La decadencia turística de Las Vegas: ¿víctima de la política o del propio lujo?
La ciudad del pecado enfrenta un verano atípicamente lento mientras visitantes internacionales bajan y los expertos señalan a las políticas migratorias y económicas como culpables
Un verano bajo en luces
La ciudad que nunca duerme, conocida por sus shows espectaculares, casinos vibrantes las 24 horas y bufets interminables, está pasando por una de sus temporadas estivales más lentas de la última década. En junio de 2025, Las Vegas recibió apenas 3.1 millones de visitantes, lo que representa una caída del 11% en comparación con el mismo mes del año anterior. Pero más preocupante aún, el descenso internacional fue del 13%, y la ocupación hotelera cayó alrededor del 15%, según datos de la Las Vegas Convention and Visitors Authority.
¿Un castigo político?
La alcaldesa Shelley Berkley no se anduvo con rodeos: “El turismo desde Canadá, nuestro mercado internacional más importante, pasó de un torrente a un goteo. Lo mismo desde México”. Según Berkley, muchos de los visitantes más adinerados de México ya no están tan interesados en cruzar la frontera norte para disfrutar del entretenimiento en Nevada.
Quien también compartió su punto de vista fue Ted Pappageorge, líder del poderoso sindicato culinario de Las Vegas. Él califica la situación como el “Trump slump”, es decir, una recesión turística provocada por las políticas migratorias y comerciales del expresidente Donald Trump.
“Si le dices al resto del mundo que no son bienvenidos, entonces no vendrán,” — Ted Pappageorge.
Tensión con Canadá: un orgullo herido
Al norte del continente, la respuesta ha sido tajante. Las aerolíneas canadienses registraron fuertes caídas en la llegada de turistas a Las Vegas: Air Canada perdió un 33% de pasajeros, WestJet un 31%, y la low-cost Flair reportó un desplome del 62% en junio de 2025 respecto al año anterior. Uno podría pensar que se trata de un fenómeno multicausal, pero para los profesionales del turismo como Wendy Hart desde Ontario, la respuesta es clara: “Es política, sin duda. Muchos me dicen que no quieren gastar dinero en un país cuyo gobierno los ha ofendido”.
La afirmación se justifica en parte por algunos de los comentarios polémicos del expresidente Trump, quien en 2024 llegó a bromear con la idea de hacer de Canadá el “estado número 51” de Estados Unidos. Una frase que caló hondo en el orgullo nacional canadiense.
Costos en espiral: ¿lujo que excluye?
Pero más allá de la política, también existe una preocupación económica sólida: los precios. Desde cenas en restaurantes de alta gama hasta las tarifas hoteleras y cargos “escondidos” como las resort fees, Las Vegas se ha tornado inaccesible para muchos. Berkley lo explica con claridad: “La gente siente que le sacan dinero por todo, y que ya no están recibiendo el valor que solían obtener por cada dólar”.
Jim Arnold, gerente del Pinball Museum de la ciudad, coincide. “No me sorprende que el turismo esté cayendo. Los hoteles de lujo y restaurantes enloquecieron con los precios. Están excluyendo al turista de clase media”. Su propuesta es sencilla y contundente: mantener los precios bajos y evitar cualquier cargo adicional. “Aquí no se paga entrada, ni estacionamiento, ni cancelación. Y con una moneda de 25 centavos, aún puedes jugar”.
AnswerVegas: estrategias de supervivencia para los casinos
Derek Stevens, CEO del lujoso Circa Resort and Casino, reconoce el impacto de la caída turística internacional, especialmente desde Japón y Canadá. Sin embargo, señala una matización interesante: “Aún mantenemos altos ingresos por apuestas deportivas. Los clientes con mayor poder adquisitivo siguen llegando”.
Stevens también es optimista respecto a la capacidad de reinvención de la ciudad: “Se han escrito muchos artículos anunciando el fin de Las Vegas. Pero esta ciudad siempre encuentra una manera de reinventarse como un destino atractivo”. Uno de sus movimientos ha sido introducir paquetes turísticos más baratos para atraer al público joven y de clase media.
No todo el mundo lo percibe igual
Resulta aún más curioso que algunos visitantes no sientan esta caída. Alison Ferry, turista irlandesa recién llegada a la ciudad, aseguró: “Todo ha estado lleno y muy caluroso. No noto que Vegas esté en crisis.”
Este contraste entre percepción y realidad también se refleja en las atracciones secundarias. Mientras los grandes resorts ven disminuir sus reservas, lugares como el Pinball Museum siguen siendo frecuentados. Y en muchos puntos de la ciudad, las calles están repletas… pero el gasto promedio por visitante ha bajado marcadamente.
¿Un cambio de paradigma turístico?
Las Vegas cayó al último lugar en la lista anual de AAA sobre los destinos más populares para el Día del Trabajo, cuando en 2024 ocupaba la sexta posición. Ahora es superada por lugares como Seattle, Orlando y New York City. Este descenso supone el fin, al menos temporal, del dominio de Vegas como destino veraniego predilecto en EE. UU.
El mercado turístico global está virando. Ciudades que antes dependían de su prestigio y glamour para atraer visitantes ahora deben competir en términos de valor, accesibilidad y percepción de seguridad. En ese nuevo tablero, Las Vegas deberá repensar su estrategia si quiere recuperar el brillo perdido.
El reto de la bienvenida
En palabras de Berkley: “Queremos que la gente venga, se divierta, deje su dinero y regrese en seis meses. Pero para que eso suceda, debemos hacer que la experiencia sea más amistosa, asequible e inclusiva”.
Y no sólo se trata de abaratar costos: el turismo moderno es también una declaración de principios. En un mundo marcado por la sensibilidad política, social y económica, la hospitalidad se ha vuelto una postura ideológica. Mostrar hospitalidad implica más que ofrecer camas y entretención: significa mostrar apertura cultural, respeto y empatía hacia quienes vienen de otras latitudes.
¿Está Vegas lista para reinventarse de nuevo?
Quizás la caída de turistas no sea una maldición sino una oportunidad. Una ciudad tan dinámica como Las Vegas podría aprovechar este punto de inflexión para reconstruir su marca: una mezcla renovada de lujo accesible, inclusión cultural y experiencias auténticas que no excluyan por motivos de clase ni origen. Porque si lo que pasa en Vegas debe quedarse en Vegas, que sea algo que valga la pena recordar.