Erin: el monstruo del Atlántico que amenaza el verano en la Costa Este de EE. UU.

El huracán Erin genera olas gigantes, corrientes peligrosas y obligó al cierre de playas desde Florida hasta Nueva Inglaterra

El verano en la Costa Este de Estados Unidos ha sido interrumpido abruptamente por un invitado no deseado: el huracán Erin. Aunque el núcleo del ciclón se mantiene lejos de la costa, sus efectos ya se sienten con fuerza desde Florida hasta Massachusetts. Playas cerradas, advertencias de corrientes de resaca e incluso evacuaciones forzadas son la nueva realidad a medida que Erin continúa su recorrido por el Atlántico.

Un sistema tropical imponente y engañoso

Erin no es un huracán cualquiera. Aunque actualmente es de categoría 2, con vientos sostenidos de hasta 161 km/h (100 mph), lo que más preocupa a los meteorólogos son sus dimensiones. Sus vientos de tormenta tropical se extienden hasta 370 kilómetros desde su centro, un dato que convierte a Erin en un fenómeno extraordinariamente grande y peligroso.

"Este no es un huracán compacto como muchos otros que hemos visto. Es un sistema extenso que traerá efectos a lo largo de miles de kilómetros de costa", dijo Michael Brennan del Centro Nacional de Huracanes (NHC).

Los primeros efectos: olas gigantes y corrientes letales

Las primeras advertencias llegaron con cerramientos de playas y prohibiciones para nadar. Nueva York cerró sus playas miércoles y jueves, mientras que la gobernadora Kathy Hochul prohibió oficialmente la natación en tres playas estatales de Long Island.

En Nueva Jersey, Delaware y otras áreas del noreste, las autoridades costeras también restringieron el acceso a las playas. Mientras tanto, las olas frente a Nantucket se anticipan de más de 3 metros (10 pies).

  • En Carolina del Norte, se esperan olas de hasta 4,6 metros (15 pies).
  • El estado de emergencia fue declarado por el gobernador Josh Stein.
  • Bulldozers refuerzan las dunas y los vehículos eléctricos están en alerta por posibles cortes del servicio.

Evacuaciones en los Outer Banks: el eslabón más débil

Los Outer Banks son una serie de islas bajas que sobresalen hacia el Atlántico, y se encuentran entre las zonas más vulnerables del país ante tormentas tropicales. Ya se han emitido evacuaciones obligatorias para Hatteras y la Isla Ocracoke, y más de 1.800 personas han evacuado Ocracoke en ferry desde el lunes.

David Hallac, superintendente del Cape Hatteras National Seashore, expresó su preocupación por la posibilidad de que partes de la carretera principal se pierdan, dejando algunas rutas intransitables durante días. Además, muchas casas de playa, debilitadas por la constante erosión, podrían colapsar bajo la carga del oleaje.

El capitán Tom Newsom, quien dirige charters de pesca en Hatteras desde hace 40 años, declaró: “He visto huracanes, pero esto parece un ‘nor’easter’ con esteroides”.

El poder destructivo de las marejadas ciclónicas

La amenaza más temida esta semana son las marejadas ciclónicas, capaces de inundar kilómetros de caminos y playas. Algunas carreteras ya muestran signos de inundación, y los residentes intentan proteger sus hogares con barricadas improvisadas.

Recordando el huracán Dorian en 2019, que dejó hasta 2,1 metros de agua en Ocracoke, muchos se preparan para lo peor, aunque buena parte de los residentes decidió quedarse y enfrentar el sistema.

Implicaciones del cambio climático: huracanes más poderosos

Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el calentamiento de los océanos ha incrementado la probabilidad de que los huracanes se intensifiquen rápidamente. En 2022, el huracán Lee creció en tamaño e intensidad a velocidad récord. Erin podría no ser la excepción.

“Hoy las condiciones del océano son más propicias que nunca para alimentar huracanes gigantes”, indica un reporte de NOAA de 2023. En otras palabras, estas tormentas monstruosas tienen todo el combustible necesario para crecer en fuerza y tamaño con poco aviso.

Bermudas y otras zonas en alerta

Mientras Erin se curva hacia el norte, las Bermudas también se encuentran bajo vigilancia de tormenta tropical. El sistema ya pasó por las Islas Turcas y Caicos y afecta parcialmente a las Bahamas, donde forzó la suspensión de servicios gubernamentales.

Aunque no se esperan impactos directos en Florida o Georgia, en muchos lugares se han registrado niveles anómalos de marea de hasta 1 metro por encima del promedio, y se ha cerrado el acceso a varias playas por razones preventivas.

Un panorama repetido, pero cada vez más riesgoso

La temporada de huracanes del Atlántico cada vez presenta tormentas más intensas y duraderas. Erin puede recordarnos otros huracanes como Sandy (2012) —que cruzó Nueva Jersey causando devastación— o Florence (2018), que provocó inundaciones históricas en Carolina del Norte.

Ahora, el país enfrenta una nueva realidad: tormentas más grandes, más impredecibles y que afectan regiones más extensas. Pese a estar a cientos de kilómetros de la costa, Erin ya altera la vida y las actividades de millones de personas.

¿Lecciones del pasado?

Si algo ha enseñado la historia meteorológica reciente es que la precaución salva vidas. Las decisiones de cerrar playas, aun cuando el huracán no llega directamente, podrían evitar tragedias relacionadas con corrientes de resaca.

Según el National Weather Service, cerca de 100 personas mueren cada año en EE. UU. por ahogamientos relacionados con corrientes de resaca. En el caso de un huracán como Erin, que multiplica las olas a niveles extremos, esas cifras podrían aumentar si no se respetan las advertencias.

El precio del turismo en zonas en riesgo

La dependencia del turismo en regiones como los Outer Banks implica un dilema: el cierre de playas en temporada alta causa pérdidas económicas, pero abrirlas con un huracán cerca sería apostar con la vida humana.

“Algunos negocios no quieren cerrar porque dependen de estos días para sobrevivir todo el año. Pero si no lo hacen, y ocurre una tragedia, el costo es aún mayor”, explicó Carla Jennings, una residente local y pequeña empresaria.

¿Qué nos espera?

A medida que Erin sigue su trayecto, el noreste de EE. UU. y otras zonas del Atlántico deberán mantenerse en alerta. Aunque el centro del huracán no toque tierra, los peligros asociados ya se extienden a lo largo de más de 10 estados costeros.

Las autoridades seguirán monitoreando de cerca el sistema. Mientras tanto, para millones de residentes y turistas costeros, el final del verano se ve empañado por un cielo gris, un océano embravecido y una amenaza latente que recuerda que, frente a la naturaleza, la precaución es siempre mejor que la aventura.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press