Trump, Putin y el retorno del viejo tablero geopolítico

Un nuevo encuentro en Alaska reaviva temores, simbolismos de poder y el desconcierto diplomático sobre la guerra en Ucrania

Un saludo digno de aliados… para un adversario

Una alfombra roja sobre el frío suelo de Alaska, aviones militares sobrevolando en una demostración de músculo aéreo, apretones de manos, sonrisas y una limusina presidencial compartida. Así fue el recibimiento que el expresidente Donald Trump brindó al mandatario ruso Vladimir Putin durante su reciente cumbre en Anchorage. Pero este suntuoso escenario no recibió a un aliado: fue el escenario cuidadosamente montado para el líder que invadió Ucrania, desató una de las mayores crisis humanitarias del siglo XXI y ha desafiado el liderazgo estadounidense en la OTAN y el orbe.

Para muchos observadores y analistas internacionales, este encuentro ha sido más que un evento diplomático: ha sido una poderosa postura simbólica sobre cómo Trump ve el futuro de la política internacional y el papel de Estados Unidos en ella. Y lo que revela puede resultar alarmante.

¿Un nuevo eje del poder?

El líder republicano insiste en que desea terminar con la guerra en Ucrania “en 24 horas”, una promesa que repitió en múltiples momentos a lo largo de su campaña y que, según expertos, carece de toda viabilidad práctica. "Estoy frustrado con Putin", dijo recientemente, amenazando con nuevas sanciones y "consecuencias severas" si no se acuerda un alto el fuego. Pero sus acciones públicas dicen otra cosa.

Ciertos gestos, como el viaje compartido en limusina presidencial, la cordialidad excesiva, e incluso las sonrisas compartidas en un podio adornado con “Alaska 2025”, dan un mensaje contradictorio. La imagen de Trump aplaudiendo a Putin mientras descendía de su avión militar, acompañada del sobrevuelo de F-22 Raptor y un B-2 Spirit, parecen combinar fuerzas y reverencia de forma desconcertante.

En contraste, el trato que el líder estadounidense brindó a Volodymyr Zelenskyy, presidente de Ucrania, durante su visita a la Casa Blanca no pudo ser más diferente. Regañado, acusado de “disrespectful”, y despedido abruptamente tras el fracaso de una negociación sobre acceso a minerales raros, Zelenskyy se encontró ante una pared diplomática más que un puente.

¿Trump como negociador de paz o promotorde narrativa revisionista?

Trump ha intentado posicionarse como el único líder capaz de negociar la paz entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, sus ataques a aliados estadounidenses y la tibieza ante Putin levantan sospechas. Durante este encuentro en Alaska, medios captaron su sonrisa al subir con Putin a su limusina blindada, como antiguos amigos más que líderes de bandos opuestos.

La postura de Trump recuerda a reuniones pasadas como la de Helsinki 2018, en la que prefirió respaldar la palabra de Putin por encima de los informes de sus propios servicios de inteligencia respecto a la interferencia rusa en las elecciones de 2016.

El contexto geoestratégico actual

No se trata solo de formas. Rusia lleva más de tres años invadiendo Ucrania, dejando un saldo estimado de más de 350,000 personas fallecidas entre civiles y militares hasta inicios de 2024 y generando una ola de refugiados interna y externamente que supera los 10 millones de personas (fuente: ACNUR). La anexión de Crimea en 2014, las masacres registradas en Bucha o Mariúpol, y el uso de la energía como herramienta geopolítica han convertido a Putin en un líder paria para buena parte de Europa.

Frente a esto, Trump ha optado por una postura ambigua: condena superficialmente la guerra, pero evita señalar responsabilidades claras y mantiene su retórica sobre que la culpa del conflicto es compartida entre NATO y Ucrania.

¿Qué significa esta cumbre para el orden internacional?

Expertos como Fiona Hill, ex asesora de seguridad nacional en temas rusos, han advertido durante años que Putin ve a Trump como una figura útil para fracturar la unidad occidental. Hillary Clinton expresó en una conferencia en 2023 que "la admiración mutua entre ambos es peligrosa para el equilibrio global".

Los símbolos importan. A nivel diplomático, invitar a Putin a suelo estadounidense, hacerlo parte del espectáculo y minimizar las atrocidades de su gobierno tiene un efecto directo: legitima. De hecho, para el Kremlin, estas imágenes son oro puro. Muestran un Occidente dividido y a un expresidente estadounidense complaciente. En palabras del politólogo francés Sylvain Kahn: “Putin juega al ajedrez, y cada foto de cordialidad con Trump es una pieza ganada”.

Reacciones dispares dentro de EE. UU.

La reacción local en Estados Unidos no se ha hecho esperar. Republicanos moderados como Mitt Romney y Liz Cheney criticaron la “sumisión impropia”, mientras que figuras trumpistas como Marjorie Taylor Greene aplaudieron su capacidad para "dialogar con cualquiera con tal de buscar estabilidad".

Por su parte, Schwarzenegger y figuras centristas recordaron el peligro de ceder terreno simbólico a regímenes autoritarios. “Si celebras a quien destruye democracias, estás dándole las llaves a tu propia casa”, tuiteó el exgobernador de California.

Un espectáculo para las multitudes… y para las urnas

En un año donde las elecciones vuelven a marcar la agenda, Trump ha convertido la diplomacia en una escenografía electoral. Al polarizar aún más la política exterior y deslegitimar alianzas históricas como la OTAN, apela al sentimiento aislacionista que le dio buena parte de sus votos en 2016.

Además, no han faltado las acusaciones de que busca emular la estrategia de líderes como Orban en Hungría o Erdogan en Turquía: liderazgos fuertes, personalistas y capaces de moldear las instituciones desde la cima con base en apoyo popular amalgamado con narrativas antiglobalistas.

¿Y la guerra en Ucrania?

Mientras tanto, Ucrania sigue sangrando. La ofensiva rusa en Járkiv ha recrudecido, y la ayuda internacional parece pender de un hilo frente a los vaivenes políticos de Estados Unidos. La visita de Zelenskyy ya no garantiza recursos ni alianzas estables. En cambio, la foto de Putin en una limusina estadounidense circula sin obstáculos.

Una foto vale por mil soldados”, ironizaba un tuit viral ucraniano tras la cumbre.

¿Viejos amigos o nueva estrategia de poder?

Frente al mundo, esta reunión en Alaska plantea dos cuestiones clave. Primero, ¿qué repercusiones tendrá en la moral de aliados europeos y en la credibilidad del compromiso estadounidense con el orden liberal global? Y segundo, ¿será esta reunión un episodio aislado o la consolidación definitiva de una doctrina Trumpista en política exterior que redefine a los enemigos como socios viables?

Como suele suceder con Trump, el espectáculo no es solo parte del mensaje: es el mensaje.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press