Tensión bilateral: la DEA y el supuesto 'Proyecto Portero' que México niega

El gobierno de Claudia Sheinbaum rechaza públicamente un operativo conjunto anti-drogas anunciado por la DEA, generando dudas sobre la cooperación actual entre México y Estados Unidos en seguridad fronteriza

Un anuncio sorpresivo desde Washington

El pasado lunes, la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) sorprendió al mundo anunciando lo que llamó una nueva "operación insignia" contra las redes de narcotráfico entre México y Estados Unidos: el Proyecto Portero. Según el comunicado, se trataba de un esfuerzo bilateral que implicaría la cooperación directa entre agentes estadounidenses y fuerzas de seguridad mexicanas.

La operación, según la DEA, buscaba atacar a los "guardianes" que controlan las rutas transfronterizas de drogas, armas y dinero. Además, incluía entrenamientos conjuntos en Texas y el despliegue de recursos de inteligencia compartidos. Esta iniciativa pretendía proyectar la imagen de una renovada cooperación entre ambas naciones para enfrentar juntos el crimen organizado.

Una respuesta contundente desde la Ciudad de México

Sin embargo, apenas horas después, la presidenta Claudia Sheinbaum desmintió categóricamente la existencia de dicho acuerdo. En su habitual conferencia matutina, enfatizó: “La DEA emitió un comunicado ayer diciendo que hay un acuerdo con el gobierno mexicano para una operación llamada Portero. No hay tal acuerdo. Ninguna institución de seguridad ha firmado nada con la DEA.”

La presidenta explicó que, efectivamente, hubo un taller en Texas donde participaron cuatro miembros de la policía federal mexicana, pero lo calificó como parte de una capacitación aislada. Enfatizó que no constituye base suficiente para hablar de un operativo formal y mucho menos de una política compartida.

Contexto: cooperación bilateral bajo la lupa

La relación en materia de seguridad entre México y Estados Unidos ha atravesado altibajos durante la última década. Bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador (2018–2024), las tensiones crecieron tras diversas decisiones del gobierno mexicano:

  • Restricción de actividades de la DEA en territorio nacional.
  • Expulsión o limitación del número de agentes extranjeros.
  • Acusaciones de “fabricación de pruebas” por la DEA, especialmente tras el escándalo contra el exsecretario de Defensa Salvador Cienfuegos.

Con la llegada de Sheinbaum, algunos analistas esperaban cierto alivio en estas tensiones. De hecho, en los últimos meses su administración ha extraditado a al menos 26 capos del narcotráfico requeridos por autoridades norteamericanas, lo que se leía como una señal de buena voluntad renovada.

No obstante, el mal manejo del anuncio del Proyecto Portero podría marcar una nueva fase de fricciones diplomáticas. La Casa Blanca no ha emitido comentarios oficiales tras la negativa mexicana, pero es evidente que existe un desaliento entre las esferas de seguridad estadounidenses por la falta de claridad en la colaboración.

Soberanía como principio rector

Sheinbaum fue enfática en recalcar que cualquier acuerdo de seguridad será bajo cuatro pilares fundamentales:

  1. Soberanía nacional
  2. Confianza mutua
  3. Respeto territorial
  4. Coordinación sin subordinación

Y afirmó que se encuentra en negociación un plan de seguridad binacional más integral, el cual está "prácticamente terminado". El objetivo principal será asegurar que ninguna agencia extranjera intervenga de forma unilateral.

Una relación llena de contrastes

Al mismo tiempo que ocurría esta controversia, México realizó una operación de extradición poderosamente simbólica: el envío de altos mandos del Cártel de Sinaloa, del Cártel del Golfo y del CJNG a Estados Unidos. Esto incluiría figuras claves como:

  • Édgar Valdez Villareal "La Barbie" (aunque su paradero es objeto de debate actualmente).
  • Ovidio Guzmán, uno de los hijos de “El Chapo”.
  • Carios operadores financieros del CJNG.

Estas acciones apuntan a una reafirmación tácita de cooperación. Sin embargo, el rechazo explícito al Proyecto Portero parece un golpe al discurso estadounidense. ¿La razón? Podría tratarse de un intento de mantener el control interno de la narrativa en México, evitando acusaciones de sumisión ante Washington.

¿Cooperación real o simbólica?

Las palabras del nuevo jefe de la DEA, Terry Cole, parecen claves en entender la postura estadounidense: “El Proyecto Portero y este nuevo programa de formación muestran cómo lucharemos: planificando y operando codo a codo con nuestros socios mexicanos, y desplegando todo el poder del gobierno estadounidense.”

Pero el fondo de dicha declaración refleja una visión de coparticipación firme, algo que el gobierno mexicano niega tener todavía. Así, surge la pregunta inevitable: ¿fue el anuncio de la DEA una maniobra propagandística para presionar públicamente a México o simplemente un error de comunicación entre burócratas?

El rol de la DEA en México, ayer y hoy

Para comprender plenamente este episodio, es necesario recordar que la DEA ha operado históricamente en México desde la década de 1970. Sin embargo, su presencia se ha visto disminuida tras el escándalo Cienfuegos. En 2022, el número de agentes con presencia territorial cayó casi un 40%.

Además, López Obrador impulsó reformas legales que obligaban a las agencias extranjeras a entregar información al gobierno central antes de realizar cualquier operativo en México, una cláusula que redefinió completamente las reglas del juego.

Balance delicado rumbo a 2025

Mientras México y EE.UU. se encuentran a las puertas de una nueva configuración política —con elecciones en ambos lados del río Bravo en el horizonte de 2024–2025—, la seguridad fronteriza y el narcotráfico volverán a dominar las agendas bilaterales.

Los errores diplomáticos como el del Proyecto Portero se convierten en señales preocupantes para quienes esperan una transición hacia una relación menos tensa. En una época donde el fentanilo y otras drogas sintéticas matan a más de 100,000 estadounidenses al año, y México sufre más de 35,000 homicidios anuales, la cooperación ya no puede quedarse en el plano simbólico.

¿Qué sigue?

Sheinbaum ha asegurado que su prioridad será reforzar las instituciones mexicanas y evitar cualquier interferencia extranjera que vulnere su autoridad. No obstante, los niveles de violencia y el poder creciente de los cárteles obligan a considerar estrategias conjuntas serias.

En ese sentido, habrá que observar cómo evoluciona la propuesta de nuevo acuerdo integral de seguridad con Estados Unidos, que Sheinbaum adelantó y que podría concretarse antes de fin de año.

Pero hasta entonces, un hecho es claro: no hay proyecto Portero… todavía.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press