Jair Bolsonaro: entre diagnósticos médicos y juicios políticos el exmandatario desafía su destino

Evaluamos la salud física y política del expresidente brasileño mientras enfrenta múltiples juicios y una posible condena histórica

Un expresidente entre hospitales y tribunales

El exmandatario brasileño Jair Bolsonaro, símbolo de la política ultraderechista en Latinoamérica, volvió a ser noticia este fin de semana tras abandonar temporalmente su arresto domiciliario para someterse a una serie de exámenes médicos en el hospital DF Star, en Brasilia. Aunque fue una salida corta, autorizada por el juez que supervisa su proceso, la visita reveló nuevos detalles preocupantes sobre su estado de salud y reavivó el debate acerca de su situación judicial.

Según el reporte médico, Bolsonaro fue evaluado por síntomas como fiebre, tos persistente, reflujo gastroesofágico crónico e hipo. Los exámenes revelaron signos residuales de dos infecciones pulmonares recientes, así como esofagitis persistente y gastritis. Fue dado de alta el mismo día, con indicación de continuar el tratamiento bajo medicación.

Las cicatrices de 2018 siguen marcando su salud

Los problemas médicos de Bolsonaro no son nuevos. Desde el intento de asesinato que sufrió en 2018 durante la campaña presidencial, cuando fue apuñalado gravemente en el abdomen, ha sido hospitalizado al menos una docena de veces por complicaciones intestinales relacionadas con aquella herida.

Su última cirugía ocurrió en abril del presente año, cuando fue operado por una obstrucción intestinal, una dolencia asociada a las múltiples intervenciones quirúrgicas a las que se ha sometido desde 2018. “Es un paciente de alto riesgo con historial quirúrgico complejo”, señalaron los médicos del hospital DF Star en un boletín anterior.

El laberinto judicial de Bolsonaro

Más allá de la salud física, Bolsonaro enfrenta otra amenaza de igual o mayor volumen: la justicia brasileña. El exmandatario está siendo juzgado por el Supremo Tribunal Federal por su presunta participación en un intento de permanecer en el poder ilegalmente, después de perder las elecciones presidenciales de 2022 ante Luiz Inácio Lula da Silva.

Una sala compuesta por cinco magistrados tiene previsto emitir los veredictos entre el 2 y el 12 de septiembre. Bolsonaro está acusado en cinco procesos diferentes, incluyendo intento de golpe, conspiración para socavar el sistema democrático y uso indebido de canales oficiales para difundir desinformación.

El juez Alexandre de Moraes, quien lidera varios de estos procesos, impuso el arresto domiciliario desde el 5 de agosto, alegando que Bolsonaro había violado medidas cautelares al seguir difundiendo mensajes a través de sus tres hijos, todos legisladores en el Congreso Nacional.

Críticas internacionales y apoyo incondicional

Pese al cerco judicial, Bolsonaro mantiene un grupo reducido pero leal de seguidores. Una muestra de esto fue la presencia de unas veinte personas en las afueras del hospital donde fue atendido el sábado, manifestando que el expresidente es víctima de persecución política.

Incluso el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha salido en su defensa. En redes sociales calificó el juicio de Bolsonaro como una “caza de brujas” y lo relacionó con su decisión de aplicar un arancel del 50% a las importaciones brasileñas, argumentando que es una forma de presión indirecta contra lo que considera una injusticia.

“Bolsonaro fue un aliado fuerte de la democracia hemisférica. Lo están crucificando sin pruebas sólidas”, señaló Trump.

Este tipo de respaldo hace eco entre ciertos sectores del conservadurismo sudamericano, pero no logra frenar el avance legal que enfrenta el exmandatario. De hecho, los analistas políticos brasileños alertan que un fallo en su contra podría convertirse en un hito democrático en la historia reciente de Brasil.

¿El ocaso político del bolsonarismo?

Políticamente, Bolsonaro ha pasado de ser un líder influyente a convertirse en un actor marginal, limitado en movilidad y expresión. Desde su derrota electoral hasta su arresto, ha visto disminuido su poder real, aunque su legado sigue vigente en ciertos estados brasileños donde los gobernadores bolsonaristas aún mantienen apoyo popular.

No obstante, su situación legal le impide postularse para cargos públicos durante los próximos años, y una condena firme ante el Supremo Tribunal Federal podría inhabilitarlo de manera permanente. Las acusaciones son graves y, aunque el expresidente niega cualquier responsabilidad, su defensa se ha visto debilitada por documentos, grabaciones y confesiones de posibles colaboradores cercanos.

La caída de Jair Bolsonaro ante la justicia podría significar el fin simbólico del bolsonarismo como movimiento central en la política brasileña. En palabras del analista político Marcos Nobre:

“El bolsonarismo sobrevivirá, pero no necesariamente liderado por Bolsonaro. Quizás emerja una nueva cara con el mismo discurso, pero su época parece estar llegando a su fin.”

Una salud debilitada ante un futuro incierto

La imagen de un Bolsonaro saliendo en silla de ruedas del hospital, acompañado por pocos simpatizantes y con el rostro visiblemente demacrado, contrasta poderosamente con la figura dominante que lideró el país entre 2019 y 2022. El exmilitar, que alguna vez arengaba multitudes en motocicleta y prometía purgar las instituciones de la izquierda, hoy parece un símbolo de fragilidad tanto médica como política.

Para muchos brasileños, este declive es un alivio. Para otros, es una tragedia. Lo cierto es que el juicio a Bolsonaro trasciende su persona: se trata de un test de stress institucional para la democracia brasileña. Si logra sancionar a un expresidente con apego a las normas del Estado de Derecho, marcará un antes y un después en la región.

Brasil observa con atención

La población observa con una mezcla de expectativa y polarización. Las encuestas recientes indican que aproximadamente un 58% de los brasileños considera que Bolsonaro debe ser juzgado. No obstante, casi un 32% cree que es víctima de persecución política, especialmente en el sur y centro-oeste del país, donde su base es más fuerte.

Los próximos meses serán decisivos. Para Bolsonaro, porque su libertad y legado están en juego. Para Brasil, porque su capacidad de dirigir una transición democrática frente a figuras autoritarias será puesta a prueba. Y para América Latina, porque lo que suceda con Bolsonaro podría establecer un precedente para líderes de corte similar en otros países.

¿Podrá el exmandatario recuperarse física y políticamente? ¿O será este el último capítulo del líder que marcó una era de controversia, negacionismo y confrontación institucional? La historia dirá. Por ahora, el pronóstico sigue reservado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press