El Ejército de Moscas contra el Gusano Barrenador: La Guerra Silenciosa en la Frontera EE.UU.-México

Cómo una amenaza biológica impulsa una megainversión para proteger la ganadería, la economía y la seguridad alimentaria de Estados Unidos

Por décadas, la frontera entre México y Estados Unidos ha sido un campo de batalla para muchas causas: migración, comercio, narcotráfico... pero en esta ocasión, la amenaza viene en forma de un insecto de apenas unos milímetros: el gusano barrenador del ganado.

El gobierno de Estados Unidos anunció recientemente la construcción de una mega fábrica de $750 millones de dólares en Texas para criar miles de millones de moscas estériles al año y frenar una potencial catástrofe biológica que podría diezmar la industria ganadera, elevar los precios de la carne y generar pérdidas multimillonarias. ¿Una exageración? Nada más lejos de la realidad.

¿Qué es el gusano barrenador?

El gusano barrenador (o New World screwworm en inglés) es la larva de una mosca originaria de América que puso en jaque durante décadas a los ganaderos del continente. ¿Por qué es tan peligroso? Porque sus larvas se alimentan de carne viva.

Las moscas adultas ponen sus huevos en heridas abiertas —ya sean por nacimiento, vacunación u otros motivos—, y al eclosionar, las larvas invaden el tejido vivo del animal. El resultado: infecciones, agonía y, en muchos casos, la muerte.

“Cada vaca que muere por gusano barrenador representa no solo una pérdida económica, sino también un riesgo sanitario y humanitario,” —Departamento de Agricultura de EE. UU.

Estas larvas no distinguen entre ganado, mascotas e incluso humanos, en casos extremos. La preocupación de los funcionarios estadounidenses está más que justificada: si el gusano llega a Texas, podría provocar pérdidas económicas de miles de millones de dólares al año.

¿Cómo se combate esta amenaza?

La estrategia principal es la liberación de moscas estériles. ¿Suena contradictorio? En realidad, es una brillante estrategia biológica.

Los científicos crían masivamente moscas macho, que luego son esterilizadas (habitualmente mediante radiación). Estas moscas se liberan en zonas infectadas para aparearse con las hembras silvestres. Dado que las hembras solo se aparean una vez en su vida, los huevos que ponen son infértiles. Repetido en gran escala, este método puede llevar a la erradicación local del parásito.

Texas, el nuevo epicentro biotecnológico

La nueva fábrica en la base aérea de Moore, cerca de Edinburg (a 32 km de la frontera), tiene como objetivo producir hasta 300 millones de moscas macho estériles por semana. Esto se suma a la producción existente de Panamá (117 millones) y México (100 millones).

La inversión no queda solo en producción biotecnológica. El gobierno estadounidense anunció también:

  • $100 millones de dólares adicionales para trampas, atrayentes y tecnología de detección.
  • Refuerzo de los patrullajes fronterizos mediante “tick riders”, vaqueros montados a caballo formados para vigilar los movimientos de ganado.
  • Entrenamiento de perros especializados para olfatear el parásito en puntos estratégicos.

Esta combinación convierte al sur de Texas en la vanguardia de una lucha silenciosa por la seguridad alimentaria de una de las principales economías del mundo.

Historia de una plaga continental

La amenaza del gusano barrenador no es nueva. Históricamente, ha provocado importantes daños en el continente americano. Durante el siglo XX, su presencia se convirtió en un problema tan severo que motivó la creación de programas internacionales para su erradicación.

Fue en la década de los 70 cuando Estados Unidos logró erradicarlo de su territorio mediante el mismo método que ahora pretende reactivar: cría y liberación de moscas estériles. En aquél entonces, las fábricas estaban en suelo estadounidense, pero luego se desmantelaron cuando se dio por controlado el problema. La nueva inversión marca un retorno estratégico.

Impacto económico en el sector ganadero

La industria ganadera estadounidense genera más de $83,000 millones anuales, según el USDA. Texas, por sí solo, alberga más de 13 millones de cabezas de ganado, lo que lo convierte en el estado con mayor producción ganadera.

Un brote grave de gusano barrenador en este contexto podría implicar:

  • Destrucción de ganado infectado.
  • Prohibiciones o limitaciones de exportación.
  • Incremento en los precios de la carne.
  • Pérdida de empleos rurales y agropecuarios.

Según estimaciones, una epidemia transfronteriza podría causar pérdidas económicas superiores a los $4,000 millones anuales en EE.UU.

Relación con México: cooperación binacional

El gusano barrenador no reconoce fronteras. Por ello, la Secretaría de Agricultura de México y el USDA firmaron un plan de acción conjunto que incluye:

  • Mayor vigilancia con trampas atrayentes.
  • Revisión de instalaciones de movimiento de ganado.
  • Corralamientos certificados por gobierno antes de movilizar animales.

“Seguiremos conversando para permitir la reapertura de exportaciones ganaderas de México,” escribió en X (antes Twitter) Julio Berdegué, Secretario de Agricultura de México.

La cooperación bilateral es vital. Aunque Estados Unidos por ahora mantiene el cierre fronterizo para importaciones de ganado, caballos y bisontes desde México, se espera que este esfuerzo conjunto permita reabrir el comercio gradualmente.

Proteger al ganado es proteger al consumidor

En última instancia, como apuntó la Secretaria Rollins durante la conferencia de prensa en Austin junto al gobernador texano Greg Abbott, “la seguridad agrícola es seguridad nacional”. Y tiene razón.

La ganadería no solo garantiza alimentos a millones: también sostiene cadenas productivas, empleos, la estabilidad de precios y hasta el paisaje rural de países enteros.

Sería un error subestimar una amenaza como el gusano barrenador debido a su diminuto tamaño. Detrás de esa amenaza, se esconde una bomba biológica.

La ciencia como escudo biológico

La estrategia de esterilización de insectos no solo se ha usado para combatir el gusano barrenador. Ha sido aplicada con éxito también contra moscas de la fruta, mosquitos portadores de malaria y otros vectores. Es considerada una de las formas más sustentables y ecológicas de control de plagas.

Lo interesante es cómo esta crisis está forzando al gobierno estadounidense a modernizar sus instalaciones, invertir en biotecnología y entrenar personal especializado. Desde científicos a vaqueros, pasando por perros rastreadores, este esfuerzo integral representa un modelo de respuesta ante amenazas zoonóticas.

¿Y si no se actúa ahora?

Si el gusano barrenador cruza la frontera y se instala en Texas, contenerlo sería infinitamente más costoso, lento y menos efectivo. La experiencia histórica indica que una vez establecido, su erradicación puede tardar décadas.

Además, una plaga así podría contribuir a incrementar aún más los precios de los alimentos, que ya sufren tensiones por factores globales como la guerra en Ucrania, el cambio climático y la inflación.

Un kilo de carne molida cuesta hoy en promedio $6.13 dólares (USDA, junio 2024), un 24% más que en 2020. Un brote podría volverlo aún más inaccesible para muchas familias.

Una guerra silenciosa con moscas como soldados

Puede sonar a ciencia ficción, pero millones de moscas esterilizadas sobrevolando el sur de EE.UU. representan hoy el escudo defensivo de uno de los sectores críticos de la economía.

En un país donde los conflictos geotraegicos, los sabotajes cibernéticos y las tensiones comerciales llenan titulares, resulta refrescante y preocupante a la vez que una guerra silenciosa se libre contra un enemigo milimétrico, pero devastador.

Y es ahí donde la ganadería, la ciencia y la política se fusionan para defender no solo vacas, sino una forma de vida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press