Catástrofes naturales en Asia: ¿una alarma climática ignorada?

Las recientes inundaciones, aludes y terremotos en Asia ponen en evidencia la creciente vulnerabilidad de la región ante el cambio climático y la falta de preparación ante emergencias

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En las últimas semanas, Asia ha sido escenario de desastres naturales devastadores que han dejado cientos de muertos, miles de desplazados y una vez más han expuesto la fragilidad de sus sistemas ante los embates del cambio climático.

Desde Pakistán hasta China, pasando por India e Indonesia, la región ha experimentado una serie de eventos extremos que han provocado alarma en las comunidades científicas y humanitarias internacionales. Este artículo adopta un enfoque de análisis para entender las dimensiones sociales, políticas y ambientales de estas catástrofes.

Pakistán: entre lluvias torrenciales y políticas encharcadas

Pakistán, una nación con historia en tragedias asociadas a lluvias monzónicas, ha vuelto a convertirse en epicentro de una emergencia humanitaria. Más de 220 personas murieron en un solo distrito, Buner, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, tras lluvias intensas que provocaron inundaciones relámpago y aludes de tierra.

Una de las escenas más trágicas ocurrió en la aldea Qadar Nagar, donde 24 miembros de una misma familia murieron la noche previa a una boda. Umar Khan, jefe de familia, sobrevivió por estar fuera del hogar, mientras continúa la búsqueda de cuatro de sus familiares desaparecidos.

“Esto es inaceptable. Cada año sufrimos las mismas inundaciones, y las autoridades solo reaccionan después del desastre”, dijo Khan a medios locales.

El gobierno provincial prometió asistencia financiera (2 millones de rupias por familia fallecida, unos $7,200 USD), pero esto parece poco frente a la magnitud de la tragedia. El primer ministro Shehbaz Sharif ordenó una intensificación en la distribución de ayuda y evacuaciones, mientras más del 50% de las carreteras dañadas fueron reabiertas el domingo, facilitando el acceso a zonas aisladas. Sin embargo, el pronóstico no es alentador: la autoridad de manejo de desastres de Pakistán advierte nuevas lluvias e inundaciones entre el 17 y 19 de agosto.

Desde junio, Pakistán ha sido azotado por lluvias monzónicas más intensas de lo habitual, que han cobrado más de 600 vidas. Este patrón extremo recuerda a la histórica catástrofe de 2022, cuando un monzón sin precedentes causó la muerte de casi 1,700 personas y destruyó millones de viviendas.

India: tragedia entre peregrinaciones sagradas

La región de Cachemira, bajo control indio, también fue víctima de lluvias torrenciales que derivaron en inundaciones relámpago, causando la muerte de al menos 60 personas y dejando a unas 150 heridas, 50 de ellas en estado crítico. Esta tragedia coincidió con una peregrinación hindú anual, lo que dificultó aún más las labores de evacuación. Más de 4,000 peregrinos tuvieron que ser llevados a zonas seguras.

“No había forma de escapar, el agua vino de repente y arrastró todo”, relató un testigo en el distrito de Kathua.

China: cuando acampar se vuelve mortal

En la región autónoma de Mongolia Interior, al norte de China, la naturaleza también cobró vidas: una tormenta inesperada causó la muerte de ocho personas y dejó cuatro desaparecidas en un campamento en Urad Rear Banner, una zona montañosa popular entre los excursionistas. Las víctimas fueron sorprendidas por la crecida repentina de aguas cerca de las 10 p.m., una hora inusual para este tipo de eventos meteorológicos.

Los incidentes meteorológicos extremos en China no han cesado: la provincia de Gansu registró 10 muertos y 33 desaparecidos hace unas semanas, y Hong Kong vivió tormentas tan fuertes que rompieron récords históricos.

Indonesia: un terremoto sacude Sulawesi

Mientras el resto del continente lucha con agua, Indonesia tuvo que enfrentar un temblor. Un sismo de magnitud 5.8 grados sacudió la costa de Sulawesi Central el domingo, causando 29 heridos, dos de ellos graves. El terremoto, ocurrido a 15 kilómetros de la ciudad de Poso, no provocó tsunami pero generó una serie de 15 réplicas.

La mayoría de los heridos pertenecían a una congregación cristiana que asistía a una misa dominical. La Agencia Nacional de Mitigación de Desastres informó que continúan las evaluaciones estructurales en la zona.

Indonesia se asienta sobre el llamado “Anillo de Fuego” del Pacífico, una zona famosa por su intensa actividad sísmica. En 2022, un sismo de 5.6 grados mató a más de 600 personas en Java Occidental. Y en 2018, otro devastador evento dejó más de 4,300 muertos en Sulawesi.

¿Qué tienen en común estos desastres?

La palabra clave: vulnerabilidad climática. Asia, hogar de más de la mitad de la población mundial, enfrenta riesgos climáticos estructurales que se agravan año tras año.

Según el informe de IPCC de 2023, los fenómenos extremos se han intensificado por efecto del cambio climático inducido por la actividad humana. En particular, el sur y sudeste asiático están entre las regiones más sensibles a:

  • Incremento del nivel del mar
  • Lluvias monzónicas irregulares
  • Inundaciones súbitas
  • Deslizamientos y aludes de lodo
  • Tornados y ciclones más intensos

Además de los factores ambientales, la infraestructura y logística de muchos países contribuye al desastre. Carreteras mal construidas, viviendas poco resistentes, sistemas de alerta tardíos y corrupción administrativa agravan las consecuencias.

Lecciones no aprendidas: una reflexión urgente

Lo ocurrido en las últimas semanas no puede observarse como hechos aislados. Estamos frente a una tendencia clara que amenaza con intensificarse en los próximos años. El cambio climático ya no es un problema del futuro: es presente.

La pregunta que debería plantearse la comunidad internacional es: ¿qué tan preparados están nuestros gobiernos frente a estos fenómenos? ¿Cuánto se ha invertido en infraestructura resiliente, sistemas de alerta temprana y educación comunitaria para mitigar los efectos?

Es urgente que las autoridades pongan énfasis y recursos en la reducción del riesgo de desastres. No es cuestión de evitar los fenómenos naturales en sí, sino de impedir que se conviertan en catástrofes humanas.

Pakistán, India, China e Indonesia son ejemplos claros de países con múltiples vulnerabilidades —geográficas, sociales y económicas— que requieren estrategias integrales para enfrentar un mundo donde los extremos climáticos serán cada vez más severos.

La resiliencia comienza con prevención

El fortalecimiento de instituciones, la transparencia en el uso de fondos para emergencias, el desarrollo de infraestructura verde, la reubicación de zonas de alto riesgo y una ciudadanía informada son los pilares de cualquier estrategia exitosa.

Solo con una respuesta contundente y sustentada en la ciencia podremos transformar estas tragedias recurrentes en oportunidades de retorno seguro, planeamiento urbano sostenible y respeto por la naturaleza que hoy responde con fuerza a nuestros excesos pasados.

“No existe catástrofe natural cuando se ha hecho todo por evitarla”, dijo alguna vez un reconocido climatólogo francés. La historia nos presenta hoy una oportunidad de confirmar o desmentir esa frase.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press