La marea dorada que amenaza las Colinas Negras: historia, codicia y resistencia
El renacer de la minería de oro en Dakota del Sur desata una nueva batalla entre corporaciones, comunidades nativas y ambientalistas
La codicia por el oro, viejo anhelo de conquistadores y aventureros, ha revivido en pleno siglo XXI en las sagradas tierras de las Colinas Negras (Black Hills), transformando una región de belleza natural y valor espiritual en el epicentro de una disputa entre intereses económicos, herencia indígena y preservación ambiental.
Un legado de saqueos y promesas rotas
Las Colinas Negras —que se extienden por más de 1.2 millones de acres en Dakota del Sur y Wyoming— no solo representan un tesoro geológico, sino también un sitio sagrado para el pueblo Lakota Sioux. De acuerdo con la tradición, estas colinas son el corazón espiritual de su nación, protegidas por el Tratado de Fort Laramie de 1868, que reconocía su derecho exclusivo al territorio.
Sin embargo, en 1874, tras el hallazgo de oro por parte de una expedición liderada por el Teniente Coronel George Armstrong Custer, el gobierno estadounidense violó el tratado y permitió la entrada de colonos, dando inicio a décadas de saqueo. A pesar de que la Corte Suprema de EE.UU. falló en 1980 que la apropiación fue ilegal y se otorgó una compensación, los Sioux nunca aceptaron el dinero —muestra de que su reclamo no ha caducado.
El nuevo auge: el precio récord del oro
En 2002, el oro se cotizaba a unos $300 dólares la onza; hoy, supera los $3,000, según datos del World Gold Council. Esta subida ha despertado un renovado interés por explotar los yacimientos aún vírgenes de las Colinas Negras.
El profesor emérito Colin Paterson, experto en ingeniería geológica en la Escuela de Minas y Tecnología de Dakota del Sur, advierte que la extracción moderna no busca pepitas superficiales, sino que requiere triturar toneladas de roca y usar químicos como cianuro para separar el oro del mineral. Un proceso eficiente, pero peligroso para los ecosistemas.
Minería moderna: ¿progreso o destrucción irreversible?
Actualmente, la única mina de oro operativa en las Colinas Negras es administrada por Coeur Mining. Sin embargo, empresas como Dakota Gold ya han presentado propuestas para abrir un nuevo tajo abierto en 2029 y una mina subterránea en áreas cercanas al antiguo yacimiento de Homestake.
Jack Henris, presidente de operaciones de Dakota Gold, calcula que el proyecto creará unos 250 empleos directos y generará hasta $400 millones en impuestos para el estado. Henris ha prometido estudios ambientales y prácticas responsables, afirmando: “Nosotros también amamos las Colinas. Este es nuestro hogar”.
La cara oculta: derrames, contaminación y cicatrices permanentes
Los detractores no están convencidos. Lilias Jarding, directora de la organización Black Hills Clean Water Alliance, alerta sobre el riesgo de fugas químicas. Coeur’s Wharf Mine, por ejemplo, ha registrado cerca de 200 incidentes de derrames. Aunque la empresa afirma que todas las fallas han sido mitigadas y corregidas, los ambientalistas insisten que cada mina añade presión.
“Hay más de 271,000 acres con concesiones mineras vigentes, lo que supone el 20% del total de las Colinas Negras”, subraya Jarding. “Estamos ante un crecimiento exponencial de la actividad minera en los últimos cinco años.”
Sitios sagrados bajo amenaza
Muchos de los sitios en riesgo son considerados espacios ceremoniales y lugares sagrados para los indígenas Lakota. Taylor Gunhammer, organizador de NDN Collective y miembro de la tribu Oglala Sioux, expone: “No se trata solo del valor mineral; es una cuestión de impunidad regulatoria. Las empresas vienen aquí porque las autoridades estatales lo permiten con facilidad”.
Proyectos localizados en tierras privadas, como el de Dakota Gold, no necesitan cumplir con los requerimientos ambientales del U.S. Forest Service, lo que reduce los controles sobre los cuales la comunidad tiene voz o derecho de veto.
El dilema económico: ¿pan para hoy, ruina para mañana?
Joseph Cavatoni, estratega del World Gold Council, sostiene que “el oro es un activo sólido, ideal para épocas inflacionarias o de recesión”. Este atractivo ha llevado a decisiones como la orden ejecutiva de Donald Trump en marzo para agilizar permisos mineros. Pero, ¿a qué costo?
Tal como lo evidencia la mina de Homestake, cerrada en 2002, la recuperación paisajística es imposible. En su lugar, el área ha sido reconvertida en una instalación científica subterránea. Una paradoja: de oro a ciencia, pero sin volver jamás a su estado natural.
Resistencia indígena: pasado y presente en pie de lucha
Para los Sioux y otras tribus, esta no es solo una lucha ambiental, sino un acto de soberanía y dignidad. La tierra no es mercancía, sino herencia viva. Rechazar la compensación del fallo de 1980 fue una forma de reafirmar que el territorio fue arrebatado y no vendido.
“Este territorio sigue siendo nuestro, y mientras estemos vivos, seguiremos defendiéndolo”, ha declarado en entrevistas el activista Nick Tilsen, presidente de NDN Collective. El grupo ha organizado protestas, ceremonias y campañas políticas para frenar la actividad minera, señalando que “los sitios sagrados no tienen precio”.
Modelos alternativos: turismo, ciencia, espiritualidad
Las Colinas Negras reciben millones de turistas al año, atraídos por paisajes únicos como el Monte Rushmore o el Parque Estatal Custer. La destrucción de estos ecosistemas no solo socava la riqueza natural y espiritual del área, sino que debilita económicamente sectores como el turismo, la recreación al aire libre y la investigación científica.
“Los visitantes vienen por la serenidad, la historia y la majestuosidad del lugar”, afirma Christine Erickson, guía en una reserva natural. “Un tajo abierto no solo destruye ecosistemas, también rompe el alma del lugar.”
¿Qué futuro elegimos?
El caso de las Colinas Negras es una encrucijada simbólica para Estados Unidos. Representa el conflicto entre la economía basada en la explotación de recursos y una visión más sostenible y respetuosa del territorio. La decisión sobre si se permitirá o no la expansión minera tendrá consecuencias que van mucho más allá del oro.
Como lo expresó una vez el líder Lakota Lame Deer: “Ustedes ven la tierra como algo que se posee, nosotros como algo que se honra. Esa es la verdadera diferencia entre ustedes y nosotros.”