Llamas, lluvias y la nostalgia comunitaria: cómo el clima extremo y la conexión social definen nuestro presente

Mientras España combate devastadores incendios y Mumbai se inunda bajo el monzón, en Yakarta tradicionalistas reinventan el juego infantil y el canto como escape emocional. ¿Qué nos dice esto sobre el mundo en que vivimos?

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Clima extremo: el nuevo normal en distintas latitudes

En las últimas semanas, imágenes de distintos puntos del planeta nos han recordado una verdad incómoda: el cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad presente. Desde ciudades anegadas como Mumbai, hasta montañas envueltas en llamas en España, pasando por iniciativas de conexión humana en Indonesia, el mundo parece estar girando en direcciones opuestas —pero todas impulsadas por un mismo motor: la búsqueda de resiliencia.

Mumbai bajo el agua: la temporada del monzón no perdona

La ciudad de Mumbai, conocida como el centro financiero y de entretenimiento de India, se ha visto nuevamente paralizada por las lluvias del monzón. Trenes detenidos, vuelos cancelados y calles con agua hasta la cintura han generado una escena que ya no es inusual en esta megalópolis de más de 20 millones de habitantes.

Más que un problema de clima, la situación de Mumbai revela fallos estructurales en la planificación urbana. A pesar de la modernización, el sistema de drenaje de la ciudad, muchos de cuyos canales datan de la época colonial británica, no ha podido adaptarse a las precipitaciones cada vez más intensas asociadas con el cambio climático.

Según el Indian Meteorological Department, Mumbai recibió más de 350 mm de lluvia en 24 horas a mediados de julio, una cifra que suele registrar durante toda una semana. Esto provocó el colapso parcial del transporte ferroviario, el más utilizado en la ciudad.

España en llamas: Galicia y la amenaza constante

Del otro lado del globo, España enfrenta una de sus temporadas de incendios forestales más destructivas de las últimas décadas. Particularmente en la región de Galicia, donde AEMET (agencia meteorológica española) declaró un riesgo de incendio "muy alto o extremo", las llamas avanzan sobre bosques resecos.

Tan solo en 2025, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), más de 382,000 hectáreas han sido arrasadas por el fuego en España. En términos comparativos, es el doble de la superficie de todo Londres metropolitano.

“La gravedad de los incendios no es sólo natural: el 80% de los fuegos tienen origen humano, y 23 personas ya han sido detenidas por presunto incendio intencionado”, informa la Guardia Civil.

Mientras tanto, Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno español, anunció el despliegue de unidades del ejército y la llegada de refuerzos desde Alemania, incluyendo más de 20 vehículos especializados, para sofocar los fuegos persistentes en regiones como Jarilla, Extremadura.

Un continente calentándose al doble de velocidad

Según el último informe de Copernicus Climate Change Service de la Unión Europea, Europa se está calentando al doble de la velocidad del promedio global desde la década de 1980. Esto quiere decir temporadas de fuego más largas en España y Portugal, con condiciones más secas y temperaturas más extremas.

Indonesia responde con nostalgia: cuando jugar y cantar se convierten en terapia

Frente a este mundo tensionado por la crisis climática, la respuesta en Yakarta viene desde la sociedad civil, con propuestas arraigadas en la cultura popular. Dos colectivos llaman la atención: Komunitas Bermain (Comunidad del Juego) y Nyanyi Bareng Jakarta (Cantar Juntos Yakarta).

Ambos grupos promueven el juego tradicional y el canto colectivo como herramientas no sólo para preservar la identidad cultural, sino también para mejorar la salud mental en tiempos de ansiedad e hiperconectividad.

Komunitas Bermain: una infancia reinventada

Fundada en 2024 por Akihiko Akira, un joven de 23 años fan de Taylor Swift, esta comunidad ha transformado los encuentros en el Estadio Gelora Bung Karno en espacios de juego abierto que recrean actividades típicas de la infancia: desde saltar la cuerda hasta juegos con canicas.

“Desde mi experiencia, la nostalgia ayuda muchísimo. Reencontrarse con el niño interior libera estrés. Es una ruta de escape corta y muy efectiva”, dice Akira.

Más de 250 personas se reúnen semanalmente para participar en estas sesiones, donde no hay competitividad, sólo colaboración y alegría. Lo que comenzó como una reunión entre fans, ahora es un fenómeno comunitario impulsado por las redes sociales.

Nyanyi Bareng Jakarta: cantar sin juicio

Por su parte, la comunidad de canto emplea el lema “#NoJudgementZone” para invitar a cualquiera a cantar sin miedo al ridículo. Guiados por cinco entrenadores vocales, cantan canciones populares como You'll Be in My Heart de Phil Collins.

Como lo explica su cofundadora Meda Kawu, el objetivo es que el salón de canto se sienta “como tu baño: un lugar cómodo, privado, sin presión social”. A pesar de que los encuentros cuestan alrededor de 9 dólares, las entradas semanales se agotan.

El poder de lo lúdico: un análisis desde la sociología

El profesor Muhamad Sulhan, especialista en sociología de medios en la Universidad Gadjah Mada, sostiene que estos espacios permiten a las personas reconectar con otros desde un lenguaje más emocional.

"No vemos a los otros como extraños, sino como versiones de nosotros mismos buscando una manifestación de su avatar interior", comenta Sulhan.

Este tipo de fenómenos no son únicos de Indonesia. En ciudades como Seúl, Santiago y Barcelona están emergiendo comunidades similares de canto colectivo, baile libre o juegos cooperativos como métodos de resiliencia frente a nuestras vidas frenéticas, atomizadas y emocionalmente saturadas.

¿Una paradoja o una oportunidad?

Resulta revelador que mientras la naturaleza “grita” con incendios y diluvios, muchas comunidades opten por responder cantando o jugando. ¿Acaso estamos volviendo a lo fundamental? ¿Es esta una reacción visceral frente al hiperconsumo, la soledad urbana y la crisis ambiental?

En un mundo que pide a gritos transformaciones más estructurales, también necesitan florecer los espacios donde lo humano —sin más— tenga cabida. Donde el estrés se exhale en una risa, un salto o una melodía nostálgica. Porque si la naturaleza se vuelve más impredecible, al menos nuestra respuesta puede ser más consciente, más conectada y, por qué no, más lúdica.

La resiliencia no solo se construye con infraestructura

Frente a megaincendios, lluvias catastróficas o la presión emocional de la vida moderna, es vital repensar cómo nos organizamos, cómo nos cuidamos y cómo desconectamos. Lo que ocurre en Yakarta no es una anécdota: es síntoma de una sociedad que clama por reconexión y espacios seguros.

Quizá la mayor lección de este contraste geográfico, entre catástrofes y creación comunitaria, es que ante el caos externo, el alma humana busca orden no tanto en estructuras sólidas, sino en experiencias compartidas y significativas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press