Elecciones en Bolivia: ¿Cambio de rumbo o continuidad ecológica disfrazada?
Indígenas y ambientalistas dudan que el cambio político frene la devastación del Amazonas boliviano
Un momento decisivo: Bolivia a las urnas
Cuando Bolivia se encamina hacia una segunda vuelta histórica el 19 de octubre, gran parte del debate nacional gira en torno al fin de una era de casi 20 años de gobierno socialista. Pero bajo la superficie de esta contienda política, se libra otra batalla igual o más trascendental: el destino de uno de los ecosistemas más importantes del planeta, el Amazonas.
Con apenas el 8% de la cuenca amazónica, Bolivia alberga una parte esencial del pulmón verde de la Tierra. No obstante, los niveles de deforestación, incendios forestales y contaminación minera colocan al país entre los que más destruyen su selva tropical. Y para los pueblos indígenas y ambientalistas, ninguno de los dos candidatos —el centrista Rodrigo Paz ni el conservador Jorge 'Tuto' Quiroga— ofrece razones suficientes para un verdadero cambio ecológico.
El costo ambiental de un modelo económico agotado
La herencia de Evo Morales es compleja. Como primer presidente indígena del país, Morales representó una esperanza para millones, impulsando derechos sociales, educación y visibilidad para comunidades históricamente marginadas. Su gobierno invocó constantemente a Pachamama, la Madre Tierra en la cosmovisión andina. Sin embargo, su gestión también fortaleció alianzas con empresarios agroindustriales, promovió la expansión de la frontera agrícola y facilitó una explotación extractivista que pasó factura al medio ambiente.
En 2019, Morales flexibilizó las reglas que prohibían la quema de tierras y legalizó el desmonte para uso agrícola, lo que contribuyó a incendios que arrasaron casi un millón de hectáreas (3.860 millas cuadradas). Para 2024, los incendios forestales habían alcanzado más de 10 millones de hectáreas —una superficie similar a Islandia—, mientras que Bolivia registraba la segunda mayor pérdida de bosque tropical primario del mundo, solo detrás de Brasil, según Global Forest Watch.
¿Dos caras de la misma moneda?
El contexto electoral presenta opciones que muchos perciben como una falsa disyuntiva. Ruth Alipaz Cuqui, coordinadora de la alianza indígena CONTIOCAP y miembro del pueblo Uchupiamona, declaró sobre los candidatos: "Es una elección entre dos amenazas. Ambos han ignorado consistentemente el bienestar indígena".
Quiroga ha prometido incentivar la agricultura sostenible, reforestación, control estricto de incendios y financiamiento para la conservación mediante bonos verdes y de carbono. Sin embargo, sus vínculos con sectores que impulsan la expansión de la soya y la ganadería levantan alertas. Por su parte, Paz plantea un "gobierno verde" financiado con $15 mil millones de dólares en créditos de carbono, pero su propuesta todavía carece de detalles suficientes.
El economista ambiental Stasiek Czaplicki advirtió que un gobierno de Quiroga podría resultar "el peor para las instituciones que defienden el medio ambiente", debido a su interés en eliminar la titulación colectiva de tierras indígenas y en abrirlas al mercado privado.
Crímenes invisibles: mercurio en los ríos y cuerpos
Bolivia enfrenta además un problema de contaminación invisible pero letal. La minería ilegal de oro, que utiliza mercurio para separar el metal precioso, ha contaminado ríos y peces, afectando a comunidades enteras. Estudios científicos han detectado altas concentraciones de mercurio en sangre en poblaciones del Amazonas boliviano, un fenómeno que también se observa en otras naciones amazónicas como Perú y Brasil.
Vincent Vos, investigador holandés-boliviano, denuncia una crisis múltiple en el departamento amazónico de Beni: “Santa Cruz ya perdió el 68% de sus reservas hídricas. Hay 30% menos de lluvias que hace 10 años. Y nuestros peces ya están completamente contaminados por mercurio.”
El abogado estadounidense Nick Fromherz, experto en derecho ambiental latinoamericano, coincide en que los candidatos han hablado de incendios forestales y expansión agrícola, pero han ignorado cuestiones urgentes como la contaminación por mercurio. "Ambos han hecho promesas superficiales sin enfrentar las raíces profundas del problema", sentenció.
Los pueblos indígenas: guardianes sin apoyo
Las comunidades indígenas que habitan el Amazonas llevan décadas denunciando el abandono estatal, pese a que sus territorios están en la primera línea de defensa contra la deforestación. “Se firman acuerdos, se hacen compromisos, se aprueban leyes y decretos, pero en el territorio no se aplica absolutamente nada,” lamentó Alipaz.
Según el informe de la plataforma Global Witness, defensores ambientales —muchos de ellos indígenas— sufren amenazas constantes. En América Latina, una de las regiones más letales para activistas, Bolivia no es ajena a esa tendencia. Y sin políticas que fortalezcan derechos territoriales y la seguridad jurídica de esos pueblos, resulta difícil imaginar un cambio estructural.
Un asunto global con raíces locales
Lo que ocurre en Bolivia no es solo un drama ecológico nacional; es un desafío global. El Amazonas regula el clima, captura el carbono y es hogar de una megabiodiversidad sin igual. Pero el impacto local es brutal: ríos secos, alimentos contaminados, desplazamientos forzados.
“Lo que nos pasa es que somos despojados de nuestro territorio, envenenados con humo y mercurio, y también privados de los medios de vida como el agua, el suelo y los alimentos,” denuncia Alipaz. “La vida de los pueblos indígenas en Bolivia ha pasado de mal en peor.”
La urgencia del cambio no puede postergarse
La elección de octubre representa una oportunidad para trazar un nuevo rumbo, pero también para repetir los errores del pasado bajo nuevas etiquetas. Como dijo Fromherz: “Las preocupaciones ambientales siguen siendo vistas como secundarias en la política boliviana, aun cuando dan forma a la vida de millones.”
Los pueblos del Amazonas no esperan milagros. Pero sí exigen coherencia, respeto y acciones concretas. Porque como afirma Alipaz: “No se trata solo de nuestra vida. Es nuestra existencia misma la que está en juego.”
En esta coyuntura crítica, Bolivia debe decidir si apostará por un verdadero pacto ecológico o si permitirá que la devastación continúe, disfrazada de desarrollo. El mundo observa. Pero la selva grita.