El nuevo rol de Nueva Zelanda en la defensa del Pacífico: ¿Una isla que despierta?

Con una inversión histórica en defensa, Nueva Zelanda se sacude el letargo estratégico y se posiciona frente a las crecientes tensiones globales.

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Un salto estratégico: de la neutralidad al protagonismo

En un giro significativo de política exterior, el gobierno de Nueva Zelanda anunció recientemente un aumento récord en su presupuesto militar: 2.700 millones de dólares neozelandeses (aproximadamente 1.600 millones de dólares estadounidenses) destinados a la renovación de su flota aérea y naval. Este movimiento no es simplemente una actualización de equipos; representa un cambio de paradigma en la postura del país frente al clima geopolítico global, especialmente en el Indo-Pacífico.

Este paquete incluye la adquisición de cinco helicópteros MH-60R Seahawk —los helicópteros marítimos que utilizan arquitecturas militares como la de Estados Unidos y Australia— y dos aeronaves Airbus A321XLR para reemplazar los anticuados Boeing 757, con más de 30 años de servicio. Los helicópteros por sí solos representan más de 2 mil millones de dólares neozelandeses del presupuesto anunciado. Esta compra es solo la primera etapa de un plan más ambicioso: duplicar el gasto en defensa del 1 al 2% del PIB en los próximos 10 años.

¿Por qué ahora? La presión del ambiente geoestratégico

El anuncio del gasto llega en un contexto de crecientes tensiones globales. La ministra de Defensa, Judith Collins, subrayó que estamos ante un "deterioro del entorno de seguridad global". Con los conflictos latentes en Asia oriental, especialmente entre China y sus vecinos, y el aumento del patrullaje naval en aguas internacionales, Nueva Zelanda no puede seguir siendo un mero observador.

Además, este movimiento también responde a una cuestión interna no menor: los múltiples fallos mecánicos en los Boeing 757, los cuales han causado bochornosos retrasos en viajes oficiales recientes. Algunos medios neozelandeses ya los apodan los "caballos cansados de la diplomacia".

Los Cinco Ojos y la necesidad de estar a la altura

En materia de inteligencia y defensa, Nueva Zelanda pertenece al exclusivo club de los "Five Eyes" (Cinco Ojos), una alianza de cooperación en inteligencia junto a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia. Sin embargo, a lo largo de los años, ha sido vista como la "hermana menor" de esta agrupación debido a su relativo bajo gasto militar y su habitual política exterior basada en la neutralidad.

La decisión de elevar el presupuesto de defensa pone fin a décadas de abstención estratégica, enviando una señal clara a sus aliados de que ahora está dispuesta a jugar un rol más activo en los asuntos del Pacífico.

Detalles técnicos: ¿por qué los Seahawk y los Airbus?

  • MH-60R Seahawk: Helicóptero polivalente de guerra antisubmarina, con capacidad para misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. Utilizado por la Marina de Estados Unidos, Australia, Dinamarca y la India, entre otros.
  • Airbus A321XLR: Variante de largo alcance (hasta 8.700 km) del A321neo. Ideal para vuelos diplomáticos de larga distancia sin escalas, eficiente en consumo de combustible.

Además, en un giro logístico, se anunció que la compra se realizará directamente a través del programa de ventas militares extranjeras de Estados Unidos, acortando los plazos y evitando procesos licitatorios que podrían ralentizar la adquisición.

¿Un gesto hacia Washington?

Pese a que la ministra Collins enfatizó que la compra a Estados Unidos no tiene fines económicos, algunos analistas sugieren lo contrario. Recordemos que durante la administración Trump, productos neozelandeses sufrieron aranceles del 15% al ingresar a EE. UU. ¿Es esta adquisición una moneda de cambio implícita para mejorar relaciones comerciales? La duda persiste.

Nueva Zelanda, ¿nuevo bastión en la lucha por el Pacífico?

La región del Pacífico Sur está en la mira de las grandes potencias. China ha desarrollado una política agresiva de préstamos e infraestructura (la llamada "diplomacia de la deuda") en países como Samoa, Islas Salomón o Fiyi, mientras que Estados Unidos y Australia intentan contrarrestar esta influencia con acuerdos militares y económicos.

Para Nueva Zelanda, hasta hace poco más enfocada en comercio agrícola y en su imagen de país pacífico, esta nueva actitud supone una redefinición de su identidad internacional. La compra de equipamiento militar más avanzado puede parecer logística, pero en el fondo, es geopolítica y estratégica.

¿Qué dicen los detractores?

No todos están contentos con la noticia. Desde sectores progresistas y pacifistas del Parlamento y la sociedad civil se ha levantado una oposición frente al aumento del gasto bélico. "¿Queremos helicópteros o queremos hospitales?", se preguntan algunos. La tensionada relación entre seguridad y gasto social vuelve a estar sobre la mesa.

Otros advierten que comenzar a involucrarse en disputas regionales puede “encender fuegos” en vez de contenerlos. Nueva Zelanda ha gozado durante años de una posición privilegiada por su neutralidad. ¿Vale la pena abandonarla?

Una tendencia global: el rearme silencioso del siglo XXI

Lo ocurrido en Nueva Zelanda no es un caso aislado. En los últimos tres años, naciones tradicionalmente neutras o con ejércitos pequeños como Suecia, Finlandia o Japón han incrementado sustancialmente su gasto en defensa:

  • Japón: aumentó en más del 20% su presupuesto militar desde 2021, con un plan quinquenal para alcanzar el 2% del PIB en defensa (fuente: MOD Japón).
  • Finlandia: se unió a la OTAN en 2023 tras décadas de neutralidad, en respuesta directa a la invasión de Ucrania.
  • Alemania: anunció un fondo especial de 100.000 millones de euros para modernizar sus fuerzas armadas en 2022.

¿Está el mundo presenciando un rearme global silencioso, disfrazado de renovación tecnológica?

Una isla que ya no quiere estar sola

En una región tan estratégica y inestable como el Indo-Pacífico, quedarse al margen ya no es opción. La apuesta de Nueva Zelanda puede ser interpretada como una reacción tardía, pero necesaria para proteger sus intereses económicos, diplomáticos e incluso humanitarios.

¿Será esta inversión el inicio de una política exterior más activa y comprometida de Wellington o simplemente una actualización técnica envuelta en retórica? Solo el tiempo lo dirá. Pero algo es seguro: Nueva Zelanda ha dejado de ser solo un paraíso verde de turistas y ovejas; ahora también quiere ser un actor relevante en el nuevo orden del Pacífico.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press