Santa Rosa, soberanía y tensiones: El nuevo capítulo de la disputa entre Perú y Colombia
La visita de Dina Boluarte a la isla en disputa reaviva las llamas del conflicto con Colombia en pleno auge de relaciones geopolíticas tensas en Sudamérica
Por décadas, los límites de la Amazonía entre Perú y Colombia han permanecido relativamente tranquilos. Sin embargo, en las últimas semanas, la pequeña Isla Santa Rosa vuelve a estar en el ojo del huracán. Con una población de apenas 3.000 habitantes, esta porción de tierra emergida en medio del río Amazonas se ha convertido en símbolo de soberanía para Perú y en motivo de tensión diplomática con su vecino del norte: Colombia.
Una isla joven con historia centenaria
La Isla Santa Rosa no estaba presente cuando se firmaron los tratados de límites entre Perú y Colombia en el siglo XX, como el Tratado Salomón–Lozano de 1922. Este histórico acuerdo sentó las bases para resolver disputas territoriales, reconociendo la soberanía de Colombia sobre Leticia y otras zonas cercanas. Sin embargo, al no existir geográficamente la isla en ese entonces, Colombia alega que el surgimiento posterior de Santa Rosa no está cubierto por dichos tratados, lo que abre una ambigüedad legal que ahora ha escalado al plano diplomático.
Perú, por su parte, sostiene que la isla se encuentra dentro del distrito de Santa Rosa de Loreto en la región amazónica peruana, por lo tanto, no puede haber ambigüedad: el territorio es suyo. Así fue reafirmado enfáticamente por la presidenta Dina Boluarte durante su reciente visita, al declarar: “El distrito de Santa Rosa de Loreto es peruano y seguirá siéndolo”.
La respuesta de Colombia y la escalada de tensiones
Los roces más recientes tienen origen en una sucesión de hechos ocurridos desde inicios de agosto. El presidente colombiano Gustavo Petro generó polémica al desestimar públicamente la autoridad peruana sobre Santa Rosa, lo que fue percibido como un gesto diplomático grave. El 13 de agosto se detuvo a tres ciudadanos colombianos —entre ellos un topógrafo— por realizar trabajos de medición hídrica sin autorización en la isla, supuestamente para ampliar un muelle en la ciudad colombiana de Leticia.
Petro calificó los arrestos como un “secuestro”, en una muestra del nivel del enfrentamiento. Aunque uno de los hombres fue liberado por decisión judicial, dos de ellos permanecen detenidos mientras se investiga si su accionar constituye un atentado contra la soberanía nacional.
En respuesta a estos eventos, el 15 de agosto se produjo un fuerte gesto político por parte de Perú: la presidenta Boluarte desembarcó con su gabinete y fue recibida entre banderas rojas y blancas. Además de cantar el himno nacional, envió un mensaje directo: “Perú no aceptará actos inaceptables que afecten la hermandad entre nuestras naciones”.
Santa Rosa y su importancia geoestratégica
Si bien puede parecer un debate marginal, Santa Rosa reviste importancia logística y económica. Su emplazamiento en la triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil la convierte en un nodo crucial para el comercio fluvial, la defensa del narcotráfico y la gestión ambiental y de recursos hídricos.
El control sobre el tráfico de mercancías y personas, en una zona tan porosa y selvática, significa también una posición privilegiada para combatir delitos como el tráfico de drogas, trata de personas y minería ilegal. Además, la Amazonía representa un ecosistema de valor incalculable para la subsistencia y soberanía energética futura de cualquier país sudamericano.
Incidentes que alimentan el fuego
Los hechos que han avivado el fuego entre los dos países no se limitan a la visita de Boluarte o los arrestos:
- 7 de agosto: Un avión militar colombiano sobrevoló la isla, lo que fue calificado como provocación.
- 12 de agosto: El exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, izó una bandera colombiana en la isla, que fue retirada posteriormente por autoridades peruanas.
- Días previos: Incremento de patrullajes peruanos en la zona, en paralelo con ejercicios militares colombianos en Leticia.
Estos gestos simbólicos, si bien no han desencadenado acciones armadas, implican un grave deterioro del diálogo bilateral. Como dijo el analista internacional Mario Paredes para El Comercio: “Lo que está en juego no es la isla propiamente dicha, sino quién tiene voz en el corazón del Amazonas”.
¿Camino a mediación o escalada?
Ambas naciones tienen históricos vínculos de hermandad, y alguna vez formaron parte de bloques regionales cooperativos como UNASUR o la Comunidad Andina. La Organización de Estados Americanos (OEA) podría verse obligada a intervenir mediante una mesa de mediación diplomática si las acciones continúan escalando. No obstante, hasta el momento, ninguna de las partes ha solicitado oficialmente mediación internacional.
Expertos del Centro de Estudios Estratégicos del Perú recomiendan que se convoque a una revisión técnica, conjunta y con observadores externos, que determine el estatus actual de la isla y su validez dentro de los tratados bilaterales. Una propuesta que no fue bien recibida por Bogotá, que insiste en que no hay razón de revisar nada “que está fuera de tratado alguno”.
Impacto geopolítico en la región
El enfrentamiento entre Perú y Colombia ocurre en un momento crucial para América Latina, que busca posicionarse como un bloque en temas comerciales, ambientales y de gobernanza democrática. Estos choques internos debilitan la postura continental frente a potencias como Estados Unidos y China.
En pleno auge de tensiones globales, conflictos como este otorgan a países externos oportunidades de injerencia. Según el periodista brasileño Henrique Silva de Folha de São Paulo: “Todo roce Amazónico es analizado por intereses chinos, rusos o estadounidenses. La Amazonía ya no es sólo selva; es tablero geopolítico”.
El pueblo de Santa Rosa frente al conflicto
Poco se ha hablado de los verdaderos habitantes de esta isla flotante en el Amazonas. La mayoría de los 3.000 pobladores viven en condiciones precarias, con acceso limitado a agua potable, salud y educación. Ellos son quienes más sienten la ausencia del Estado, tanto del peruano como del colombiano, y quienes sufren las consecuencias materiales de estos debates políticos de alto nivel.
En declaraciones para el diario La República, una madre de familia que reside en la isla afirmó: “Aquí no tenemos ejército. Tenemos familia, vecinos y ganas de trabajar. Lo que pedimos es que nos dejen vivir sin peleas”.
Futuro incierto para la diplomacia andina
Mientras no exista un acuerdo claro y conjunto, Santa Rosa seguirá siendo un punto sensible de fricción. El simbolismo de una presidenta izando su bandera no resuelve un problema legal de fondo. Del otro lado, Colombia parece estar usando el caso como una carta de presión diplomática, en un momento en que Petro enfrenta presiones políticas internas.
Este tipo de disputas, aunque localizadas, llevan el potencial de generar efectos dominó. Lo importante será si ambos gobiernos eligen el camino del diálogo o de las provocaciones sucesivas.
Mientras tanto, en Santa Rosa, los comerciantes siguen abriendo sus quioscos, los niños juegan a la orilla del río y los pescadores continúan su faena diaria. Lejos de las banderas y las conferencias de prensa, la vida persiste pese a las disputas.