De Alaska al tablero geopolítico global: El inesperado giro en las relaciones entre Trump y Putin

Un análisis sobre el impacto del inusual encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin en suelo estadounidense y su posible influencia en la guerra de Ucrania y el orden internacional

Una cumbre en tierras heladas: ¿por qué Alaska?

El pasado 15 de agosto de 2025, algo inusitado sucedió en el corazón del norte estadounidense. En la base militar de Joint Base Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska, se celebró un encuentro que reconfigura el tablero geopolítico internacional: una cumbre entre el expresidente Donald Trump, quien volvió al poder en 2024, y el presidente ruso Vladimir Putin. La última vez que ambos líderes se reunieron en forma similar fue hace cuatro años.

Esta reunión marca no solo un hito diplomático por el regreso del polémico liderazgo republicano, sino por la elección misma del lugar: un territorio fronterizo en términos geográficos pero también simbólicos, históricamente conectado a las tensiones entre EE. UU. y Rusia.

Precedentes de la relación Trump-Putin: ¿amistad o pragmatismo?

Durante el primer mandato de Trump (2017–2021), se tejió una compleja relación con Putin, caracterizada tanto por elogios personales como por la ambigüedad en materia de inteligencia y seguridad internacional. No obstante, aquellos años estuvieron marcados por la interferencia rusa en las elecciones de 2016 y las sospechas de colusión, lo que desacreditó parcialmente cualquier intento serio de acercamiento diplomático.

Ahora, con Trump nuevamente en el poder, Putin busca replantear las reglas del ajedrez europeo. Esta reunión —fuera de Washington y del tradicional protocolo diplomático— sugiere una voluntad de negociar sin la presión inmediata de las instituciones o del Congreso estadounidense.

Ucrania en el centro del debate

El detonante global que obliga esta cumbre es el conflicto en Ucrania, una guerra que, desde febrero de 2022, ha redefinido las prioridades estratégicas de Occidente. Con más de 525.000 víctimas estimadas entre civiles y militares, según el U.S. Defense Intelligence Agency, y millones de refugiados, se trata del conflicto armado más grave en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial.

En años recientes, la ayuda militar estadounidense al gobierno de Volodímir Zelenski superó los 68 mil millones de dólares (CNN, 2024), convirtiéndose en un punto de fricción política. Trump ha expresado abiertamente su desaprobación sobre continuar financiando la guerra "sin condiciones".

Este nuevo encuentro con Putin podría estar sentando las bases para una retirada negociada del apoyo a Ucrania o, en el mejor de los casos, promoviendo un alto al fuego con condiciones impuestas por Moscú.

Imágenes de poder y propaganda

Los retratos de la cumbre —con ambos líderes caminando juntos, sonriendo, o posando ante la prensa— han sido utilizados estratégicamente en ambas capitales. Para Moscú, esto representa una validación del liderazgo fuerte de Putin en el escenario internacional. Para Trump, es la visualización de su tesis de liderazgo "pragmático", contrario a las multilaterales tradicionales de la OTAN y la UE.

“Nadie quiere un mundo en guerra, pero tampoco un mundo débil”, dijo Trump a bordo del Air Force One antes del encuentro. Putin, por su parte, elogió el "realismo necesario" que, según él, retornó a la Casa Blanca con Trump.

Reacciones: aliados confundidos, rivales alerta

La respuesta internacional ha sido diversa. Mientras algunos aliados de la OTAN, como Hungría o Turquía, ven positiva la posibilidad de distensión, los países bálticos y Polonia mostraron profunda preocupación por una posible cesión de influencia en Europa del Este.

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, declaró en rueda de prensa: “Cualquier trato con Rusia que no contemple la retirada inmediata de las tropas rusas de Ucrania será una traición a la libertad europea.”

Desde Bruselas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, expresó: “Estados Unidos sigue siendo un socio clave. No creemos que esta reunión altere nuestro compromiso con Ucrania, aunque vigilaráse de cerca el tono y contenido de lo acordado.”

Geografía simbólica: ¿por qué Alaska importa?

La elección de Anchorage no es anecdótica. Alaska representa un nexo visible entre los dos países que protagonizaron la Guerra Fría. Hasta 1867, era territorio ruso, vendido a EE. UU. por 7,2 millones de dólares (alrededor de 120 millones ajustados por inflación). Hoy, sigue siendo un punto estratégico por su proximidad al Ártico y a las rutas militares y energéticas emergentes.

“Elegimos Alaska porque aquí empieza América —y porque desde aquí también es más fácil mirar a Moscú”, habría dicho un asesor de seguridad de Trump en off durante la preparación del encuentro.

Además de lo simbólico, Alaska alberga instalaciones clave para la defensa continental de EE. UU., incluyendo sistemas de radar de alerta temprana y bases aéreas nucleares.

Un nuevo orden o más incertidumbre

Los analistas internacionales están divididos. Para Fiona Hill, exasesora de seguridad nacional especializada en Rusia, este acercamiento reabre un peligroso precedente: "Putin consigue lo que quiere al crear caos. Mientras más trastabilla la cohesión occidental, más margen de maniobra tiene" (The New York Times, agosto 2025).

No obstante, hay quienes consideran que este es el tipo de diplomacia realista que podría reducir las tensiones nucleares y dar fin a un conflicto que ya se volvió crónico. La misión, sin embargo, no será simple. El presidente ucraniano ya ha rechazado cualquier pacto que implique una concesión territorial.

“Nadie puede negociar sobre nuestro territorio sin nuestra voz. Ucrania no cambiará soberanía por ‘paz’”, afirmó Zelenski en su discurso semanal posterior a la cumbre.

¿Qué sigue ahora?

Con pocas filtraciones oficiales sobre los acuerdos alcanzados —si los hubo—, lo que parece seguro es que Trump y Putin han reactivado una vía directa de comunicación que podría alterar profundamente los rumbos actuales de la guerra. Tanto por lo tangible como por lo simbólico, esta cumbre en Alaska podría marcar un antes y un después en la política exterior estadounidense y en la relación con Eurasia.

Mientras el resto del mundo observa expectante, los estadounidenses se dividen entre quienes ven en Trump un negociador tenaz capaz de evitar una Tercera Guerra Mundial, y quienes temen que ceda demasiado frente a un Putin que ya demostró no respetar tratados ni fronteras.

Lo único claro es que esta reunión es mucho más que una foto: es un relámpago diplomático sobre el cielo ártico.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press