Terror político en Minnesota: el caso Vance Boelter y la sombra del extremismo interno
El espeluznante ataque que dejó a una legisladora muerta, varios heridos y un país conmocionado por la amenaza creciente del extremismo con disfraz de autoridad
Un crimen que sacudió a la política estadounidense
El nombre de Vance Luther Boelter ha quedado grabado en la memoria colectiva de Minnesota, y ahora en los registros del sistema judicial estadounidense, por perpetrar uno de los episodios más cruentes de violencia política en la historia reciente del país.
El pasado 14 de junio, Boelter, de 58 años y residente de Green Isle, irrumpió en dos domicilios fingiendo ser un agente de policía. Su objetivo, según detallaron las autoridades, era asesinar a políticos demócratas en una operación cuidadosamente planificada durante meses. El saldo fue trágico: la expresidenta de la Cámara de Representantes de Minnesota, Melissa Hortman, y su esposo Mark, fueron asesinados. El senador estatal John Hoffman y su esposa Yvette resultaron gravemente heridos tras recibir múltiples disparos.
Modus operandi: el engaño como arma
Boelter vestía un uniforme policial falso, utilizaba un vehículo modificado con luces de emergencia y en cada ataque gritaba "¡Policía!" antes de intentar irrumpir en las viviendas. Su táctica no era improvisada: combinaba símbolos de autoridad con un discurso extremista, lo que encendió las alarmas sobre hasta qué punto los discursos de odio pueden transformarse en armas reales.
Según la fiscalía del condado de Hennepin, Boelter disparó nueve veces a través de la puerta cerrada del hogar de los Hoffman después de que estos lograran bloquear su entrada. El senador recibió nueve disparos y su esposa, ocho. Milagrosamente, ambos sobrevivieron. Su hija adulta, presente en el hogar, salió ilesa.
También intentó acceder a la casa de la representante demócrata Kristin Bahner, pero no encontró a nadie. Aun así, se le imputó intento de asesinato debido a sus acciones.
Un caso judicial con múltiples aristas
Boelter enfrenta cargos estatales y federales de gran gravedad. En el ámbito estatal, ha sido acusado de:
- 2 cargos de asesinato en primer grado
- 4 cargos de intento de asesinato en primer grado
- Impersonación de un oficial
- Crueldad animal por matar al perro de una de sus víctimas
En el plano federal, las acusaciones incluyen seis cargos de asesinato, acoso y violaciones con armas de fuego, que podrían derivar en la pena de muerte, aunque los fiscales aún no han confirmado si la buscarán.
Mary Moriarty, fiscal del condado de Hennepin, declaró: “Cuando Boelter regrese a custodia estatal, estaremos preparados para juzgarlo [...] Haremos todo lo posible para asegurar que nunca vuelva a herir a nadie”.
La sombra del extremismo interno
El caso Boelter trasciende el horror de los asesinatos. Es una advertencia sobre los crecientes niveles de radicalización política y extremismo doméstico en Estados Unidos. El Departamento de Seguridad Nacional ya ha advertido en múltiples ocasiones que la principal amenaza terrorista interna proviene de actores locales radicalizados, en particular aquellos motivados por ideologías extremistas de derecha.
Si bien Boelter no ha sido oficialmente vinculado a un grupo terrorista, sus acciones muestran un nivel de organización y planificación preocupantes. Además, la selección deliberada de figuras políticas específicas señala una motivación política clara.
Este tipo de violencia tiene paralelos históricos. En 2011, la congresista Gabby Giffords sobrevivió a un tiroteo en Arizona; en 2017, legisladores republicanos fueron blanco de un ataque durante una práctica de béisbol en Virginia. Ahora, Minnesota enfrenta su propio episodio de violencia partidista que potencia el debate sobre seguridad para funcionarios electos.
Los cuestionamientos a la fiscalía y la figura de Mary Moriarty
La jefa fiscal Mary Moriarty anunció que no se postulará a la reelección. Su enfoque progresista como exdefensora pública siempre generó controversia. Mientras algunos la elogian por querer transformar un sistema punitivo, otros la critican por erosionar la confianza del público, especialmente tras episodios de violencia como el ataque de Boelter.
Moriarty llegó al cargo tras la muerte de George Floyd y se comprometió a estrechar los vínculos entre la justicia y los derechos civiles. En este caso específico, sin embargo, ha adoptado un tono más severo y determinado. "El daño causado a las víctimas y a nuestra comunidad ha generado heridas que nunca sanarán", afirmó.
El trasfondo: cómo funcionan los procesos paralelos estatal y federal
La carga de delitos en este caso se divide entre tribunales estatales y federales. En teoría, ambos sistemas pueden actuar en paralelo, pero el gobierno federal tiene prioridad procesal. Es por eso que aún no se ha asignado un defensor público estatal para Boelter; su primera comparecencia fue en jurisdicción federal.
Las diferencias entre los sistemas incluyen:
- Federales: permiten la pena de muerte en ciertos casos, aunque esta opción rara vez se busca.
- Estatales (Minnesota): no contempla la pena de muerte. La condena máxima es cadena perpetua sin libertad condicional.
El hecho de que la fiscalía federal haya tomado el mando es un reflejo de la gravedad del caso y del potencial daño al tejido democrático del país.
Una comunidad en luto y vigilancia
Los ciudadanos de Minnesota han respondido con consternación. Marchas, vigilias y homenajes se han multiplicado en memoria de Melissa Hortman y para expresar solidaridad con las otras víctimas. Además, miembros de la legislatura estatal están demandando mayores medidas de seguridad para funcionarios y exfuncionarios públicos, tanto en el Capitolio como en sus residencias.
Expertos en criminología han destacado la necesidad de programas de desradicalización y de un diálogo político menos inflamado, señalando que los discursos de odio normales en redes sociales o ciertos medios pueden alentar a individuos inestables a actuar con violencia.
“Esta tragedia no ocurrió en el extranjero, ni fue producto de un desconocido. Fue un crimen planificado por un ciudadano estadounidense contra sus propios líderes electos. Ignorar esto sería peligroso.” – Profesor Alan Newton, Universidad de Minnesota.
¿Puede recuperarse la confianza?
El ataque perpetrado por Boelter daña no solo a las víctimas directas, sino al sistema democrático en su conjunto. La confianza en las instituciones y en la seguridad de quienes nos representan queda resentida. Aunque el proceso judicial avanza, la herida emocional y política está lejos de sanar.
Como sociedad, queda una pregunta urgente por responder: ¿Cómo se lucha contra el extremismo doméstico sin sacrificar los valores de libertad y justicia?
Mientras tanto, el juicio de Vance Boelter seguirá siendo un símbolo de advertencia — y quizás un punto de inflexión — en la lucha por proteger la democracia estadounidense de sus enemigos internos.