El humo no conoce fronteras: incendios en Canadá, críticas desde EE.UU. y el elefante climático en la habitación
Una mirada crítica a las tensiones transfronterizas sobre los incendios forestales mientras se ignora el verdadero enemigo: el cambio climático
Por tercer verano consecutivo, el humo de incendios forestales masivos en Canadá ha cruzado la frontera sur, afectando gravemente la calidad del aire en varios estados del norte de Estados Unidos como Michigan, Wisconsin, Iowa y Nueva York. Una situación que ha sido aprovechada por legisladores estadounidenses republicanos para descargar su indignación contra el gobierno canadiense, pero que ignora de forma preocupante un factor central: el cambio climático.
Críticas cruzadas y señales de humo político
La delegación republicana del Congreso de Michigan publicó una enérgica declaración en la que reprochaba a Canadá una supuesta inacción: “En lugar de disfrutar de las vacaciones familiares en los hermosos lagos y campamentos de Michigan, por tercer verano consecutivo los habitantes del estado se ven obligados a respirar aire peligroso por culpa de la incapacidad de Canadá para prevenir y controlar los incendios forestales”, afirmaba el comunicado.
Este mismo tono fue empleado por políticos republicanos de otros estados, algunos incluso sugiriendo llevar el tema a la mesa en negociaciones comerciales bilaterales como las tarifas aduaneras. Pero ninguno de ellos ha mencionado el calentamiento global como un factor detrás de los fuegos.
Y es acá donde entra el dato más irónico de todos:
- Los Estados Unidos son el segundo país más contaminante del mundo después de China, emitiendo cerca de 5.4 mil millones de toneladas métricas de CO₂ anuales (EPA, 2023).
- Gran parte de estas emisiones provienen de la quema de combustibles fósiles, que alimentan el ciclo mortal de olas de calor, sequías, deshielos y, por ende, incendios forestales más intensos.
Jennifer Francis, científica climática del Woodwell Climate Research Center, lo expresa con sarcasmo punzante: “Si acaso, Canadá debería estar culpando a EE.UU. por el incremento de incendios en su territorio”.
El verano interminable de los incendios
Según el Centro Canadiense de Incendios Forestales, en lo que va de 2025 se han registrado más de 4.400 incendios en Canadá, que han arrasado una superficie de más de 72.000 km², lo cual equivale a casi cinco veces el territorio calcinado en EE.UU. en el mismo periodo. Más del 65% de esos incendios siguen sin control.
Este desastre ocurre apenas dos años después del infame 2023, el año con más incendios forestales registrados en la historia canadiense. El fuego comenzó en abril de este año, uno de los comienzos más tempranos jamás documentados, lo que revela de inmediato una tendencia climática alarmante.
Ken McMullen, presidente de la Asociación Canadiense de Jefes de Bomberos, fue claro: “Las lagunas se están secando, las aguas en comunidades lacustres están retrocediendo. Algo ha cambiado claramente”. Aunque esquiva pronunciar la frase “cambio climático”, sus palabras son un testimonio viviente de lo que está sucediendo bajo nuestros ojos.
Falsas soluciones y la omisión incómoda
Los legisladores republicanos no solo han ignorado el cambio climático en sus ataques contra Canadá, también han propuesto soluciones superficiales o inviables como quemas prescritas o remoción masiva de masa forestal.
Pero el propio McMullen advirtió que el contexto canadiense hace que muchas de estas estrategias sean imprácticas:
- Muchos incendios ocurren en lugares remotos e inhabitados, donde desplegar recursos costosos no siempre tiene sentido.
- Las quemas controladas no son factibles en todas las formaciones forestales, y muchas veces tienen utilidad más local que sistemática.
Además, los incendios originados por rayos en zonas alejadas son comunes, y su aumento está ligado a tormentas eléctricas más intensas, una consecuencia directa del calentamiento global.
Uno de los pocos científicos estadounidenses que planteó una postura más realista fue Jonathan Overpeck, de la Universidad de Michigan, quien dijo: “Mientras esta tendencia de calentamiento y sequedad continúe, enfrentaremos un problema creciente. Por suerte, conocemos la causa; podemos evitar que empeore.”
Trump y el negacionismo climático endémico
El negacionismo del cambio climático en el Partido Republicano no es nuevo. Durante la presidencia de Donald Trump, se desmantelaron numerosas políticas y programas ambientales:
- Se revocó la participación de EE.UU. en el Acuerdo de París.
- Se intentó eliminar la calificación del CO₂ como una amenaza para la salud pública.
- Se cancelaron subsidios para energías renovables mientras se promovía la explotación de combustibles fósiles.
Legisladores que hoy critican a Canadá por los incendios permanecieron mudos cuando se destruyeron las bases científicas para estudiar el cambio climático dentro del propio gobierno estadounidense. Esto demuestra que no se trata de preocupación ambiental, sino de oportunismo político.
Ambiente político irrespirable
Voces demócratas han alzado la voz frente a estas contradicciones. Gwen Moore, representante de Wisconsin, dijo: “Quienes niegan el cambio climático no deberían andar prescribiendo acciones para tratar de contenerlo.”
La congresista Chellie Pingree, de Maine, también criticó la falta de compromiso con políticas ambientales reales por parte de los republicanos: “En lugar de aceptar esta realidad y trabajar juntos en soluciones, optan por enterrarse en la negación.”
Cooperación internacional, la única vía efectiva
Canadá ha reaccionado con hechos. En agosto anunció una inversión cercana a 46 millones de dólares destinados a investigación sobre prevención y evaluación de riesgos por incendios forestales.
Corey Hogan, secretario parlamentario de Energía y Recursos Naturales, hizo un llamado global: “Nadie quiere hacer más contra los incendios que Canadá, pero esto también resalta los desafíos internacionales derivados del cambio climático. Necesitamos enfrentarlos juntos.”
En este sentido, el humo que hoy contamina ciudades estadounidenses debería servir de metáfora: la atmósfera no respeta fronteras. El aire contaminado que cruza de norte a sur representa un problema compartido que solo puede enfrentarse con medidas colaborativas globales.
El precio de negar la ciencia
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), 2023 fue uno de los años más calurosos jamás registrados en América del Norte. Los cinco veranos más calurosos han ocurrido desde 2016, y se proyecta que esta tendencia se mantenga.
El cambio climático ya no es una predicción a futuro. Está aquí, presente en el humo que se inhala en Chicago, en las sequías que amenazan a California y en los incendios que devoran Canadá. Negar lo evidente no solo nos atrasa en buscar soluciones, sino que también nos condena a vivir veranos de humo, enfermedades respiratorias y desastres naturales multiplicados.
Y si el futuro se perfila más oscuro, es porque se sigue encendiendo la llama de la negación.