El Amazonas al borde del colapso: una cumbre entre promesas incumplidas y el rugido indígena
Líderes indígenas en la Cumbre Amazónica en Bogotá exigen pasar del discurso a la acción para salvar el 'pulmón del planeta'
La gran cita por el Amazonas en Bogotá
La Quinta Cumbre Presidencial de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), llevada a cabo esta semana en Bogotá, representa un momento crucial para el futuro del Amazonas. Representantes indígenas de los ocho países amazónicos —Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela— han alzado la voz en un llamado urgente a los presidentes del bloque: pasar de las palabras a los hechos.
La agenda de la cumbre contempla desde foros públicos hasta eventos culturales y mesas de diálogo, cerrando con una esperada “Declaración de Bogotá” en la que se establecerán lineamientos regionales sobre protección ambiental y política climática.
Un legado bajo amenaza
El Amazonas es más que un bosque, es un ecosistema vital para la salud del planeta:
- Aporta alrededor del 20% del agua dulce del mundo.
- Funciona como uno de los mayores sumideros de carbono del planeta, absorbiendo millones de toneladas de CO₂ anualmente.
- Influencias climáticas con sus llamados "ríos voladores", masas de vapor que regulan el clima en buena parte de América del Sur.
Sin embargo, décadas de deforestación, minería, perforación petrolera y agricultura a gran escala han empujado a la región al límite. Estudios científicos señalan que el Amazonas podría alcanzar un punto de no retorno en pocos años si no se toman medidas drásticas.
Las demandas de los pueblos indígenas: del papel a la acción
Los líderes indígenas han advertido que ya no hay espacio para nuevas promesas vacías. Entre sus exigencias claves están:
- Protección legal de sus territorios ancestrales.
- Participación directa en la toma de decisiones de la OTCA.
- Prohibición de nuevos proyectos extractivos de petróleo, gas o minería en la selva.
- Creación de un Observatorio sobre amenazas contra defensores ambientales.
- Un grupo de trabajo sobre una “transición justa” hacia energías limpias.
“No habrá solución a las amenazas que enfrenta el Amazonas sin sus comunidades”, declaró Raphael Hoetmer, asesor senior de Amazon Watch, organización que participa en el evento.
De la Declaración de Belém a la realidad: promesas pendientes
En 2023, los países amazónicos firmaron la Declaración de Belém, comprometiéndose a una cooperación más estrecha para salvar el bosque. Sin embargo, los líderes indígenas reportan que gran parte de los compromisos siguen sin implementarse.
Según la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), más de 230 defensores ambientales fueron asesinados en los últimos cinco años en la región. El riesgo es tan alto que líderes utilizan la palabra “genocidio” para describir lo que ocurre en sus territorios.
Un futuro climático en juego
La ciencia respalda estas preocupaciones. Estudios de la Universidad de Exeter y el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) en Brasil han proyectado que el Amazonas podría convertirse en una sabana si se destruye entre el 20% a 25% del bosque.
Actualmente, ya se ha deforestado aproximadamente el 17% del bioma. Además, áreas claves como el estado brasileño de Pará o el sur de Colombia, han mostrado cambios en la cubierta vegetal y disminución sostenida de lluvias.
¿Qué está haciendo la OTCA?
La OTCA, formada en 1995, tiene como mandato la cooperación entre los países amazónicos. Pero analistas coinciden en que ha sido una institución poco eficiente hasta ahora, señalando su escasa estructura operativa y dependencia de los gobiernos de turno.
El exministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, reconoció en una entrevista con O Globo en 2019 que “la OTCA no tiene ni presupuesto estable ni autonomía”. Aunque desde 2022 se han intentado reformas internas, su implementación se ha dado a paso lento.
El clamor indígena en una cumbre politizada
“Estar cara a cara con los presidentes es una oportunidad histórica. No para escucharlos, sino para que nos escuchen”, declaró Tania Juma, lideresa del pueblo Tikuna de Colombia.
Para muchos pueblos indígenas, este encuentro en Bogotá no es solo diplomacia. Es una batalla por su vida, su cultura y el clima global.
La cumbre también incluye el foro “Diálogos Amazónicos”, con la participación de académicos, organizaciones civiles y científicos que discutirán temas como:
- El papel del carbono en los ecosistemas tropicales.
- El efecto climático de los ríos aéreos.
- Cuáles políticas llevar a la COP30, a celebrarse este año en Belém, Brasil.
¿Qué puede cambiar tras Bogotá?
Los activistas esperan que, al menos, se logren establecer mecanismos permanentes de participación indígena en todos los niveles del tratado. “Sin eso, este proceso seguirá siendo una reunión para las cámaras, no para el planeta”, dijo Andrea Ixchíu, líder Kichwa invitada como observadora.
Además, se espera que Colombia impulse una zona de protección ambiental compartida en la Triple Frontera (Colombia, Perú, Brasil), uno de los focos más críticos de conflicto, narcotráfico y pérdida de biodiversidad.
Más allá de la selva: una cuestión global
El llamado amazónico no es local. Afecta a todo el planeta. Si se pierde el Amazonas, el equilibrio del clima global queda profundamente alterado.
Los científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático han advertido ya que alcanzar los 1,5°C de calentamiento global será prácticamente imposible si el Amazonas colapsa como sumidero de carbono.
Mientras tanto, los pueblos originarios —que representan menos del 5% de la población mundial pero protegen el 80% de la biodiversidad restante— siguen arriesgando su vida en defensa de una causa que debería ser de todos.
Como concluye la declaración firmada colectivamente por los líderes indígenas esta semana: “No habrá futuro si los pueblos indígenas no están en el centro de las decisiones”.
Fuente: Datos de COICA, INPE, IPCC, Amazon Watch, declaraciones oficiales de la OTCA