El Tren Maya y su expansión hacia Centroamérica: ¿progreso o amenaza ambiental?

México y Guatemala debaten oportunidades económicas y riesgos ecológicos mientras consideran una ambiciosa ampliación del controvertido proyecto ferroviario

Un encuentro histórico entre Sheinbaum y Arévalo

El reciente encuentro en la región del Petén entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y su homólogo guatemalteco, Bernardo Arévalo, marcó un punto de inflexión en la cooperación regional entre ambos países. Aunque abordaron diversos temas como la seguridad fronteriza y el combate al crimen organizado, uno brilló con luz propia por su impacto potencial: la posible expansión del Tren Maya de México hacia Guatemala y Belice.

Este ambicioso proyecto ferroviario fue una de las insignias del gobierno del expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien lo promovió como una solución integral para impulsar el desarrollo del sur del país, especialmente en estados históricamente olvidados como Chiapas, Campeche y Quintana Roo. Sin embargo, la herencia del Tren Maya ha sido todo menos pacífica.

Un proyecto que divide opiniones

El Tren Maya consiste en una red ferroviaria de más de 1,500 km que recorre la península de Yucatán. Desde su concepción ha despertado fuerte oposición ambiental y polémica legal por sus efectos sobre ecosistemas esenciales. Reportes de varias ONG y académicos han advertido sobre su impacto en zonas subterráneas —incluidos vastos sistemas de cuevas inundadas— que proveen agua potable a millones de personas y contienen formaciones geológicas y arqueológicas únicas.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se han identificado más de 1,500 vestigios arqueológicos en el trayecto actual del tren. Esto implica que el desarrollo ferroviario ha requerido desvíos, suspensiones parciales y múltiples litigios presentados por pueblos originarios afectados.

La visión binacional: crecimiento sí, pero con condiciones

Ahora, con Claudia Sheinbaum como nueva presidenta de México y con el reformista Bernardo Arévalo liderando Guatemala, el proyecto tiene nuevamente sobre la mesa la posibilidad de expandirse más allá de las fronteras mexicanas. Según declaraciones conjuntas, ambos mandatarios coincidieron en los beneficios económicos que podría traer la interconexión de sus países por medio del tren.

Es una visión que compartimos”, afirmó Arévalo. Sin embargo, puso sobre la mesa su férrea postura: “El Tren Maya no traspasará áreas protegidas en Guatemala.” El presidente se refiere particularmente a las densas y biodiversas selvas del Petén guatemalteco, una de las pocas regiones aún relativamente intactas en Centroamérica que contiene parques nacionales y reservas de la biosfera, como la Reserva de la Biosfera Maya, que alberga especies en peligro de extinción como el jaguar y el tapir centroamericano.

Alternativas en discusión: protección por diseño

Durante el encuentro bilateral, se discutió una alternativa al trazado original: que el trayecto del tren no cruce directamente estas junglas protegidas, sino que se proponga una ruta más periférica o en “forma de anillo”. Técnicamente, esto implicaría mayores costos de infraestructura y logística, pero mitigaría el riesgo ecológico.

Por su parte, Sheinbaum se mostró receptiva a esta propuesta. “Hoy, México y Guatemala demuestran la voluntad de dos naciones hermanas, con gobiernos comprometidos con la justicia y sus pueblos, de avanzar juntas hacia un futuro más digno, equitativo y libre”, declaró.

¿Puede un tren ser verde?

El dilema central se sintetiza en una pregunta: ¿se puede hacer infraestructura de gran escala que sea verdaderamente sustentable? Expertos como la bióloga y consultora ambiental Luisa Rodríguez opinan que sí, pero que requiere “tiempo, estudios científicos rigurosos y, sobre todo, voluntad política para escuchar a las comunidades locales”.

En el caso mexicano, muchos procesos de evaluación ambiental fueron modificados o ignorados bajo el pretexto de la “seguridad nacional” por parte del gobierno de López Obrador. Esto abrió el camino para denuncias ante la ONU y cortes internacionales por la falta de consulta previa con pueblos indígenas, exigida por el Convenio 169 de la OIT.

El Tren Maya y el crimen organizado

Otro aspecto crucial tratado por Sheinbaum y Arévalo fue el incremento de la violencia en la región fronteriza. De acuerdo con la organización InSight Crime, los carteles mexicanos han comenzado a operar con más intensidad en el norte guatemalteco, ante el fortalecimiento de rutas migratorias y de tráfico de droga que cruzan de Petén a Chiapas.

De hecho, hace apenas días, más de 100 ciudadanos mexicanos cruzaron hacia Guatemala buscando refugio tras un repunte violento en sus comunidades. Los líderes políticos creen que una infraestructura como el Tren Maya podría contribuir a pacificar la región mediante más presencia institucional y generación de empleos. Sin embargo, críticos afirman que las vías férreas también podrían ser aprovechadas por las redes criminales para el traslado de personas y mercancía, si no se acompaña de una estrategia robusta de seguridad y control aduanal.

La historia de los megaproyectos en América Latina

Casos como el del Tren Maya no son nuevos en la región. Proyectos como el ferrocarril Bioceánico Brasil-Bolivia o la hidroeléctrica Belo Monte en el Amazonas brasileño han demostrado cómo las grandes obras, aunque prometen beneficios económicos, suelen avanzar a costa del medio ambiente y sin respetar los derechos de las comunidades locales.

En comparación, Arévalo pretende establecer un nuevo modelo, más participativo y basado en la ciencia. Australia, Canadá y los países escandinavos han logrado equilibrar megaproyectos con estándares ecológicos elevados, pero siempre con base en una institucionalidad fuerte, algo de lo que adolecen muchos países latinoamericanos.

Cifras sobre la biodiversidad del Petén

  • Más de 500 especies de aves habitan la región.
  • Alberga el 60% de los jaguares contabilizados en Mesoamérica.
  • Contiene una de las mayores extensiones de bosque tropical seco del hemisferio occidental.

Un futuro interconectado, ¿pero a qué precio?

Mientras México y Guatemala afianzan sus lazos diplomáticos, cabe preguntarse si el progreso que promete esta nueva era de infraestructura compartida será verdaderamente incluyente, sostenible y transparente. Las decisiones que se tomen hoy marcarán a varias generaciones, no solo en términos económicos, sino también en relación al medio ambiente y los derechos humanos.

No podemos caer en la trampa de que desarrollo es sinónimo de cemento”, advirtió recientemente la activista guatemalteca Yolanda Ortega, de la Alianza Ambiental del Petén. “La selva no es un obstáculo al progreso, es nuestro mejor legado para el futuro.”

Por ahora, el tren no ha cruzado la frontera, pero el debate sobre su posible expansión ya ha comenzado a moverse a toda velocidad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press