Trump, Putin y la Paz que Nunca Llega: ¿Una Victoria Diplomática Rusa?
El giro sorprendente en la postura de Trump sobre Ucrania revela más debilidad que pragmatismo, y deja a Europa y al mundo observando con preocupación.
Un encuentro esperado con un resultado desconcertante
El presidente Donald Trump llegó a Alaska con una agenda clara: presionar a Vladimir Putin por un alto el fuego en Ucrania y amenazar con duras sanciones si Rusia no detenía su ofensiva militar. Sin embargo, lo que se esperaba como un desafío firme al Kremlin terminó en lo contrario: Trump abandonó la exigencia de un cese al fuego inmediato y optó por buscar un "Acuerdo de Paz" más amplio, una jugada arriesgada que, en la práctica, favorece la posición rusa.
De la amenaza a la rendición diplomática
El cambio de postura ocurrió tras conversaciones telefónicas con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy y otros líderes europeos. En el vuelo de regreso, Trump publicó en redes sociales que "se determinó que la mejor manera de terminar con esta guerra horrorosa entre Rusia y Ucrania es yendo directamente a un Acuerdo de Paz, no a un simple cese al fuego que usualmente no se sostiene".
Fiona Hill, exasesora de Trump sobre Rusia, declaró que esta movida lo dejó en una posición más débil frente a otros líderes internacionales. "Trump entró convencido de su capacidad de persuasión, y salió sin el cese al fuego que era su objetivo principal, incluso después de haber tratado a Putin como invitado de honor en suelo estadounidense", dijo.
El regreso triunfal (y preocupante) de Putin a la escena mundial
Putin, por su parte, salió reforzado del encuentro. En Europa, varios líderes interpretaron la reunión en Alaska como una victoria diplomática significativa para el presidente ruso. Carl Bildt, exprimer ministro de Suecia, dijo sin rodeos: "Fue una ganancia clara para Putin. No cedió nada. Para Trump, fue un retroceso. No hay cese al fuego en vista".
La reunión, además, permitió a Putin volver al escenario diplomático internacional del que, en teoría, estaba aislado por las sanciones y presiones occidentales. El hecho de que hablara primero en la conferencia de prensa conjunta y luego invitara a Trump a Moscú no pasó desapercibido para los analistas.
El silencio elocuente de los aliados republicanos
En Washington, las reacciones fueron contenidas. Algunos republicanos, como el senador Lindsey Graham, expresaron un moderado optimismo: "Estoy muy orgulloso del presidente Trump por haber tenido esta reunión cara a cara y soy cautelosamente optimista de que la guerra podría terminar antes de Navidad".
Otros, como Charlie Kirk, activista conservador, celebraron simplemente el hecho de que Trump se reuniera con Putin, sin cuestionar el contenido ni los resultados del encuentro.
Demócratas alarmados: ¿una genuflexión ante Putin?
Desde el Partido Demócrata, la reacción fue muy distinta. La senadora Jeanne Shaheen, integrante del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, declaró: "El presidente Trump ha sido engañado una vez más por Vladimir Putin. Ofreció una alfombra roja a un dictador asesino en territorio estadounidense y no obtuvo nada concreto a cambio. Ya basta".
Jack Reed, senador por Rhode Island, añadió que la diplomacia debe ejercerse con responsabilidad y que la reunión fue más una capitulación que una negociación. "En lugar de ceder ante Putin, EE.UU. debería imponer nuevas sanciones económicas contundentes junto a nuestros aliados", enfatizó Reed.
Un Nobel imposible: Trump busca su legado como pacificador
Trump ha aspirado insistentemente al Nobel de la Paz. Se ha atribuido éxitos en conflictos como los de la India y Pakistán, y los de Armenia y Azerbaiyán, aunque los analistas advierten que los acuerdos alcanzados en estos casos han sido temporales o mediáticos.
Pero los dos grandes conflictos del panorama global —la guerra en Ucrania y la ofensiva de Israel en Gaza— han demostrado ser huesos duros de roer incluso para un Trump que alardeaba poder resolver la crisis ucraniana "en 24 horas".
¿Y Zelenskyy? El gran ausente en las negociaciones
Uno de los aspectos más criticados del giro de postura de Trump es la aparente marginación de Ucrania del proceso. Aunque Trump habló con Zelenskyy antes del encuentro, no hubo una participación activa de Kiev en un evento que podría marcar un antes y un después en la guerra que los afecta directamente.
Lisa Murkowski, senadora de Alaska, subrayó que "Ucrania debe ser parte de cualquier acuerdo negociado y debe aceptar libremente sus términos". De lo contrario, sería una imposición enmascarada de paz a la medida de Moscú.
Una amenaza mayor: falta de consecuencias para Putin
Putin, acusado de crímenes de guerra y de lanzar la invasión terrestre más significativa en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, fue recibido con aplausos por Trump. Comparado con cumbres anteriores, como la de Helsinki en 2018, que también generó críticas por la aparente deferencia de Trump hacia el líder ruso, esta cumbre de 2025 no fue la excepción.
Para exfuncionarios como Dmitry Medvedev, actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, el simple hecho de la reunión ya fue un éxito. El exmandatario elogió el carácter "tranquilo, sin amenazas ni ultimátums" del encuentro.
¿Una cumbre sin resultados... o con un daño colateral?
A pesar de que no se firmó ningún acuerdo formal, la cumbre podría tener consecuencias negativas a mediano plazo. Los analistas advierten que, mientras se decide si habrá futuras reuniones trilaterales entre Trump, Zelenskyy y Putin, Rusia gana tiempo para consolidar sus posiciones en el terreno, reconstruir su arsenal militar y explotar las divisiones transatlánticas.
Mientras tanto, la OTAN y la Unión Europea enfrentan el dilema de seguir presionando a Moscú —sin un aliado claro en la Casa Blanca— o transitar hacia un enfoque más autónomo en su seguridad regional.
¿Y qué opina la opinión pública?
Encuestas preliminares en EE.UU. indican que más del 60% de los votantes indecisos considera que Trump hizo concesiones a Rusia sin obtener nada a cambio. La percepción de debilidad puede influir negativamente en su intento de reelección, especialmente entre votantes moderados que priorizan la política exterior.
En Europa, algunos medios han calificado la cumbre como "una foto propagandística para Putin" (Le Monde), mientras que otros señalan que Trump ha "transformado una oportunidad de liderazgo en una rendición diplomática" (Der Spiegel).
Una jugada arriesgada con sabor a derrota política
La historia recordará esta cumbre no por lo que logró, sino por lo que reveló: un Estados Unidos cuyo liderazgo global se pone en entredicho, un Trump que parece fascinado por líderes autoritarios, y un Putin que, aunque debilitado económicamente, sigue siendo un maestro del ajedrez geopolítico. Como resumió Fiona Hill: "Putin no quiere nada de Trump, salvo Ucrania. Y eso debería preocuparnos a todos".