Donetsk, drones y desgaste: ¿cómo explica Rusia su avance ante Ucrania?
Mientras las tropas rusas ganan terreno en Donetsk, el Kremlin intenta transformar sus avances tácticos en triunfos diplomáticos
Un pulso militar que se traslada a la arena diplomática
En el este de Ucrania, la región industrial de Donetsk continúa siendo el epicentro de una lucha feroz entre las fuerzas ucranianas y rusas. Pero más allá de las trincheras, los tanques y los drones suicidas, se libra otro tipo de batalla: una guerra de narrativas que podría tener repercusiones estratégicas en la próxima cumbre entre los presidentes Vladímir Putin y Donald Trump en Alaska.
En las últimas semanas, el ejército ruso ha logrado romper algunas líneas defensivas ucranianas al este de Dobropillia mediante la infiltración de pequeños grupos de soldados. Aunque muchos analistas consideran esta ofensiva como un éxito limitado (por ahora), la ofensiva llega en un momento crítico para Ucrania. El presidente ruso intentará utilizar estos avances como palanca política para presionar a su homólogo estadounidense a aceptar un cese del fuego favorable a Moscú.
La visión del Kremlin: avances sobre el terreno, negociación en Alaska
Putin pretende convencer a Estados Unidos de que Ucrania está perdiendo la guerra, apoyándose en lo que parece ser un deterioro de la situación táctica en Donetsk. Según Mykola Bieleskov, del centro de estudios ucraniano CBA Initiatives Center, "el principal riesgo para Ucrania es que el Kremlin intente transformar avances locales en victorias estratégicas en la mesa de negociaciones".
La propuesta rusa es clara: Ucrania debería retirarse del 30% de Donetsk que aún controla a cambio de un cese del fuego. El presidente ucraniano Volodímir Zelensky lo ha rechazado sin vacilaciones: “Eso sería legitimar una anexión ilegal”. Recordemos que Rusia se anexó Donetsk, junto con Luhansk, Kherson y Zaporiyia, en 2022 en violación del derecho internacional.
Cuando los números cuentan: el problema de la infantería ucraniana
El éxito táctico ruso ha sido atribuido, en parte, a la insuficiencia de tropas de infantería de Ucrania. Mientras que las fuerzas de Moscú han apostado por enviar pequeños grupos infiltrados a zonas poco defendidas, Ucrania ha tenido dificultades para mantener sus líneas por falta de soldados, debido a la fatiga de combate, una movilización estancada y problemas de gestión.
Un piloto de drones ucraniano en el sector de Dobropillia, que habló bajo anonimato, lo resume de forma brutal: “Pagamos con territorio y vidas los errores. Solo seguiremos corrigiendo fallos mientras aún nos quede un pedazo de tierra”.
FPVs: los drones kamikaze que cambian el frente
Frente a la escasez de soldados, Ucrania ha intensificado el uso de drones FPV (vista en primera persona), una estrategia que permite atacar unidades invasoras con explosivos guiados a control remoto. Los operadores pueden ver en tiempo real a sus objetivos antes del impacto.
Sin embargo, esta estrategia tiene límites. Un piloto explicó: “No podemos lanzar 100 FPVs a la vez; los operadores se interfieren entre sí”. Y con los rusos operando en pequeños grupos, estos resultan difíciles de detectar y eliminar por completo con drones.
El número vence al ingenio
Aunque Ucrania ha innovado en tecnología y tácticas, Moscú juega con la ventaja del número. Según Bieleskov, “no tienen respeto por la vida humana. Muchos de los soldados que envían están en una misión suicida”.
Esto plantea un problema adicional: para enfrentar correctamente las infiltraciones, se necesitan no solo más tropas, sino también una reorganización en la estructura de mando militar y en las defensas físicas, algo que Ucrania aún debe implementar.
Refuerzos y estancamiento en los mapas en tiempo real
Ante la gravedad de la situación, el ejército ucraniano ha enviado refuerzos a las zonas afectadas, incluyendo a la veterana brigada Azov. Aún así, los mapas actualizados por la plataforma de inteligencia DeepState no reflejan avances significativos para Kiev.
Esto sugiere que, aunque Ucrania refuerce el sector, no ha conseguido estabilizar completamente el frente en Dobropillia, donde los rusos han avanzado cerca de 10 kilómetros.
Un frente en riesgo de colapso si se cortan las rutas logísticas
La estrategia rusa parece evitar el asalto directo a ciudades bien defendidas. En lugar de eso, Moscú intenta cortar las rutas de suministro, abriendo corredores entre líneas ucranianas. Esto podría permitir que Moscú evite enfrentamientos urbanos largos y costosos, optando por rodear o aislar ciudades como Kostiantynivka, Sloviansk, Kramatorsk e incluso Druzhkivka.
El comandante del batallón “Da Vinci Wolves”, Serhii Filimonov, fue claro en su advertencia: “Kostiantynivka podría caer sin disparar un solo tiro si se cortan las rutas de suministros”. Solo queda un puñado de carreteras principales; perderlas complicaría el abastecimiento y la evacuación de miles de soldados ucranianos.
El acercamiento simbólico entre Putin y Trump
El telón de fondo del conflicto es la cumbre entre Putin y Donald Trump —ex y probable futuro presidente estadounidense— en Alaska. Aunque aún no se conoce la agenda oficial, todo indica que Putin llegará a la reunión con un “mensaje visual” claro: Rusia avanza, Ucrania retrocede.
Eso podría derivar en una situación peligrosa en la que Trump, partidario en el pasado de retirarse de compromisos internacionales, presione para una “solución rápida” que implique concesiones territoriales de parte de Ucrania. Según Filimonov, “eso sería premiar a Rusia por su agresión y sus crímenes”.
¿Qué significaría una derrota ucraniana en Donetsk?
Perder Donetsk no solo significaría una derrota militar, sino el colapso de una narrativa que Ucrania ha sostenido durante 3 años: la resistencia es posible, incluso frente a un invasor más grande y mejor armado.
Además, transformar pérdidas tácticas en concesiones diplomáticas sería un precedente para futuras anexiones, no solo en Ucrania, sino en cualquier parte del mundo donde un país poderoso decida redibujar las fronteras por la fuerza.
La región del Donbás, y Donetsk en concreto, se ha convertido en el epicentro de esa disputa entre la fuerza y la legalidad internacional. Por eso, cada kilómetro cuadrado que se gana o pierde tiene un eco mucho más amplio: define no solo el curso de esta guerra, sino el equilibrio global.
Mientras los drones siguen sobrevolando las trincheras y los soldados cavan nuevos refugios entre minas, es en Alaska donde podría decidirse el destino de la región. Porque en esta guerra, la diplomacia ha dejado de ser un escenario paralelo y se ha convertido en otro frente de batalla.