¿Una paz improbable? Siria e Israel retoman el diálogo directo tras décadas de hostilidad

Una reunión sin precedentes entre funcionarios sirios e israelíes en París, con mediación estadounidense, marca un posible punto de inflexión en una región convulsionada por disputas territoriales, tensiones sectarias y cambios geopolíticos

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Un giro inesperado en París

En un acontecimiento que pocos hubieran pronosticado hace apenas unos años, el ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Asaad al-Shibani, sostuvo un encuentro directo con una delegación israelí en París. Se trata del primer diálogo cara a cara reconocido públicamente entre ambos actores en décadas llenas de enfrentamientos, conflictos indirectos y tensión permanente. La reunión, organizada por Estados Unidos, representa un nuevo intento para restablecer la estabilidad regional mediante la reactivación del acuerdo de alto el fuego de 1974.

El controversial acuerdo de 1974, firmado tras la Guerra del Yom Kipur, había establecido una zona de separación entre las fuerzas sirias e israelíes en los Altos del Golán, con una fuerza de paz de la ONU vigilando la región. Dicho pacto, sin embargo, ha sido puesto en entredicho por eventos recientes que incluyen el derrumbe del régimen de Bashar al-Assad, el ascenso al poder de grupos insurgentes islamistas y un aumento en la actividad militar israelí en Siria.

¿Un nuevo orden en Siria?

Bashar al-Assad, presidente de Siria desde el año 2000 hasta su reciente derrocamiento en diciembre pasado tras una ofensiva relámpago liderada por insurgentes islamistas, fue reemplazado por Ahmad al-Sharaa, un excomandante de al-Qaeda que rompió con la organización hace varios años. Su llegada al poder ha avivado tanto esperanzas de cambio como temores de un nuevo extremismo con rostro institucional.

Al-Sharaa ha declarado en repetidas ocasiones su compromiso con una Siria inclusiva y respetuosa de los derechos de las minorías. Sin embargo, la realidad sobre el terreno sigue siendo compleja. Numerosos combates sectarios han estallado, especialmente en la provincia de Sweida, hogar de una significativa población drusa, una minoría religiosa históricamente marginada pero políticamente importante.

Israel: guardianes de los drusos

La reciente violencia en Sweida, donde murieron civiles drusos —incluido un ciudadano estadounidense— a manos de fuerzas gubernamentales sirias, provocó una respuesta sorprendente por parte de Israel. Según portavoces del gobierno israelí, se llevaron a cabo múltiples ataques aéreos contra convoyes sirios en la región y hasta un bombardeo dirigido al Ministerio de Defensa en plena Damasco.

Esta decisión no fue meramente una acción militar: fue una declaración política de apoyo hacia los drusos, quienes, aunque históricamente escépticos de Israel, cuentan con fuertes lazos con esa nación. En Israel, los drusos son una minoría plenamente integrada, y muchos sirven en las Fuerzas de Defensa.

Protestas, bloqueos y cambio de lealtades

La presión en Sweida no ha cesado. Grupos drusos acusan al gobierno sirio de imponer un cerco inhumano a la ciudad capital de la provincia homónima. Las pocas ayudas humanitarias que logran entrar no compensan la severidad del bloqueo, lo cual ha motivado protestas masivas. Inusualmente, algunas de esas manifestaciones han incluido banderas israelíes en señal de desesperada solicitud de ayuda.

Este gesto ha generado un cisma en la percepción pública dentro de Siria. Mientras algunos lo ven como un acto de traición, otros lo interpretan como una crítica desesperada al inmovilismo de Damasco y un llamado a nuevas alianzas pragmáticas, sin las ataduras ideológicas del pasado.

Estados Unidos: el eterno mediador

La participación de Estados Unidos no sorprende, pero su intensidad actual tiene un nuevo impulso. La administración Trump, aún en funciones, ha declarado su respaldo a cualquier proceso que garantice una Siria estable e integrada regionalmente. El alto cargo estadounidense que confirmó la reunión en París enfatizó que el objetivo sigue siendo una “Siria estable en paz consigo misma y con sus vecinos —incluido Israel”.

Además, se ha revelado que el enviado especial de EE.UU. para Siria, Tom Barrack, también se reunió con el líder espiritual druso de Israel, Moafaq Tarif. Esta reunión tenía como fin discutir la atención humanitaria hacia Sweida, el retorno de drusos desaparecidos y el fin del cerco. Tarif calificó el encuentro como “excelente” y señaló una voluntad mutua de reconstruir confianza entre las partes involucradas.

El valor geoestratégico de los Altos del Golán

Un punto negro dentro de este proceso es el enclave de los Altos del Golán. Israel capturó esta estratégica meseta en la Guerra de los Seis Días de 1967 y la anexó en 1981 en un acto unilateral solo reconocido por Estados Unidos. Para el resto del mundo, este territorio sigue siendo parte integral de Siria, aunque ocupado.

Controlar el Golán significa acceder a acuíferos vitales y a una posición privilegiada para operaciones militares. Para Israel, mantener su poder sobre la región se ha convertido en una cuestión de seguridad nacional, sobre todo con la presencia históricamente hostil de Irán y Hezbollah en territorio sirio.

¿Normalización o paréntesis diplomático?

Aunque la reunión hace historia por ser el primer encuentro directo y público entre representantes de dos enemigos declarados, aún existen enormes escollos. Siria, dividida, maltrecha y en plena transformación política, no puede hablar aún con voz unificada. Y del lado de Israel, el gobierno ultranacionalista de turno tampoco se dispone fácilmente a hacer concesiones, más aún tras una serie de ataques aéreos justificadas como medidas de seguridad.

A pesar del escepticismo, este diálogo ofrece un respiro en una región donde la violencia es endémica. Donde antes había declaraciones de guerra, hoy hay palabras, y en el Medio Oriente eso ya es el comienzo de algo importante.

Reacciones desde Damasco y Tel Aviv

Desde Damasco, la noticia fue recibida con cautela. SANA, la agencia estatal de noticias, publicó una escueta nota sobre la reunión sin ahondar en detalles, posiblemente para evitar reacciones adversas internas. En Tel Aviv, ningún vocero gubernamental ha confirmado o negado oficialmente las reuniones, aunque fuentes diplomáticas anónimas han expresado que cualquier avance será evaluado con “frialdad y reservas”.

En las calles, tanto en Siria como en Israel, las opiniones están igualmente divididas. Mientras unos celebran una posible ruta de paz, otros acusan a sus respectivos gobiernos de ceder ante el enemigo. El proceso apenas comienza, pero ya ha removido los cimientos históricos de una de las disputas más prolongadas del siglo XX y XXI.

¿Una nueva Siria?

Si Ahmad al-Sharaa logra equilibrar la narrativa islamista con un verdadero programa de gobierno pluralista, podría generar una transformación sin precedentes. Sin embargo, su pasado como comandante de al-Qaeda es un obstáculo difícil de olvidar para muchos. La población drusa, clave en el equilibrio interno de Siria, se ha convertido en barómetro de este cambio: confiada en Israel, escéptica con Damasco y expectante frente a Washington.

Mientras tanto, la comunidad internacional observa. ¿Estamos frente al inicio real de un proceso de normalización entre Siria e Israel, o se trata simplemente de un paréntesis producido por la coyuntura política y militar del momento? El tiempo, como siempre en Medio Oriente, será el juez definitivo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press