Sudán en llamas: la tragedia de Kordofán y el infierno silencioso de una guerra olvidada

Masacres, violaciones, hambre y enfermedad sacuden a millones mientras el mundo aparta la mirada de una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI

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En medio de las arenas calcinantes del noreste africano, una nación se desangra. El conflicto en Sudán, iniciado en abril de 2023, ha dejado un rastro de muerte, sufrimiento y desplazamiento que ya impacta a más de 14 millones de personas. La región de Kordofán, rica en petróleo y clave estratégica para las fuerzas contendientes, se ha convertido en un escenario de horror casi inimaginable. Desde masacres sistemáticas hasta violaciones masivas y hambrunas provocadas, el conflicto ha transformado a Sudán en un infierno silencioso ignorado por gran parte del mundo occidental.

Una guerra por el poder que sepulta poblaciones enteras

El conflicto sudanés estalló tras una lucha encarnizada entre dos figuras del poder militar: el general Abdel Fattah al-Burhan, comandante del ejército, y Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). La pugna, que inicialmente parecía una disputa de élites, pronto derivó en una guerra civil devastadora.

Según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), más de 40.000 personas han muerto desde abril de 2023, y unos 14 millones se han visto desplazados internamente. El país vive un colapso total en sus servicios esenciales: no hay alimentos, salud, educación ni seguridad.

Shag al-Num: la pesadilla tiene nombre

Uno de los eventos más trágicos se vivió el pasado 12 de julio en la aldea de Shag al-Num, en la región de Kordofán. Ahlam Saeed, una viuda de 43 años y madre de cuatro, relató su experiencia: “Se oían motores de motocicletas, disparos, gritos… Ellos disparaban a todo lo que se movía”.

El ataque, perpetrado por hombres armados en motocicletas y camionetas, pertenecientes a las RSF y a las milicias aliadas Janjaweed, dejó al menos 200 muertos. “Era como si se hubiera abierto la puerta del infierno”, dijo Saeed con los ojos llenos de lágrimas y el alma rota.

Según testimonios de varios sobrevivientes, las RSF también abusaron sexualmente de numerosas mujeres de la comunidad. UNICEF informó que durante estos dos días de violencia, se contabilizaron más de 450 muertos, incluidos 35 niños y dos mujeres embarazadas.

Violaciones sistemáticas: la guerra también es contra las mujeres

Una terapeuta de salud mental basada en Obeid, capital provincial de Kordofán del Norte, comentó que tan solo en julio de 2025 brindó apoyo a 10 mujeres y niñas que fueron violadas durante ataques de las RSF. Entre ellas se encontraban dos mujeres de Shag al-Num. “Las condiciones son trágicas”, dijo, al tiempo que solicitó el anonimato por seguridad.

Las agresiones sexuales han sido utilizadas como arma de guerra con una impunidad alarmante, un patrón que recuerda dolorosamente a los crímenes de guerra cometidos durante el genocidio de Darfur en la década de los 2000.

Imágenes satelitales muestran la magnitud de la destrucción

El Humanitarian Research Lab de la Escuela de Salud Pública de Yale analizó imágenes satelitales de Shag al-Num entre el 13 y el 14 de julio, revelando una destrucción masiva: edificios quemados, incendios intencionados y techos aún humeantes. La evidencia indica una estrategia sistemática por parte de las RSF para borrar comunidades enteras del mapa.

Kordofán: el premio maldito por el control estratégico

La región de Kordofán se ha convertido en la pieza más codiciada del tablero. Con tres provincias ricas en petróleo y rutas estratégicas de acceso a otras zonas del país, el control de Kordofán representa poder económico, político y logístico.

Kordofán se ha convertido en la zona más estratégica del país”, señaló Cameron Hudson, analista del Center for Strategic and International Studies.

Pero esa importancia ha conllevado un costo humano incalculable. “Las rutas están cortadas, las líneas de suministro han colapsado y los habitantes caminan kilómetros para encontrar siquiera un poco de sal”, explicó Kadry Furany, director nacional de Mercy Corps en Sudán.

El-Fasher: donde se condena al pueblo al hambre y al silencio

En el otro extremo, hacia el oeste de Kordofán, se encuentra el-Fasher, último bastión del ejército sudanés en Darfur. Bajo constante bombardeo de las RSF durante más de un año, se ha convertido en un epicentro de hambre, enfermedad y muerte.

El Programa Mundial de Alimentos ha intentado ingresar por tierra sin éxito. Cerca de 300.000 personas están atrapadas, en un cerco absoluto. “Sin acceso inmediato y sostenido, se perderán vidas”, advirtió Eric Perdison, director del PMA en África Oriental y Meridional.

Los precios de los alimentos han aumentado un 460% respecto al resto del país, según el Centro Africano para la Justicia y los Estudios de Paz. Muchos habitantes comen forraje animal... cuando lo hay.

La masacre silenciosa de quienes intentan huir

Incluso escapar representa una sentencia de muerte. Cualquier salida de el-Fasher está controlada por las RSF. En el puesto de control en Garni, una aldea clave en la ruta de huida, los combatientes paramilitares han emboscado, robado, violado y asesinado a quienes intentaban escapar. El 2 de agosto, al menos 14 personas murieron allí.

Te dicen que te vayas, y luego te matan”, afirmó al-Amin Ammar, un anciano que logró huir por su edad.

“Esperan la muerte, no comida”: el rostro de la desesperanza

Adam Regal, portavoz del grupo de ayuda General Coordination, compartió imágenes escalofriantes: niños con costillas marcadas, ojos hundidos, madres agotadas, todas fuera de el-Fasher o en la vecina Tawila.

La gente no espera comida o medicinas, sino la muerte”, exclamó con impotencia.

En un hospital improvisado de Tawila, Sabah Hego vela a su hijo de 12 años enfermo de cólera, uno de los pocos que quedan con vida tras semanas sin alimentos ni tratamiento médico.

Está enfermo, está muriendo”, dijo sin lágrimas. “No está solo. Hay muchos como él”.

¿Dónde está el mundo?

A pesar del horror innegable, la comunidad internacional parece mirar hacia otro lado. Las coberturas mediáticas son escasas, la ayuda humanitaria insuficiente, y los foros diplomáticos, como la ONU, emiten reportes pero sin acciones concretas.

La Corte Penal Internacional ha iniciado investigaciones por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, sin arrestos ni sanciones efectivas, la impunidad reina en el conflicto.

¿Una segunda Darfur?

Las similitudes con el genocidio de Darfur de 2003-2005 son más que inquietantes. Entonces, más de 300.000 personas murieron y más de 2,5 millones fueron desplazadas. Hoy, nos enfrentamos a cifras comparables, si no superiores, y a horrores similares.

Lo que estamos viendo en Sudán es una continuación del genocidio con otro nombre”, denunció Kenneth Roth, exdirector de Human Rights Watch.

El tiempo corre: Sudán no puede esperar más

Si el mundo no actúa ahora, no solo se perderán cientos de miles de vidas más, sino que habrán muerto bajo el silencio cómplice de quienes tuvieron los recursos para detenerlo. Hacer visible Sudán, nombrar las aldeas arrasadas, compartir las historias de madres como Ahlam Saeed, no es un acto político: es un deber humano.

El infierno tiene nombre, y se llama Sudán. Es ahora o nunca.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press