La fragilidad detrás del diamante: lesiones, récords y momentos únicos en la historia del béisbol
Desde las molestias físicas de Wheeler y Horton hasta las hazañas imposibles de Eddie Gaedel o Johan Santana, el béisbol es un deporte donde lo impredecible reina
El lado oculto del béisbol: lesiones inesperadas
La temporada actual de las Grandes Ligas sigue dejando tanto momentos memorables como dolorosos. El pasado lunes, Zack Wheeler, lanzador estelar de los Philadelphia Phillies, fue operado para remover un coágulo de sangre en su brazo derecho. Un golpe inesperado para un jugador que había sido seleccionado al All-Star apenas semanas atrás.
Wheeler, de 35 años, llevaba una sólida campaña: 10 victorias, 5 derrotas y una excelente efectividad de 2.71 en 24 aperturas. Además, encabezaba las mayores con 195 ponches en apenas 149⅔ innings. Sin embargo, molestias en el hombro abrieron paso a un diagnóstico preocupante. El procedimiento, una trombólisis realizada por el Dr. Paul DiMuzio, genera incertidumbre sobre cuándo podría regresar al montículo.
Mientras tanto, en Chicago, otra joven promesa también sufrió un revés. Cade Horton, abridor de los Cubs, debió salir del juego ante Milwaukee por una ampolla en el dedo medio de la mano derecha. En apenas 2⅔ innings, permitió cuatro hits y una carrera. El abridor de 24 años había iniciado la doble cartelera con un equipo que busca mantenerse competitivo en la División Central de la Liga Nacional.
Las estadísticas perduran, las lesiones también
El béisbol, aunque en apariencia lento y metódico, exige una resistencia física extrema tanto mental como corporal. Los lanzadores acumulan cientos de lanzamientos por temporada. Según Baseball-Reference, entre 2019 y 2022, Wheeler pasó de lanzar 213⅓ innings a liderar nuevamente el esfuerzo en el bullpen con más de 190 innings en 2023.
Las lesiones, en especial en el brazo de lanzar, son comunes. Un código silencioso entre lanzadores y preparadores físicos regula la carga de trabajo para evitar fracturas, ampollas, lesiones de ligamentos o, como en el caso de Wheeler, coágulos que pueden ser riesgosos no solo para su carrera, sino para su salud general.
Hazañas legendarias que definieron el deporte
Más allá de las lesiones, el béisbol ha sido escenario de momentos singulares, muchos de ellos insólitos y memorables. Uno de los más curiosos ocurrió el 19 de agosto de 1951, cuando un hombre de apenas 3 pies con 7 pulgadas, Eddie Gaedel, se presentó como bateador emergente. Gaedel, contratado como un truco publicitario por el excéntrico dueño de los St. Louis Browns, Bill Veeck, caminó hacia el platillo con el número 1/8 y fue legalmente inscrito en el partido. Fue caminando tras cuatro lanzamientos malos y luego sustituido por un corredor emergente. Aunque la jugada fue posteriormente prohibida, quedó grabada como una de las excentricidades más grandes del deporte.
El béisbol también ha entregado hazañas impresionantes como la de Johan Santana en 2007, cuando ponchó a 17 bateadores en apenas 8 innings, rompiendo el récord de la franquicia con los Minnesota Twins. Otro episodio inolvidable fue el de Jim Maloney en 1965, quien lanzó 10 innings sin hits ante los Cubs, o el de Ken Holtzman en 1969, quien doblegó a los Atlanta Braves sin permitir imparable.
Cuando la historia se convierte en legado
La tradición también se extiende más allá de feats individuales. En 1992, Bret Boone se convirtió en el primer jugador de tercera generación en la historia de la MLB cuando debutó con los Seattle Mariners. Su abuelo Ray Boone jugó de 1948 a 1960 y su padre Bob Boone de 1972 a 1990. Esa continuidad familiar es uno de los grandes encantos del béisbol.
Igualmente, las marcas colectivas persisten en la memoria. En 2009, los Florida Marlins conectaron 10 o más hits en 15 partidos consecutivos, igualando una marca impuesta por los St. Louis Browns en 1937. Curiosamente, ese mismo equipo fue frenado al día siguiente con solo cuatro imparables.
El poder explosivo de un inning
Uno de los ejemplos más impactantes del béisbol ofensivo moderno lo brinda el juego de 2016 entre los Orioles y los Astros. Baltimore conectó cuatro jonrones consecutivos en la primera entrada antes de cometer un solo out. Adam Jones, Manny Machado, Chris Davis y Mark Trumbo desataron una tormenta ante Collin McHugh que sería recordada por ser la primera vez en la era moderna (desde 1900) que se inicia un juego de esa forma.
A pesar de eso, el juego fue ganado ampliamente por los Astros, comandados por un inspirado José Altuve, quien remolcó cinco carreras y conectó también cuadrangular.
La resiliencia del béisbol
Es difícil no pensar en la fragilidad del cuerpo humano al observar cómo una simple ampolla o un coágulo pueden alterar los planes de una franquicia y la trayectoria de una estrella. Pero el béisbol también es un gran reflejo de la resiliencia: jugadores que regresan de cirugías Tommy John, equipos que superan 10 días seguidos de suspensión por lluvia como ocurrió con los Phillies en 1909, o fanáticos que llenan estadios como el del juego infantil en 2011 donde 41,848 espectadores vieron una joya de pitcheo.
En definitiva, este deporte —anclado en detalles casi poéticos— sigue creciendo con cada historia atípica, lesión, hazaña o anécdota. Es un espejo de la vida misma: incierta, dura, pero también profundamente gloriosa.