El racismo en el fútbol: cuando el deporte deja de ser un juego

Casos recientes en Inglaterra y Alemania demuestran que el racismo sigue presente en el corazón del fútbol europeo

Por: Redacción

Un problema que persiste en los estadios

En pleno siglo XXI, el mundo del fútbol continúa mostrando una lamentable realidad: el racismo en los estadios. A pesar de campañas globales, sanciones, discursos y movimientos sociales, los insultos racistas hacia jugadores siguen siendo frecuentes. En días recientes, Antoine Semenyo, delantero del Bournemouth, fue víctima de un acto racista en Anfield, mientras que dos jugadores fueron objeto de actos similares en partidos de la Copa de Alemania. La magnitud y cercanía de estos casos ponen de relieve un problema todavía arraigado en la cultura futbolística europea.

El caso Semenyo: cuando el fútbol inglés vuelve a fallar

Durante el partido entre Liverpool y Bournemouth, disputado el pasado viernes en Anfield, Antoine Semenyo, atacante ghanés de 25 años, denunció haber sido víctima de un insulto racista por parte de un espectador. La gravedad del incidente obligó al árbitro a detener brevemente el encuentro. El presunto agresor, un hombre de 47 años proveniente de Liverpool, fue arrestado bajo sospecha de delito público con agravante racial y posteriormente liberado bajo fianza condicional, con restricciones específicas: no puede asistir a partidos de fútbol ni acercarse a menos de una milla de un estadio en el Reino Unido.

Semenyo, que jugó los 90 minutos y marcó dos goles en la derrota 4-2 de su equipo, expresó su agradecimiento a compañeros, rivales y aficionados por las muestras de apoyo. Su profesionalismo y actitud demuestra una madurez destacable, pero no debería ser necesario que un jugador siga rindiendo al máximo mientras es objeto de discriminación.

“El fútbol debe ser un espacio inclusivo y seguro para todos. El racismo no tiene cabida ni en los estadios ni en la sociedad”, dijo un portavoz de la Premier League tras el incidente en Anfield.

Los ecos del racismo también se oyen en Alemania

Mientras tanto, en Alemania, dos incidentes similares han empañado el inicio de la DFB-Pokal, la competición copera alemana. En Leipzig, el jugador Christopher Antwi-Adjei del Schalke 04 fue objeto de insultos racistas durante el enfrentamiento contra el modesto Lokomotive Leipzig. El internacional ghanés denunció el hecho durante el partido y fue abucheado por los aficionados del equipo local durante el resto del encuentro.

En otro partido entre Kaiserslautern y RSV Eintracht, un jugador suplente del equipo visitante recibió insultos racistas mientras calentaba. Aunque su nombre no fue revelado, el entrenador confirmó el hecho y la rápida intervención de los aficionados, que, junto con la seguridad, identificaron al agresor. Lo más destacable fue la reacción unánime de las gradas: corearon “Nazis fuera”, un poderoso gesto colectivo contra la intolerancia.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se pronunció en redes sociales, calificando los episodios como "inaceptables" y destacó el rol que tendrá el Players’ Voice Panel de FIFA en el seguimiento de estos casos. “Estamos comprometidos a garantizar que los jugadores sean respetados y protegidos”, concluyó Infantino.

El racismo estructural y la herencia histórica

No se puede comprender plenamente el racismo en el fútbol sin entender su vínculo con la historia y las estructuras sociales más amplias. En Alemania, por ejemplo, las regiones del este del país, antiguamente parte de la Alemania Oriental, han sido señaladas repetidamente por incidentes de xenofobia. Equipos como Lokomotive Leipzig y otras entidades de categorías inferiores se han visto involucradas en numerosas denuncias de actos racistas en las últimas décadas, muchas veces relacionados con ideologías ultraderechistas aún persistentes entre ciertos grupos de hinchas.

En el Reino Unido, si bien se reconoce a la Premier League como una de las competiciones más diversas del mundo, la realidad es que los actos de racismo siguen siendo frecuentes. Según Kick It Out, la organización contra el racismo en el fútbol británico, se reportaron 1.007 incidentes de abuso discriminatorio en la temporada 2022-2023, un aumento del 65% en comparación con la temporada anterior.

¿Por qué persiste este fenómeno?

Una de las razones por las cuales el racismo continúa presente en los estadios es la percepción de impunidad. Aunque las ligas tienen normativas y campañas contra la discriminación, las sanciones muchas veces son insuficientes o llegan tarde. Además, las redes sociales han servido como un canal adicional para el odio racial. A pesar de los esfuerzos de plataformas como Twitter (ahora X), Instagram y Facebook, los jugadores negros siguen siendo blanco de insultos tras cada partido, especialmente cuando cometen errores o pierden encuentros.

En el caso de Semenyo, por ejemplo, hubiese sido comprensible que decidiera dejar el campo. Sin embargo, eligió seguir. ¿Por qué? Porque miles de jugadores racializados están acostumbrados a lidiar con el odio como parte de su entorno profesional. Y eso, lejos de ser una virtud, es una prueba de la normalización del racismo en el deporte rey.

La respuesta institucional: ¿suficiente?

Organizaciones como la UEFA, FIFA y las ligas profesionales han adoptado campañas mediáticas con lemas como “No al Racismo” o “Respect”. Pero lo cierto es que las reacciones suelen ser más reactivas que preventivas. Generalmente, los protocolos de actuación dependen del árbitro y la denuncia directa del jugador afectado, lo cual añade presión adicional a las víctimas.

Debería considerarse una revisión profunda de los sistemas de monitoreo, incluyendo inteligencia artificial y tecnologías de audio en los estadios, además del establecimiento de sanciones más ejemplares: clausuras parciales, descuentos de puntos y expulsiones de competiciones para aquellos equipos cuyos aficionados reincidan en comportamientos racistas.

El poder del hincha como agente de cambio

A pesar de todo, las acciones positivas no deben pasarse por alto. La reacción del público en el partido en Alemania gritando “Nazis fuera” es un ejemplo de cómo los mismos aficionados pueden tomar el protagonismo en la lucha contra la discriminación. Los estadios también pueden ser espacios de resistencia y construcción de comunidad.

El fútbol refleja la sociedad dentro de la que se desarrolla. Si en las gradas hay xenofobia, aporofobia o discriminación hacia las minorías, es porque estos males sociales siguen vivos. Pero lo contrario también es cierto: si las gradas se llenan de mensajes de inclusión, de respeto, de diversidad real, también eso se proyectará al resto de la sociedad.

No más espectadores, sino protagonistas del cambio

No basta con observar. Jugadores, dirigentes, árbitros, periodistas, aficionados... todos debemos ser actores activos en la erradicación del racismo. Eso significa denunciar, respaldar a las víctimas, educar desde las bases, presionar a los entes responsables y reconocer que, mientras el racismo exista en nuestros estadios, el fútbol estará incompleto.

Como dijo Gianni Infantino: “El fútbol no tiene lugar para el racismo ni ninguna forma de discriminación”. Pero para que esas palabras tengan valor, deben traducirse en cambios tangibles, sanciones reales y una cultura futbolística que abrace la diferencia como esencia de su riqueza.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press