimentos médicos de la Unidad 731.
Emperadores posteriores, como Akihito y Naruhito, han expresado su "profundo remordimiento" por la guerra, y han subrayado la importancia de preservar la memoria con fines educativos. Naruhito ha viajado a lugares simbólicos como Hiroshima, Okinawa e Iwo Jima, y planea visitar Nagasaki junto a la princesa Aiko. “Es crucial que las nuevas generaciones conozcan la historia, para no repetirla”, declaró en una entrevista reciente.
No obstante, la voz del gobierno ha oscilado. El primer ministro actual, Shigeru Ishiba, ha preferido un enfoque más neutral de la historia, intentando equilibrar la presión de los grupos ultraconservadores y la comunidad internacional. Su mandato, ya debilitado por pérdidas electorales recientes, enfrenta el reto de un Partido Liberal Democrático con fracciones que promueven el negacionismo histórico de manera activa.
¿Cómo preservar la historia en la era digital?
Con el número de testigos presenciales disminuyendo rápidamente, preservar sus recuerdos fidedignos se ha convertido en una carrera contra el tiempo. Proyectos como el Hiroshima Peace Media Center y los archivos digitales del Museo Memorial de la Paz en Nagasaki recopilan testimonios en video, fotografías y documentos para futuras generaciones.
En Japón se discute implementar una jornada nacional educativa el 15 de agosto, dedicada no sólo a recordar a las víctimas japonesas, sino también a enseñar sobre la responsabilidad de Japón en crímenes de guerra fuera del país.
Hiroshima y Nagasaki no son únicamente símbolos de sufrimiento, sino también una advertencia poderosa. En las palabras de Tanaka Yuki, autor e historiador especializado en derecho humanitario: “Mientras algunas naciones construyen armas nucleares nuevas, la responsabilidad de Japón es ser una vanguardia moral que recuerde por qué estas armas no deben jamás utilizarse de nuevo”.
Una generación que se apaga, una lección que no debe morir
En un contexto mundial cada vez más convulsionado, donde resurgen los nacionalismos y se cuestionan los organismos multilaterales, la historia de Japón ofrece lecciones vitales sobre autocrítica, rendición, y el poder del testimonio humano.
“Lo que vivimos no debe repetirse jamás”, concluye Reiko Muto, 80 años después, desde el hospital donde empezó su carrera como enfermera en una ciudad devastada. Hoy, las generaciones más jóvenes deben decidir si esa consigna se convertirá en un compromiso real o en una página más arrancada del libro de historia.