Los primeros 100 días del Papa Leo XIV: ¿la 'lluvia serena' que necesitaba la Iglesia?
Entre continuidad y cambio, el nuevo pontífice del Vaticano adopta un estilo sobrio y conciliador tras los años polémicos de Francisco
Un papa que busca unidad en tiempos de fractura
El 8 de mayo de 2025 marcó un hito en la historia reciente del Vaticano: la elección del cardenal estadounidense Robert Prevost como Papa Leo XIV, el primer Pontífice de América del Norte. Cien días después, comienzan a definirse patrones y prioridades de su liderazgo. Lejos del enfoque mediático y a menudo sorpresivo que caracterizó al Papa Francisco, Leo ha elegido un camino distinto: el de la discreción, la continuidad sin confrontación y un retorno a las tradiciones espirituales más profundas.
En estos tres primeros meses, el nuevo Papa ha sorprendido a quienes esperaban una figura fuerte y mediática, como su antecesor. Por el contrario, Leo ha evitado las polémicas, ha hablado de paz en más de una ocasión y ha enfatizado mensajes tradicionales sobre la familia, el papel de los jóvenes y la espiritualidad católica. Todo sin grandes decretos papales ni entrevistas incendiarias.
Un hijo de San Agustín: raíces augustinianas en el corazón de Roma
Desde su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, el Papa Leo se identificó como "hijo de San Agustín", resaltando la inspiración agustiniana que guía su visión eclesial. Este fundamento espiritual se traduce en un énfasis sobre la vida interior, la comunidad fraterna y la búsqueda conjunta de la verdad en Dios.
Leo XIV es egresado de la Universidad de Villanova, dirigida por la orden agustiniana, y ocupó el cargo de prior general de la orden en dos ocasiones. Muchos analistas han observado una "fragancia agustiniana" en sus homilías, donde frecuentemente evoca las enseñanzas de San Agustín de Hipona, un pensador central de la teología cristiana del siglo V.
Misión y periferias: continuidad con el Papa Francisco
Aunque su estilo es claramente distinto al de Jorge Mario Bergoglio, hay coherencias importantes con la visión del papado de Francisco. Leo fue nombrado obispo por Francisco en 2014 y posteriormente escaló posiciones dentro del Vaticano, en parte gracias a la confianza de su predecesor.
Como Francisco, Leo ha vivido en las "periferias" misioneras. Pasó décadas como misionero en Perú, siendo finalmente designado obispo de Chiclayo. Esta trayectoria le concede autenticidad cuando habla de una Iglesia más cercana a los pobres, los excluidos y los olvidados. En palabras de Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Leo representa “la unidad de la diferencia”, proveniente del centro (EE.UU.) pero formado en las márgenes.
Un estilo contenido pero contundente
Kevin Hughes, profesor de teología y estudios religiosos en Villanova, afirma que una de las diferencias más notorias con Francis es la ausencia de incertidumbre. “Aunque muchos admiraban a Francisco, siempre vivían con el temor de cuál sería su siguiente declaración espontánea”, explica.
Leo no ha ofrecido entrevistas extensas ni expresiones improvisadas en público. Hasta ahora, no ha realizado grandes nombramientos ni viajes fuera de Roma. Su enfoque pausado parece ser deliberado: una necesidad de oxigenar a una Iglesia que viene de una década de tensiones internas. Un funcionario del Vaticano lo describió como "una lluvia serena sobre la Iglesia".
Unificación sobre el ambientalismo, la IA y la tradición
Aunque sobrio en lo expresivo, Leo ha dado continuidad a algunas prioridades del papado anterior. Por ejemplo, ha celebrado la primera misa inspirada ecológicamente de la historia del Vaticano. Además, ha aprobado la construcción de una granja solar de 430 hectáreas al norte de Roma, con la que el Vaticano se convertirá en el primer estado carbono-neutral del mundo.
Otro punto relevante de su pontificado es el interés por la inteligencia artificial, asunto que ha logrado unir tanto a progresistas como conservadores dentro del clero. Su abordaje en este tema es diferenciado: obligatorio, pero con serenidad doctrinal y sin polémicas públicas.
Una postura moral clara en medio de debates éticos
En relación a temáticas donde su predecesor fue visto como "ambiguo" —según algunos católicos— como el matrimonio entre personas del mismo sexo o bendiciones a parejas LGBTQ+, Leo se ha mostrado más firme en la doctrina tradicional. Maria Isabel Ibarcena Cuarite, miembro peruana de un grupo carismático católico, expresó que “Francisco confundía a los jóvenes, pero Leo reivindica el sacramento del matrimonio entre hombre y mujer”.
Este retorno a la claridad doctrinal ha sido recibido con entusiasmo por sectores tradicionalistas, sin alienar completamente a los progresistas. Esta habilidad de mantener equilibrio puede ser una de las fuerzas más destacadas de Leo.
Un liderazgo sin confrontaciones
Durante los primeros cien días de su mandato, Leo ha buscado sanar las divisiones generadas en el Vaticano bajo Francisco, quien era conocido por su estilo personalista e incluso autoritario en momentos. En una reunión con la Curia, Leo subrayó: "Los papas van y vienen, pero la Curia permanece", en un intento por suavizar tensiones institucionales.
Esta frase puede no parecer explosiva, pero en el contexto del Vaticano, es profundamente política y reconciliadora. Muestra que Leo busca trabajar con las estructuras existentes en vez de imponer su visión por la fuerza.
Un papado que respira y deja respirar
A sus 69 años, Leo pareciera estar jugando una partida a largo plazo. Después de un pontificado revolucionario como el de Francisco, la Iglesia parece necesitar lo que él ofrece: pausa, reflexión y comunión. En un mundo acelerado, el silencio habla y la sobriedad comunica.
¿Será este el papado de la serenidad?, ¿una transición antes de una nueva reforma?, ¿o el comienzo de un largo periodo de estabilidad bajo una guía firme y silenciosa? Lo cierto es que Leo XIV representa, al menos por ahora, una figura de integración más que de ruptura.
En la historia moderna de la Iglesia Católica, donde los cambios han surgido desde el centro pero también desde las periferias, el Papa estadounidense-peruano-agustiniano podría estar marcando un estilo inédito. Y su estilo tiene, quizás, un solo objetivo: centrar a la Iglesia de nuevo en Cristo.