La controversia detrás del nitrógeno: ¿pena de muerte o tortura moderna?

Un análisis crítico del uso de hipoxia por nitrógeno en ejecuciones, a la luz del caso de Anthony Boyd en Alabama

El regreso de un método polémico

En enero de 2024, Alabama se convirtió en el primer estado de Estados Unidos en llevar a cabo una ejecución utilizando hipoxia por nitrógeno, un método controversial que había sido aprobado en 2018 pero que no se había utilizado hasta entonces. Ahora, en medio de un mar de críticas y litigios legales, otro condenado, Anthony Boyd, enfrenta una ejecución con ese mismo método el próximo 23 de octubre.

El caso reaviva el debate nacional sobre la pena de muerte, y particularmente sobre la constitucionalidad y la humanidad de métodos nuevos cuando otros menos cruentos han sido descartados. ¿Es este un avance técnico o un retroceso brutal hacia formas más crueles de justicia?

¿Quién es Anthony Boyd?

Anthony Boyd, hoy de 53 años, fue condenado por el asesinato de Gregory Huguley en 1993, ocurrido en Talladega, Alabama. Según los fiscales, Huguley fue quemado vivo luego de no pagar $200 en cocaína. Boyd ha estado en el corredor de la muerte desde 1995, y ha sido una figura notable como presidente de Project Hope to Abolish the Death Penalty, una organización dirigida por reclusos en contra de la pena capital.

Su condena se basa en el testimonio de otro acusado que hizo un acuerdo con la fiscalía, y aunque Boyd sostiene que estuvo en una fiesta la noche del asesinato, el jurado lo encontró culpable con una votación de 10-2 para la recomendación de pena de muerte.

Hipoxia por nitrógeno: una tóxica modernidad

La hipoxia por nitrógeno consiste en colocar una mascarilla al prisionero y reemplazar el oxígeno respirable por nitrógeno puro. Según el Estado de Alabama, esta técnica es indolora y rápida. Sin embargo, testigos como el reverendo Jeff Hood, quien estuvo presente en la primera ejecución de este tipo, catalogaron la experiencia como "terrificante y llena de sufrimiento".

“Fue como ver a un ser humano ahogarse en cámara lenta”, declaró Hood, quien ahora forma parte del equipo espiritual que acompaña a Boyd. Los reportes también indican que los prisioneros mostraron signos visibles de angustia, movimientos involuntarios y convulsiones durante la ejecución.

Reacciones legales y federales

Los abogados de Boyd presentaron una demanda federal en julio de 2024 argumentando que la hipoxia por nitrógeno viola la Octava Enmienda de la Constitución de EE. UU., que prohíbe castigos crueles e inusuales.

La demanda sugiere incluso alternativas como el pelotón de fusilamiento, la horca o la muerte médicamente asistida, un hecho que deja perpleja a la opinión pública sobre hasta qué punto se considera más "humano" matar de ciertas formas.

El estado, por su parte, ha insistido en que los movimientos observados durante ejecuciones previas son respuestas fisiológicas normales o incluso intentos de resistencia voluntaria.

Una tendencia que crece: otros estados adjuntan curiosidad

Desde que Alabama implementó este método, otros estados han comenzado a considerar su uso. Incluso Louisiana ha llevado a cabo una ejecución con nitrógeno, mientras que se reporta que otros, como Mississippi y Oklahoma, están desarrollando protocolos similares.

La transferencia de métodos y tecnologías entre estados no es una novedad, pero lo polémico del nitrógeno es que no ha sido probado clínicamente como un método indoloro para terminar la vida humana. Tampoco cuenta con un consenso médico o ético.

¿Qué piensan los expertos?

Muchos médicos y expertos en bioética han expresado inquietudes. La Asociación Médica Americana se opone terminantemente a que los médicos participen en ejecuciones, lo que ha dejado a los estados sin supervisión experimental creíble. Según Reprieve.org, organización internacional contra la pena de muerte, el nitrógeno puede inducir una muerte aterradora, generando hipotermia, hiperventilación y “…sensación de asfixia prolongada antes de la pérdida de consciencia”.

“La idea de una muerte pacífica con nitrógeno es más un mito de laboratorio que una certeza práctica”, explicó el Dr. Joel Zivot, anestesiólogo experto en pena de muerte y ética médica.

Un método promovido como solución para la escasez

Una de las razones por las que se busca alternativas como el nitrógeno es la escasez de drogas letales para las inyecciones. Grandes farmacéuticas han prohibido la venta de estos suministros para ejecuciones, lo que ha obligado a los estados a “innovar”.

Pero esta innovación ha llegado sin los controles que se exigirían en otros sectores. No existen estudios clínicos probados. El gobierno federal no lo ha aprobado. Y sin embargo, su uso se ha aplicado ya varias veces, y se seguirá usando más en el futuro inmediato.

¿Qué dice la sociedad?

Las encuestas más recientes de Gallup muestran que el 55% de los estadounidenses aún apoyan la pena de muerte para crímenes capitales. No obstante, ese apoyo se ha ido erosionando: en los años 90 llegaba al 80%, y el respaldo es considerablemente menor cuando se detallan los métodos específicos de ejecución.

En comunidades religiosas, activistas de derechos humanos y hasta figuras políticas, hay una creciente alarma. La pregunta ya no es si se puede matar a alguien como castigo estatal, sino cómo se hace y si eso refleja los ideales de justicia, civilidad y derechos humanos.

Boyd, símbolo de un debate nacional

Boyd no es solo otro nombre en los expedientes del sistema penal de Alabama. Se ha convertido en una figura polémica pero central en el debate sobre la legitimidad de innovaciones mortales dentro del sistema de justicia.

Su ejecución, prevista para octubre, marcará un hito: si ocurre, se consolidará el nitrógeno como método “normalizado”; si se detiene, puede desencadenar un freno a su adopción nacional.

En palabras del propio Boyd, desde su celda: “La muerte con dignidad no puede venir con una máscara de gas”.

El camino hacia adelante

  • Hay una audiencia federal programada para el 4 de septiembre que podría suspender la ejecución.
  • Organizaciones de derechos humanos, estudiantes, líderes religiosos y abogados de todo el país siguen de cerca el caso.
  • El Estado de Alabama ya acumula cinco ejecuciones con nitrógeno, con otra prevista para septiembre.

Resulta crucial que este debate no se pierda entre tecnicismos legales. La hipoxia por nitrógeno podría parecer un método clínico y moderno, pero sus implicaciones éticas y humanitarias nos confrontan con una pregunta ancestral: ¿cuán lejos estamos dispuestos a ir como sociedad para castigar un crimen?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press