Huracán Erin: La amenaza silenciosa que pone en jaque a Carolina del Norte
Aunque no tocará tierra estadounidense, Erin ya provoca evacuaciones y alerta de marejadas en una región vulnerable: los Outer Banks
El huracán Erin, la primera gran tormenta del Atlántico en lo que va de 2025, ha elevado el nivel de alerta en las islas barrera de Carolina del Norte, a pesar de que los pronósticos indican que no impactará directamente el territorio continental de Estados Unidos. Sin embargo, los riesgos asociados a sus bandas externas —como marejadas, oleaje elevado y vientos de tormenta tropical— ya están dejando su huella en comunidades costeras extremadamente vulnerables, especialmente en el turístico archipiélago de los Outer Banks.
Las autoridades han emitido órdenes de evacuación en Hatteras Island y Ocracoke Island, advirtiendo sobre olas de hasta 4.6 metros (15 pies) que podrían volver intransitables algunas carreteras clave, como la frágil Highway 12. La situación se complica dado que coincide con el pico de la temporada turística en la región.
La evolución del monstruo del Atlántico
Erin comenzó como una tormenta tropical, pero el domingo se intensificó rápidamente en aguas cálidas del Caribe y alcanzó la categoría 5 el sábado con vientos de 260 km/h (160 mph), antes de debilitarse ligeramente a categoría 4. Esta variabilidad es típica de fenómenos climatológicos de este tipo y añade desafíos a la planificación de medidas de emergencia.
Actualmente se encuentra golpeando las islas Turks y Caicos y el sureste de las Bahamas con lluvias intensas, vientos sostenidos de 225 km/h (140 mph) y marejadas ciclónicas que han sido calificadas como “potencialmente devastadoras” por el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos.
¿Qué es realmente una marejada ciclónica?
Una marejada ciclónica es el incremento del nivel del mar producido por la combinación del viento y la baja presión atmosférica de un huracán, que empujan literalmente el agua sobre la línea costera. Lo alarmante no es solo este aumento, sino su efecto combinado con olas gigantes, especialmente en marea alta. Por ejemplo, una marejada de 4.6 metros durante la pleamar puede ser significativamente más catastrófica que la misma durante la bajamar.
Así lo explicó Michael Brennan, director del NHC, subrayando que “las porciones más bajas de la Highway 12 en Ocracoke y Hatteras son las más expuestas y podrían quedar anegadas durante varios días debido al fuerte oleaje”.
Evacuaciones bajo presión
La decisión de evacuar zonas en los Outer Banks no ha sido fácil, y muchos funcionarios locales temen afectaciones económicas. Sin embargo, el precedente de otras tormentas intensas, como el huracán Florence en 2018, que dejó cerca de 24,000 millones de dólares en daños y provocó la muerte de decenas de personas, ha influido en la adopción de un enfoque más preventivo.
El lunes por la mañana, largas filas de vehículos se congregaban en los muelles de ferri esperando salir de Hatteras Island, una imagen que recordaba a las evacuaciones durante el huracán Dorian en 2019.
“Sabemos que cada minuto cuenta, y preferimos evacuar con tiempo que lamentar después”, anunció Elizabeth L. Poor, vocera del Departamento de Transporte de Carolina del Norte.
Una temporada ciclónica inusualmente activa
La temporada de huracanes del Atlántico 2025 comenzó oficialmente el 1 de junio, y hasta la fecha ya ha producido cuatro tormentas tropicales antes de que Erin emergiera como un huracán de gran escala.
Tropical Storm Chantal tocó tierra en los Estados Unidos a principios de julio y provocó inundaciones en Carolina del Norte que cobraron la vida de una mujer de 83 años, cuyo vehículo fue arrastrado por las aguas en una zona rural. Además, este verano ha visto desastres mortales por lluvias torrenciales: 132 personas perdieron la vida en inundaciones en Texas durante las celebraciones del Día de la Independencia, y dos más en Nueva York y Nueva Jersey una semana después.
Impactos económicos y sociales
Los Outer Banks no solo son un destino turístico, sino un motor económico vital de Carolina del Norte. Según datos del North Carolina Department of Commerce, el turismo costero genera más de $5,000 millones anuales y emplea a más de 45,000 personas a tiempo completo.
Un cierre parcial de las rutas y ferry durante varios días impacta no solo la economía directa (hostelería, pesca y transporte), sino también cuestiones logísticas como el suministro de alimentos y medicinas.
El papel del cambio climático
Expertos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) han advertido que el calentamiento global está intensificando tanto la frecuencia como la intensidad de los huracanes. En palabras de la climatóloga Kerry Emanuel del MIT:
“Los huracanes de categorías 4 y 5 han aumentado aproximadamente un 25% en las últimas dos décadas. El aumento de la temperatura del mar es un factor clave.”
El fenómeno también está acelerando procesos de erosión costera, especialmente grave en islas barrera como las de Carolina del Norte, cuya elevación sobre el nivel del mar es mínima y está en constante reconfiguración geográfica.
¿Estamos preparados?
Pese a los esfuerzos de planeación y evacuación, analistas indican que muchas zonas costeras de Estados Unidos siguen siendo vulnerables ante tormentas de gran intensidad. El informe 2024 sobre resiliencia costera de la FEMA indicaba que solo un 38% de los condados costeros tienen planes de respuesta actualizados.
Carolina del Norte es uno de los estados más proactivos, pero con una geografía tan delgada como los Outer Banks, la infraestructura está en constante riesgo. Las autoridades locales han pedido al Congreso un aumento en los fondos para defensa contra tormentas, exigiendo la modernización de diques y carreteras costeras.
La cultura del huracán
Los residentes de los Outer Banks están acostumbrados a “vivir con el huracán”. Muchos han repetido rutinas de evacuación múltiples veces al año. Sin embargo, el nivel de incertidumbre emocional y económico no deja de pasar factura.
“Cada vez se siente más como una lotería. Vivimos en el paraíso, pero pagamos un precio”, explicó Helen Bowden, dueña de una posada en Ocracoke.
Con Erin alejándose hacia el noreste, posiblemente sin llegar a tocar tierra, muchos agradecerán el golpe evitado. Pero también servirá de recordatorio de cuán frágil puede ser la vida ante la fuerza de la naturaleza, y cuán necesario es prepararse cuando lo inesperado amenaza desde el horizonte marino.
Imagen cortesía del Departamento de Transporte de Carolina del Norte mostrando la evacuación por ferri de Hatteras Island ante la inminente llegada de olas de hasta 15 pies.