La apuesta solar de China: ¿una revolución energética o una carrera contra el tiempo?

Con mega granjas solares y caída en emisiones de carbono, China podría estar redefiniendo su rol como líder climático, pero ¿es suficiente frente al cambio climático global?

En lo alto del altiplano tibetano, en la región de Qinghai, China está construyendo lo que promete ser la planta solar más grande del mundo: 610 kilómetros cuadrados, el equivalente a la ciudad de Chicago. Este ambicioso proyecto no es un caso aislado, sino parte de una tendencia más amplia: China lidera el mundo en la instalación de energías renovables, especialmente energía solar, a una velocidad sin precedentes.

Según un estudio publicado recientemente, las emisiones de carbono de China se redujeron en un 1% en la primera mitad del año comparado con el mismo período en 2023, continuando una tendencia descendente que empezó en marzo de 2024. ¿Es esto señal de un cambio estructural en el modelo energético chino?

El dominio solar chino: estadísticas impresionantes

La expansión del parque solar en Qinghai es apenas la punta del iceberg. China instala más capacidad solar anualmente que el resto del mundo combinado. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), China añadió casi 100 gigavatios (GW) de capacidad solar solo en 2023, con una proyección de instalar más de 120 GW para finales de 2024.

Algunas cifras clave:

  • China representa más del 40% de la capacidad solar instalada a nivel mundial.
  • En 2023, China invirtió más de 280 mil millones de dólares en energías renovables.
  • Planea alcanzar un pico de emisiones antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono para 2060.

El simbolismo del altiplano: ovejas y paneles solares

La imagen de ovejas tibetanas pastando entre filas interminables de paneles solares no solo es poética; también representa la dualidad del progreso sostenible chino. Proyectos como estos muestran cómo China intenta integrar su expansión energética con conservación ecológica. En la prefectura de Hainan (Qinghai), los paneles flotan sobre campos donde el ganado puede seguir pastando.

Según Zhang Hongliang, ingeniero jefe del sitio, la producción de esta mega planta será equivalente a la electricidad consumida por más de 3 millones de hogares anualmente. A la vez, se estima una reducción de más de 10 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2 al año.

¿Meta cumplida? El debate sobre el pico de emisiones

Uno de los hallazgos más alentadores del informe climático de este año es que China podría haber alcanzado su pico de emisiones antes de lo programado. De ser cierto, posicionaría a la nación como una excepción entre los países en desarrollo, donde el crecimiento económico a menudo conlleva un aumento acelerado de emisiones.

No obstante, expertos advierten que una modesta caída del 1% no alcanza para frenar el calentamiento global. La ONU ha señalado que las emisiones globales deben reducirse en un 43% para 2030 para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de no superar los 1.5 °C de calentamiento.

“El desafío para China no es solo alcanzar el pico, sino comenzar a reducir dramáticamente sus emisiones anuales a partir de ahora. De lo contrario, el planeta no tendrá ninguna posibilidad de evitar el colapso climático”, señaló Li Shuo, director del think tank Asia Society Policy Institute, con sede en Beijing.

El otro lado del sol: carbón vs. transición limpia

China es también el mayor consumidor de carbón del mundo. Aunque ha disminuido su participación relativa, aún fue responsable del 56% de su generación eléctrica en 2023. El impulso a las renovables parece convivir con la construcción de nuevas plantas termoeléctricas.

En regiones como Mongolia Interior o Shanxi, el gobierno ha aprobado hasta 50 GW nuevos de generación a carbón desde 2022. ¿Contradicción o transición controlada? Según el Ministerio de Energía de China, estas nuevas plantas se consideran “respaldo de seguridad energética”. En parte, están diseñadas para compensar la intermitencia inherente a las renovables.

Tecnología y manufactura: China como proveedor mundial

China no solo instala paneles a gran escala, también produce más del 80% del suministro global de componentes fotovoltaicos, desde silicio hasta módulos acabados. Empresas como LONGi Green Energy y JinkoSolar son líderes del sector, convirtiéndose en actores esenciales para la transición energética mundial.

Esto genera una paradoja geopolítica: mientras occidente urge una dependencia energética más “verde”, su cadena de suministro pasa, indefectiblemente, por manos chinas. Es por eso que la Unión Europea ha propuesto recientemente crear incentivos fiscales para fábricas solares locales. Estados Unidos, por su parte, intenta estimular la industria nacional a través del Inflation Reduction Act.

Del campo a las ciudades: red eléctrica en transformación

Uno de los mayores retos de la transición energética en China ha sido la transmisión de electricidad verde desde zonas rurales —como el altiplano tibetano o el desierto de Gobi— hacia los centros urbanos de la costa este del país.

Para solucionar esto, China desarrolla una de las redes de ultra alta tensión (UHV) más extensas del mundo. Este tipo de infraestructura permite transportar grandes cantidades de energía a distancias de más de 2.000 kilómetros, con mínima pérdida eléctrica.

Hasta mediados de 2024, el país tenía 12 rutas operativas UHV en pleno funcionamiento y otras 9 en construcción. Es una revolución silenciosa que permite que un hogar en Shanghai sea abastecido con luz proveniente de los rayos solares capturados en el Tíbet.

Los desafíos sistémicos: burocracia, almacenamiento y desigualdad regional

A pesar del entusiasmo, la transición verde de China no está exenta de desafíos internos. Algunos de los más nombrados por analistas son:

  • Desigualdad en instalaciones: zonas industrializadas en el este muestran alta electrificación limpia, mientras regiones del oeste aún dependen del carbón.
  • Falta de infraestructura de almacenamiento: Para maximizar la eficiencia de la energía solar, es clave almacenar excedentes. Actualmente, China tiene solo porcentaje mínimo de capacidad de baterías instalada.
  • Regulación provincial fragmentada: Aunque hay planes nacionales, las decisiones energéticas aún están descentralizadas y sufren lentitudes burocráticas.

Una mirada a futuro: ¿ejemplo global u otra promesa a medias?

La rapidez con la que China ha instalado su infraestructura solar y el ligero descenso de emisiones invitan a un optimismo cauteloso. Por primera vez, el gigante asiático podría mostrar con hechos —más allá de declaraciones diplomáticas— que está dispuesto a lidiar con su huella ecológica.

No obstante, la verdadera medida de liderazgo climático vendrá de su habilidad para acelerar reducciones netas, abandonar el carbón en serio y permitir que otros países accedan a tecnología limpia a precios llevaderos.

El sol brilla sobre Qinghai, pero el camino hacia una economía verdaderamente verde está aún lleno de sombras.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press