Crisis en Washington: despliegue militar, redistricting político y la lucha por el control

La capital de EE.UU. se convierte en epicentro de una tormenta política y social entre la administración Trump, los estados republicanos y una oposición demócrata fracturada

Un nuevo capítulo en la historia política de Washington

La capital de Estados Unidos, Washington D.C., vive días de tensión bajo lo que algunos describen como una reconquista federal encabezada por el expresidente Donald Trump. La decisión de la administración republicana de desplegar tropas de la Guardia Nacional a la ciudad, junto con esfuerzos para redibujar distritos electorales en estados clave como Texas, ha desatado alarmas entre demócratas, juristas y defensores de los derechos civiles.

Desde el anuncio del gobernador de Mississippi, Tate Reeves, de enviar 200 miembros de la Guardia Nacional a la capital, la controversia ha escalado. La medida, según Reeves, responde a una supuesta “crisis de criminalidad” en Washington, aunque los datos contrastan en algunos aspectos con dicha narrativa.

El resurgir de una intervención federal

Esta movilización no es un hecho aislado. Se suma al despliegue ya prometido por otros estados alineados con Trump como West Virginia (300-400 tropas), Carolina del Sur (200) y Ohio (150), todo ello además del contingente de 800 efectivos activados inicialmente por orden presidencial.

El expresidente Trump declaró una “emergencia criminal” en Washington y ordenó que los agentes federales asumieran parte del control del Departamento de Policía Metropolitana (MPD). Esta decisión establece un precedente problemático, considerando que D.C. cuenta con autonomía limitada y ya tiene leyes que prohíben la colaboración estatal en asuntos de inmigración.

Las palabras de Trump fueron contundentes: “La Casa Blanca está a cargo. El Ejército y nuestra gran Policía liberarán esta ciudad, rasparán la inmundicia y la harán segura, limpia, habitable y hermosa una vez más”.

El rol de la Guardia Nacional en la capital

Históricamente, el uso de la Guardia Nacional en D.C. ha estado regulado con extremo cuidado, uso reservado para disturbios graves como los ocurridos el 6 de enero de 2021. En esta ocasión, las tropas realizan tareas de patrullaje, apoyo logístico y control de multitudes. Aun así, la necesidad de ampliar dicho despliegue no ha sido plenamente justificada por el gobierno ni por el Departamento de Seguridad Nacional.

No sorprende entonces que grupos ciudadanos y organizaciones de derechos democráticos hayan convocado marchas de protesta. El pasado sábado, cientos de manifestantes se congregaron en Dupont Circle y marcharon hacia la Casa Blanca, rechazando lo que consideran una “militarización inconstitucional” de la ciudad.

Texas y la batalla por los mapas electorales

A este panorama se suma una lucha paralela: la redefinición de los distritos electorales en varios estados, encabezada por Texas. Tras un boicot legislativo por parte de los demócratas, una treintena de sus diputados decidieron volver al estado luego de dos semanas de exilio político en California y otros territorios “azules”.

El objetivo de los republicanos texanos es claro: consolidar su poder de cara a las elecciones de medio término de 2026. Actualmente controlan 25 de los 38 escaños en la Cámara Baja del estado, pero apuntan a expandir ese dominio a 30 curules.

Según el Censo realizado en 2020, Texas ganó dos nuevos escaños. Y en lugar de hacerlo de forma neutral, los republicanos buscan hacerlo aprovechando el control absoluto que tienen sobre la legislatura estatal. A diferencia de California, que cuenta con una comisión de redistribución independiente creada en 2008, Texas no tiene ningún requisito de aprobación pública.

California responde: contrapeso progresista en tiempos extremos

En la costa opuesta, California intenta contrarrestar el empuje republicano con su propia estrategia. El gobernador Gavin Newsom ha convocado al legislativo a formular una reforma constitucional que permita redestribuir de manera pública y con validación ciudadana los distritos de la Cámara Federal.

Los demócratas californianos tienen el control de 43 de los 52 distritos del Congreso, y buscan hacerse con cinco más para neutralizar las ganancias republicanas en Texas, Florida y otros estados conservadores. Pero hacerlo abarcaría un proceso legal complejo, dado que la ley exige la intervención de la Comisión Estatal de Redistribución.

El Congreso de California retomará sesiones ordinarias hasta el 12 de septiembre. En ese plazo deberán presentar una propuesta viable que luego se sometería a votación popular en noviembre.

¿Hasta dónde puede llegar la polarización?

El enfrentamiento entre visión federal del orden en D.C. y la autonomía de los estados o territorios locales promete ser una de las grandes contiendas legales de los próximos años. Muchos analistas ya se preguntan qué implicaciones tendrá todo esto para el equilibrio de poderes en el país.

En declaraciones a Politico, el constitucionalista Laurence Tribe de la Universidad de Harvard advirtió: “Permitir que un presidente o expresidente dirija despliegues militares internos sin rendición de cuentas legislativa sienta un precedente que podría destruir la democracia estadounidense”.

El caso del brote de sarampión en Texas: paralelo sanitario que pasó desapercibido

Entretanto, mientras medios y políticos debaten sobre el control de Washington y los mapas políticos, se ha confirmado el fin de un brote de sarampión en Texas que infectó a 762 personas desde enero hasta julio de este año, causando la muerte de dos niños y hospitalizando a más de 100.

El foco del contagio se localizó en comunidades menonitas no vacunadas de Gaines County. Autoridades sanitarias reconocen que sin la campaña de vacunación urgente y el monitoreo intensivo, la crisis podría haberse expandido a otras regiones del país.

Este tipo de brotes evidencia cómo prioridades políticas pueden eclipsar cuestiones urgentes de salud y bienestar público. “Antes del brote, la mayoría de los médicos en Texas no había visto un solo caso de sarampión en toda su carrera”, señaló la comisionada de salud Jennifer Shuford.

Un futuro incierto con juego de poder constante

La estrategia política de Donald Trump y sus aliados revela un giro hacia la centralización del poder desde múltiples ángulos: militarización para tomar control de ciudades percibidas como problemáticas, rediseño de distritos para afianzar mayorías legislativas duraderas y utilización de estados fieles como piezas de ajedrez.

La tendencia actual apunta hacia la profundización de la polarización, y el caso de Washington podría convertirse en un modelo que otros presidentes —republicanos o demócratas— sigan en el futuro.

En este escenario convulso, resulta imprescindible sostener el diálogo democrático, proteger la autonomía local e impedir que operaciones federales se conviertan en herramientas para ejercicios de poder sin control ciudadano. Las elecciones de 2026 y los litigios que se avecinan en las cortes de justicia marcarán un antes y después en la historia de la democracia estadounidense.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press