China enfrenta su mayor enfriamiento económico en años: señales de alarma en producción y consumo
Entre tasas de inversión mínimas, un mercado inmobiliario desplomado y el golpe de los aranceles de EE.UU., la segunda economía del mundo entra en aguas turbulentas
Un julio sombrío: los datos que ponen en duda la recuperación china
Los últimos informes económicos oficiales publicados en China revelan una ralentización significativa en prácticamente todos los sectores de actividad durante julio. En un mes que debía ser la continuación del rebote post-COVID, las cifras indican todo lo contrario: crecimiento industrial más débil, ventas minoristas en caída, desplome del sector inmobiliario y una creciente dependencia de las exportaciones como tabla de salvación.
Según el Buró Nacional de Estadísticas de China, el crecimiento de la producción industrial bajó al 5.7% interanual en julio, por debajo del 6.8% registrado en junio. Las ventas minoristas, termómetro clave del consumo interno, aumentaron un 3.7%, en clara desaceleración frente al 4.8% del mes anterior. La inversión en activos fijos —como maquinaria o infraestructura— apenas creció un 1.6% entre enero y julio, frente al 2.8% de la primera mitad del año.
Un dato particularmente inquietante es el derrumbe en la inversión inmobiliaria, con una caída del 12% en los primeros siete meses del año, incluyendo casi un 11% menos en vivienda residencial. Estas cifras reflejan un mercado inmobiliario crónicamente débil tras el estallido de su burbuja post-pandemia.
La tormenta perfecta: aranceles, clima extremo y consumo débil
La economía china no sólo se enfrenta a tensiones cíclicas, sino también a factores externos e imprevistos que ahora se combinan en una verdadera tormenta perfecta:
- Las secuelas de la guerra comercial con Estados Unidos, reavivada tras las declaraciones del expresidente Donald Trump, que propuso nuevas tarifas a las importaciones chinas.
- Condiciones meteorológicas extremas que interrumpieron la producción agrícola e industrial debido a las lluvias torrenciales y las inundaciones en varias provincias.
- Un mercado laboral juvenil en crisis, con el desempleo subiendo al 5.2% en julio —un alza significativa respecto al 5% anterior, coincidiendo con la salida al mercado laboral de nuevos graduados universitarios.
Como indicó el grupo de análisis ING Economics, "la desaceleración es generalizada y sugiere que la economía podría necesitar urgentemente estímulos políticos adicionales para evitar caer en una recesión prolongada".
El efecto dominó del mercado inmobiliario
El mercado inmobiliario de China, históricamente uno de los motores clave de su PIB, ha sido un lastre durante más de dos años. Los precios de la vivienda en las principales ciudades han bajado un 1.1% en julio, prolongando una tendencia alarmante para una economía donde buena parte de la riqueza familiar está atada al ladrillo.
Según Oxford Economics, los precios no se estabilizarán antes de 2028. Este panorama incluye un crecimiento anémico, menor demanda de materiales de construcción y problemas estructurales para grandes desarrolladoras que aún arrastran deudas colosales desde la crisis de Evergrande.
Como respuesta, el gobierno ha intentado atraer a las familias de regreso al mercado, con incentivos fiscales y condiciones de crédito más suaves. Sin embargo, los hogares chinos siguen reticentes a comprar inmuebles cuando los precios están a la baja, la desconfianza hacia el sector crece y el empleo joven no levanta cabeza.
Exportaciones: el último bastión de resistencia
Paradójicamente, el sector más brillante de la economía china sigue siendo el exterior. Las exportaciones aumentaron un 7.2% interanual en julio, empujadas por una estrategia de redirección hacia mercados emergentes, especialmente en el Sudeste Asiático y África. Las importaciones también crecieron a su ritmo más rápido en un año, reflejando una aparente urgencia de las empresas para aprovechar la reciente tregua arancelaria con EE.UU.
Sin embargo, como advirtió Sheana Yue de Oxford Economics, “ese repunte tiene efecto limitado: se debe, en parte, a una base comparativa muy baja, y el ‘front-loading’ exportador quizás ya esté alcanzando su techo”.
¿Dónde está el consumidor chino?
El gasto de los consumidores, crucial para cualquier economía que aspire a ser menos dependiente de las exportaciones, está en niveles preocupantemente bajos considerando la recuperación del resto del mundo. Las cifras actuales muestran ventas minoristas creciendo menos que la inflación general de la economía, lo que implica una caída del consumo real.
Detrás de este fenómeno hay varios factores:
- Una caída del valor patrimonial de las familias debido al mercado inmobiliario.
- Mayor incertidumbre laboral entre jóvenes.
- Preocupación general ante la falta de políticas estructurales de estímulo.
Política monetaria y fiscal: ¿va China camino a una intervención mayor?
Frente a estos datos, crecen las voces dentro del Partido Comunista que conminan al gobierno a introducir un paquete de estímulo fiscal masivo que incentive el consumo directo: subsidios al hogar, rebajas de impuestos y mayor gasto en infraestructura.
En el frente monetario, el Banco Popular de China ha reducido ligeramente las tasas de interés de referencia, pero muchos economistas lo consideran insuficiente. El problema, según advierten expertos de Bloomberg y Reuters, es que la efectividad de la política monetaria se ve limitada cuando la confianza del consumidor está tan deteriorada.
¿Una nueva era de bajo crecimiento?
La "moderna nueva normalidad" del crecimiento chino podría no estar en torno al 6-7% como antes se pensaba, sino más cerca de un 4-5% sostenible. Esto transformaría no sólo las expectativas internas, sino globales: menos demanda de materias primas, inversión extranjera más cautelosa y presión sobre divisas asiáticas vinculadas a Pekín.
“La economía ha mostrado resiliencia contra un entorno externo complejo... pero su vitalidad es cada vez más cuestionada por la falta de dinamismo interno” — Bureau de Estadísticas de China.
Esto también alimenta el debate sobre la capacidad de China para cumplir con su plan "Hecho en China 2025", destinado a convertirla en una superpotencia tecnológica. Con menor inversión y consumo débil, ese objetivo podría terminar aplazado indefinidamente.
Mientras tanto, en Wall Street: inflación descontrolada y dudas sobre la Fed
El contexto global tampoco ayuda. En Estados Unidos, la inflación a nivel mayorista se disparó un 3.3% interanual en julio, lejos del 2.5% que preveían los analistas. Esta sorpresa negativa hizo que los índices de Wall Street cerraran mixtos: aunque el S&P 500 logró un nuevo récord, más del 70% de sus acciones cerraron a la baja.
Además, los inversores comienzan a dudar de que la Reserva Federal recorte las tasas de interés en septiembre como se esperaba, lo que acentúa la incertidumbre global. Una política monetaria restrictiva en EE.UU. encarece el crédito en todo el mundo e impone una presión añadida sobre los mercados emergentes, incluida China.
Reflexión final: cuando el gigante duda, tambalea el mundo
La desaceleración china no es sólo una cuestión doméstica. Afecta los mercados de materias primas, cambia patrones comerciales en Asia y, especialmente, redefine el equilibrio de poder económico entre Pekín y Washington.
Con una mezcla de problemas estructurales, riesgos externos y cambios de paradigma, la economía china está enfrentando su encrucijada más profunda en décadas. Si no logra recuperar la confianza del consumidor y dinamizar su modelo productivo, podríamos asistir a una China muy distinta a la que dominó las narrativas económicas del siglo XXI.