Trump y Putin: un encuentro con alfombra roja, sin acuerdos ni respuestas

La reunión entre el expresidente Trump y Vladimir Putin en Alaska terminó sin avances en la guerra de Ucrania, pero con señales inquietantes sobre el rumbo diplomático de EE.UU.

Un saludo cálido, pero poca sustancia

La esperada cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin, celebrada en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska, comenzó con todos los honores dignos de una visita de Estado: desfile militar, aviones sobrevolando el cielo ártico y la alfombra roja lista para el ingreso del mandatario ruso. Sin embargo, tras dos horas y media de diálogo, el encuentro concluyó sin anuncios concretos y sin ofrecer espacio para preguntas de la prensa.

Putin agradeció con tono afable el recibimiento y recordó la “histórica” cooperación entre ambos países, desde la Segunda Guerra Mundial hasta las misiones conjuntas durante la Guerra Fría. “Rusia y EE.UU. comparten valores”, declaró Putin, una afirmación que, en el mejor de los casos, parece un intento desesperado de reescribir la narrativa geopolítica moderna.

Trump, optimismo sin detalles

Donald Trump calificó la reunión como “muy productiva”, aunque reconoció que no se alcanzó ningún acuerdo sobre un posible cese al fuego en Ucrania. Y aunque repitió en varias ocasiones que hubo “progreso significativo”, evitó ofrecer detalles y tampoco se comprometió a un plan de acción concreto.

En una posterior conversación con Fox News, reiteró la falta de avances, pero afirmó que la puerta sigue abierta para futuras conversaciones, posiblemente una trilateral con el presidente ucraniano Zelenskyy en territorio estadounidense o incluso una visita suya a Moscú.

Puntos clave del encuentro

  • Ausencia de acuerdo: No se logró pacto alguno sobre el conflicto en Ucrania.
  • Sin rueda de prensa efectiva: Ambos dirigentes hicieron declaraciones de rutina sin responder preguntas.
  • Putin volvió a EE.UU. tras una década: Su presencia marca un giro simbólico en las relaciones diplomáticas.
  • Recepción positiva para Putin: La ceremonia y la limusina presidencial compartida fueron mensajes visuales potentes.

Una victoria simbólica para Moscú

Lo que quizás sea más revelador del fracaso de la cumbre es lo que sí ocurrió: la rehabilitación de Putin en el escenario político de Estados Unidos. Alejado casi por completo de Occidente desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, el mandatario ruso encontró en Alaska una bienvenida que contrastó notoriamente con el aislamiento que su país ha sufrido en los últimos años.

Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, declaró en redes sociales que “el Occidente está perdiendo la cabeza” ante el recibimiento que tuvo Putin. Y no es para menos: más allá del protocolo, el encuentro simboliza una narrativa alternativa que niega el carácter agresor de Rusia al invadir Ucrania y busca equiparar moralmente a ambas potencias.

“La guerra no habría ocurrido si Trump hubiera ganado”

Una de las declaraciones más controversiales del encuentro fue la insinuación de que la guerra en Ucrania podría haberse evitado si Trump hubiese sido reelegido en 2020. Esa afirmación, aunque políticamente conveniente tanto para el exmandatario estadounidense como para Putin, carece de pruebas verificables. No puede comprobarse si una administración Trump habría disuadido a Moscú de invadir Ucrania.

Aun así, esta narrativa ha calado entre parte del electorado estadounidense y entre los asesores de Trump, quienes reiteran que el estilo de liderazgo del republicano se habría traducido en un equilibrio de poder diferente.

¿Quién ganó realmente en esta cumbre?

Si bien no se firmaron acuerdos, es evidente que Putin salió fortalecido de esta reunión. No solo logró romper el aislamiento diplomático occidental, sino que también se proyectó ante el mundo, y especialmente ante su propio electorado, como un líder capaz de dialogar con EE.UU. de igual a igual. La ausencia de menciones por parte de Trump a los crímenes de guerra rusos o la situación humanitaria en Ucrania refuerza esta percepción.

Mientras tanto, Ucrania queda esperando un compromiso más firme por parte del antiguo aliado norteamericano. La celebración de una posible cumbre tripartita con Zelenskyy sigue siendo una promesa vaga, sin fecha ni estructura definidas.

Tiempo a favor de Rusia

A más de tres años del inicio de la guerra, Rusia parece estar jugando con ventaja en el plano diplomático. Con una economía rescatada por acuerdos energéticos con China, India y otros países no alineados, y con un frente militar que aunque estancado sigue activo, el Kremlin ha demostrado capacidad de resistencia.

Mientras las sanciones occidentales continúan, Putin parece estar ganando espacio en la arena internacional. Una cita con el expresidente de Estados Unidos en suelo estadounidense es una señal de que el aislamiento tiene grietas.

Trump y su estilo personalista

El estilo político de Trump, caracterizado por el personalismo, se manifestó en la forma en que manejó la cumbre: sin detalles, sin estructura, confiando en su capacidad de persuasión y carisma. Sin embargo, su decisión de no permitir preguntas durante la conferencia de prensa quizás revela su propio juicio sobre el fracaso del encuentro.

Trump había declarado que había un 25% de posibilidades de que la cumbre fracasara, y aunque trató de vestir el encuentro con optimismo, lo cierto es que ningún resultado tangible fue presentado.

¿Hacia dónde se dirige la diplomacia estadounidense?

Este episodio deja abiertas interrogantes esenciales sobre el rumbo de la política exterior de Estados Unidos. La disposición de Trump a legitimar a Putin como un interlocutor legítimo, a pesar de violaciones claras del derecho internacional, puede establecer un precedente que afecte tanto a sus relaciones con aliados tradicionales como a su imagen internacional.

La situación refuerza la necesidad de una estrategia clara y coherente sobre Rusia. No es posible, desde una perspectiva diplomática sostenible, tratar de frenar la amenaza rusa si al mismo tiempo se la normaliza en el plano simbólico y mediático.

Lo que está en juego

Este encuentro no fue solo una reunión más. Fue un intento de revisión geopolítica en medio de una guerra. La tibieza del compromiso por parte de Trump y la sonrisa satisfecha de Putin representan, en términos simbólicos, más que la ausencia de conclusiones formales: revelan una narrativa peligrosa donde la guerra puede relativizarse y el autoritarismo encontrar justificación.

Con las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el horizonte, el modo en que Trump interactúa con líderes como Putin tendrá consecuencias reales en la política global. La pregunta que queda flotando es: ¿cuál es el precio de este tipo de encuentros y quién lo termina pagando?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press