Elecciones en Bolivia: ¿Giño al centro o regreso al pasado? Las dos caras del futuro político boliviano

Rodrigo Paz y Jorge ‘Tuto’ Quiroga se enfrentarán en una segunda vuelta que podría enterrar definitivamente al MAS y reconfigurar la política boliviana luego de dos décadas de hegemonía izquierdista

Una nación al borde del cambio

En un clima de inflación galopante, escasez de combustible y una creciente desconfianza hacia las instituciones, Bolivia se aproxima a una de las elecciones presidenciales más importantes de su historia reciente. El próximo 19 de octubre de 2025, los bolivianos elegirán entre dos figuras impensables hace una década: Rodrigo Paz, un centrista pragmático con raíces en la izquierda revolucionaria, y Jorge “Tuto” Quiroga, exmandatario y representante de la derecha conservadora con un enfoque tecnocrático y severo en lo económico.

Ambos candidatos personifican modelos distintos en un país con una marcada herencia de lucha social, nacionalismo económico y, sobre todo, un fuerte legado simbólico del ex presidente Evo Morales. Sin embargo, la fuerza que alguna vez encarnó el Movimiento al Socialismo (MAS) parece ahora... fragmentada, debilitada y sin dirección clara.

Rodrigo Paz: el centrista inesperado

Nacido en el exilio en España, Rodrigo Paz heredó una tradición política poco común: hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, inició su carrera en el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), una agrupación que en los años 70 y 80 profesaba ideales marxistas. Curiosamente, acabó pactando con el exdictador Hugo Bánzer en 1989 para alcanzar el poder. Esa lógica flexible y adaptativa parece haber marcado también la trayectoria del joven Paz.

Hoy, Rodrigo Paz ofrece una imagen de serenidad, moderación tecnocrática y juventud conectada con las redes sociales. Su campaña ha sido austera pero efectiva: jornadas simultáneas de asado callejero, cervezas populares y videos dinámicos en TikTok con su compañero de fórmula y fenómeno viral, el ex capitán de policía Edman “El Capitán” Lara.

El estilo desenfadado no ha ocultado sus compromisos: Paz ha rechazado explícitamente un eventual rescate del FMI y ha propuesto el modelo de “capitalismo para todos”, prometiendo créditos para jóvenes emprendedores, amnistía fiscal, y fomento a la formalización económica.

¿Populismo centrista o socialdemocracia reciclada?

Sus críticos lo tachan de ambiguo. De haber coqueteado con la derecha mediante su paso por el partido de Quiroga, ahora aboga por una economía de mercado con sensibilidad social. “Es el heredero de la lógica del pragmatismo total —señalan sus detractores—, sin ideología, pero con la capacidad de adaptarse al humor del pueblo”.

Rodrigo representa la socialdemocracia renovada del siglo XXI”, diagnostica el analista Carlos Borth. “Es lo más parecido a un Macron andino”.

El Capitán Lara: policía convertido en estrella viral

Con más de un millón de seguidores en TikTok, Edman Lara supo canalizar el hartazgo con las instituciones. Tras denunciar redes de corrupción en la policía boliviana, fue dado de baja y comenzó a ganarse la vida vendiendo ropa usada mientras su esposa manejaba para una app de transporte. En un país donde más del 70% trabaja en la economía informal, su historia cayó como una avalancha de simpatía.

Videos directos, lenguaje coloquial y melodramas populistas fueron su estrategia ganadora. Su discurso moralizador y anticorrupción reforzó la imagen de Paz como un político “cercano” y sin intereses ocultos.

Jorge Quiroga: el retorno de un dinosaurio político

Quiroga, vice de Bánzer en 1997, asumió por sucesión presidencial en 2001 y desde entonces ha intentado retornar a la silla presidencial tres veces fallidas. Hoy cuenta con 65 años y una percepción contradictoria: por un lado, se le considera brillante, preparado y con vínculos internacionales; por otro, lo ven como un político elitista y desconectado de la mayoría indígena y rural de Bolivia.

Graduado de Texas A&M, habla perfecto inglés y se promociona como “el salvador económico”, dispuesto a adoptar ajustes drásticos: reducción del gasto público, privatización de empresas estatales, fin de los subsidios y acercamiento a organismos multilaterales como el FMI.

Recuperaremos lo perdido en 20 años de oscuridad socialista”, prometió, recordando que Morales gobernó entre 2006 y 2019 con el respaldo de un boom de las materias primas.

Pese a su tecnocracia, su campaña también apeló al espectáculo: conciertos con DJ y luces LED para conquistar al electorado joven. Pero su imagen empresarial, con Apple Watch incluido, y su lenguaje cargado de tecnicismos macroeconómicos, lo han hecho parecer ajeno para muchos.

MAS, Morales y los votos nulos: el ocaso de una era

Las elecciones de 2025 han sido las primeras desde 2002 sin Evo Morales —ni simbólica ni literalmente— en la boleta. Sin embargo, su sombra sigue presente. Inhabilitado legalmente por exceder los límites de mandatos constitucionales, Morales llamó a sus seguidores a votar nulo como forma de protesta. Y lo consiguió: el voto nulo fue la tercera “fuerza” en la elección.

Sus herederos políticos fracasaron: ni Eduardo Del Castillo (apoyado por el actual presidente Luis Arce) ni Andrónico Rodríguez (antaño visto como el delfín de Morales) lograron captar el espíritu de un MAS fragmentado. Muchos de sus antiguos votantes se dividieron entre la abstención, el voto nulo o incluso la tentación de Paz.

El viejo ciclo ha terminado”, subraya el sociólogo Renzo Abruzzese. “El pensamiento clásico de izquierda ha sido desplazado. Pero eso no significa —aclara— que Evo esté fuera del juego definitivamente”.

¿A quién pertenece el futuro?

Rodrigo Paz lideró la primera vuelta con el 32% de los votos. Quiroga obtuvo aproximadamente el 28%. La segunda vuelta estará marcada por una polarización ideológica menos rígida que años anteriores, pero con contrastes fundamentales:

  • Paz: economía mixta, modernismo social, tecnología y juventud
  • Quiroga: medidas de ajuste clásico, recuperación del poder empresarial, relaciones con EE.UU.

Según la analista Verónica Rocha, “los bolivianos están eligiendo entre dos tipos de cambio: el del centro reformista con máscara juvenil, o el del cuaderno amarillo del Fondo Monetario”.

Lo que está en juego

Bolivia necesita más que un cambio de mando: requiere confianza internacional, inversión real, y una reestructuración fiscal que no castigue aún más a las clases vulnerables. Entre diciembre de 2024 y agosto de 2025, el índice de inflación acumulado ha superado el 12%, cifra inédita desde la hiperinflación de los 80. El desempleo formal rebasa el 10%, y el desabastecimiento de combustibles ha paralizado sectores completos del transporte y la producción agrícola.

En ese contexto, muchos votarán no tanto por una visión de futuro, sino por lo que consideran el menor de dos males. “No voy a votar por quien me salve —declara Emma Gesea Mamani, vendedora callejera—, sino por quien robe menos”.

Bolivia inicia así un nuevo ciclo, no exento de riesgos ni nostalgias. Los vientos de cambio soplan, sí, pero aún no sabemos si traerán renovación o repetición.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press