Costas al límite: el lento colapso de los Outer Banks y la amenaza del cambio climático

Casas colapsadas, erosión e inversiones millonarias: la lucha de Rodanthe contra el océano Atlántico revela un drama costero de alcance nacional

Un paraíso en retirada

En la costa de Carolina del Norte, donde el océano abraza la tierra con fuerza inquebrantable, dos casas ubicadas en la pequeña comunidad de Rodanthe permanecen en pie como centinelas en declive. Asediadas por mareas altas y erosionadas desde sus cimientos, estas viviendas encarnan un problema que se repite en extensas franjas del litoral estadounidense: la desaparición lenta pero incesante del terreno costero frente al avance del mar.

Desde el año 2020, al menos 11 casas han colapsado directamente en el Atlántico, según el Servicio de Parques Nacionales (NPS). Y aunque la atención pública tiende a centrarse en fenómenos extremos como los huracanes, la amenaza más persistente e insidiosa es la combinación de erosión y cambio climático.

Rodanthe: una comunidad frágil frente al Atlántico

Rodanthe es una aldea de solo 200 habitantes que sobresale más que cualquier otra comunidad en Carolina del Norte hacia el océano. Esta localización privilegiada también la convierte en una de las más vulnerables. Allí, la erosión costera es una amenaza constante.

Jan Richards, residente local, lo expresó mientras observaba los estragos de la marea: “La casa del medio cayó el año pasado. Golpeó contra la de al lado. Pero esa ha sido bastante resistente... hasta ahora”.

Inevitable desde sus orígenes

Los Outer Banks son islas de barrera, formadas a partir de sedimentos depositados por las olas y las corrientes. Son, por naturaleza, móviles y cambiantes. Algunos expertos argumentan que la urbanización de estas islas nunca debió haberse permitido. David Hallac, superintendente del Parque Nacional Cabo Hatteras, recuerda que antaño las viviendas eran modestas y diseñadas para ser móviles.

“Quizás antes se comprendía mejor que estas islas eran dinámicas. Si construías algo frente al mar, sabías que quizás no estaría allí para siempre”, comentó Hallac.

Una historia que se repite: el faro que tuvo que mudarse

Incluso las estructuras más emblemáticas no escapan de este destino. En 1999, el mítico Faro de Cabo Hatteras tuvo que ser trasladado más de 880 metros tierra adentro debido al avance del mar. Cuando se erigió en 1870, estaba a 457 metros del mar. 50 años después se encontraba a apenas 91 metros. Hoy, ese mismo proceso continúa y amenaza a cientos de viviendas.

Hallac puntualiza que algunas playas pierden entre 3 y 4.5 metros de costa cada año. Esta erosión va minando las dunas, avanzando hacia las casas y finalmente reduciendo la franja de playa a unos cuantos metros frente a las viviendas.

Entre pilas de madera y montañas de preocupación

Las casas costeras en Rodanthe están sostenidas por pilotes de madera que pueden alcanzar hasta los 4.5 metros de profundidad. Pero este recurso ya no es suficiente cuando la erosión elimina el sedimento que estabiliza esas bases.

“Es como poner un palillo en arena mojada”, ilustra gráficamente Hallac, comparando también la fragilidad de una sombrilla de playa mal enterrada.

El colapso de una casa no solo representa una pérdida económica, sino también un problema ambiental. Los escombros pueden dispersarse hasta 25 kilómetros a lo largo de la costa. A esto se suma el riesgo de contaminación por tanques sépticos y el peligro físico para bañistas.

Un análisis conjunto entre autoridades estatales, locales y federales señala que al menos 750 de las 8,800 estructuras frente al mar en Carolina del Norte están actualmente en riesgo.

Soluciones que cuestan millones

¿Qué se puede hacer ante un fenómeno que parece imparable? Las soluciones existen, pero son costosas:

  • Aportes de arena: se trata de proyectos de “reacondicionamiento costero” donde se dragan grandes cantidades de arena para restituir la playa. Aunque se han aplicado con éxito en lugares como Miami Beach, hacerlo en Rodanthe costaría hasta 40 millones de dólares.
  • Compra de propiedades en riesgo: adquirir viviendas vulnerables para demolerlas o reubicarlas es otra opción, pero también implica una gran inversión pública.
  • Restricciones urbanísticas: limitar nuevas construcciones en zonas de riesgo es esencial, pero muchas veces rechazado por desarrolladores y dueños de propiedades.

Braxton Davis, director de la Federación Costera de Carolina del Norte, advierte que “este no es un problema único de Rodanthe, ni de Carolina del Norte. Es un problema nacional”. Y señala que otras áreas críticas incluyen la costa de California, los Grandes Lagos e incluso márgenes de ríos en el interior del país.

La subida progresiva del nivel del mar se está acelerando. Datos del Servicio Nacional Oceánico revelan que el nivel del mar en la costa este ha aumentado unos 20 cm en los últimos 100 años, y se espera un incremento de entre 30 a 60 cm adicionales para 2050, dependiendo de las emisiones de gases invernadero.

Un llamado urgente a la acción

La imagen de casas cayendo al océano en Rodanthe podría parecer una rareza. Pero en realidad, es una advertencia muy clara: el clima está cambiando, la geografía también y nuestras infraestructuras no están preparadas para adaptarse a tiempo.

Negarse a reconocer la urgencia de este fenómeno solo provocará mayores pérdidas humanas, ambientales y económicas en el futuro cercano.

Como enfatizó Davis: “La situación solo va a empeorar”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press