Una iglesia que camina: la Kiruna Kyrka se muda para sobrevivir y honrar a los pueblos indígenas del Ártico
Entre la preservación del patrimonio, la inclusión de lenguas minoritarias y las heridas del pasado, la Iglesia de Kiruna representa un símbolo viviente de reconciliación y resiliencia
Una iglesia en movimiento literal y simbólicamente
En pleno corazón de la Laponia sueca, a unos 200 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico, la ciudad de Kiruna realiza una hazaña sin precedentes: trasladar su icónica iglesia de madera cinco kilómetros hacia el este. ¿El motivo? La expansión de la mina de mineral de hierro subterránea más grande del mundo, gestionada por la empresa estatal LKAB, amenaza con tragarse lentamente el casco urbano original.
En un acto cargado de simbolismo, este traslado no solo es técnico, sino espiritual y cultural. La Kiruna Kyrka, consagrada en 1912, será reubicada para preservar no solo su estructura, sino también su papel como un lugar de encuentro marcado por la inclusión lingüística, la sanación histórica y la comunión interétnica.
Una iglesia para todos: un legado desde sus cimientos
Inusualmente inclusiva desde su fundación, la iglesia fue un regalo de LKAB con un propósito claro: servir como hogar espiritual para todos los habitantes de Kiruna, fuesen o no cristianos, luteranos o incluso suecos de nacimiento.
Esto se refleja en su arquitectura, diseñada para evocar el estilo Sami, y en detalles que desmitifican la hegemonía religiosa: un único crucifijo en todo el recinto y un altar pintado por el príncipe Eugen, que en lugar de mostrar escenas bíblicas representa un bosque iluminado por el sol como manifestación de lo divino en la naturaleza.
La inclusión se volvió un principio rector con la incorporación de lenguas minoritarias en sus sermones y cánticos: el Sami del Norte —hablado por comunidades indígenas como los pastores de renos—, el Finlandés y el Meänkieli, una lengua finesa hablada en la región de Tornedalen.
“Estamos hablando del lenguaje del corazón”, dijo la pastora Lena Tjärnberg. “Es muy importante que puedas escuchar algunas palabras en tu idioma”.
Reconciliación con un pasado doloroso
A pesar de su presente diverso e inclusivo, la Iglesia de Suecia tiene una historia complicada con los pueblos Sami. A mediados del siglo XX, la Iglesia participó activamente en programas de asimilación forzada conocidos como escuelas nómadas, escuelas segregadas donde niños sami fueron víctimas de racismo, abusos y adoctrinamiento.
En 2021, tras décadas de silencio, la entonces arzobispa Antje Jackelén ofreció una disculpa histórica en nombre de la institución:
“En vez de reconocer la imagen de Dios en nuestros hermanos y hermanas Sami, intentamos rehacerlos a imagen de la cultura mayoritaria. No comprendimos que la espiritualidad sami se manifiesta en sus acciones cotidianas”.
Actualmente, una comisión de la verdad creada por el gobierno sueco está investigando estas prácticas y su efecto intergeneracional, y se espera que presente su informe final en diciembre de 2024.
Un espacio para todos los momentos de la vida
Lejos de ser solo un templo dominical, la Kiruna Kyrka es una constante en la vida de los habitantes de esta remota región ártica. Anna-Kristina Simma, miembro de la comunidad Sami, recuerda cómo creció asistiendo a la iglesia:
“Empiezas cuando eres un niño, un bebé, y vas toda tu vida hasta que envejeces”
Igualmente, Monica Nutti Blind, diácona de la iglesia y también integrante del pueblo Sami, observa cómo el diseño del edificio refleja el ciclo de las estaciones árticas:
“La madera oscura interior recuerda a los inviernos largos y oscuros, pero las ventanas permiten que el sol de medianoche del verano lo ilumine todo. Si miras hacia arriba, la luz recuerda a la primavera y su vegetación”.
El último servicio en tierras antiguas
Dos días antes del traslado, la congregación celebró un servicio al aire libre junto a un lago, a casi 90 kilómetros del centro original de Kiruna. Con apenas seis asistentes sentados en bancos rústicos y sillas plegables, la ceremonia fue íntima pero profundamente simbólica.
Entre versos del Libro de Proverbios leídos en Sami del Norte se colaba el aroma del café durante el fika, la tradicional pausa sueca para el café. Y en esa mezcla de contemplación, comunidad y naturaleza, se ofreció una oración para que la mudanza del templo se produzca con éxito.
“Oramos para que la iglesia de Kiruna se conserve y que la mudanza vaya bien, y que una vez más utilicemos esta hermosa iglesia”, pronunció Nutti Blind en sueco al final del servicio.
Un modelo arquitectónico espiritualmente respetuoso
La iglesia de Kiruna sorprende tanto por su arquitectura como por sus materiales. Completamente construida en madera y tratada con alquitrán para preservarla del clima extremo, su diseño recibió premios internacionales incluso antes de ser terminada oficialmente.
Según informes de la delegación nacional de patrimonio sueco, la iglesia fue elegida el edificio más querido en Suecia en 2001, y forma parte del inventario nacional del patrimonio eclesiástico. Su estética no sigue un esquema gótico ni barroco; mucho más bien, respeta las formas de las tiendas Sami, los lavvu, y se integra visualmente con el entorno ártico y sus ritmos.
El desafío titánico del traslado
El traslado de todo un edificio de esta magnitud requiere mano de obra especializada y soluciones de ingeniería avanzadas. Durante dos días, la iglesia fue desplazada cuidadosamente sobre raíles metálicos montados en plataformas rodantes, protegida por una estructura provisional de madera que evitaba que la vibración fracturase sus secciones más delicadas.
El objetivo final es ubicarla en el nuevo centro de Kiruna para fin de 2024 e integrarla funcional y simbólicamente en la reconstrucción de esta “nueva ciudad ártica”.
Como expresó el ingeniero jefe del proyecto, “Estamos moviendo no sólo madera, estamos moviendo historia”.
La espiritualidad después del desplazamiento
Para muchos, este cambio no implica una pérdida sino una oportunidad. Los creyentes, líderes comunitarios e incluso quienes sólo visitan la iglesia en eventos especiales, coinciden en que la Kiruna Kyrka sigue siendo un hogar espiritual, incluso si cambia de ubicación.
Al reubicarse con tanto cuidado, sin alterar su diseño, función o simbolismo, la iglesia continúa sirviendo como un puente entre generaciones, culturas y lenguas, en una región que durante siglos ha sido cruce de caminos, intereses y tensiones.
Y quizás eso sea lo más inspirador de todo: una comunidad que, en lugar de derribar y construir de nuevo, decide cargar el peso de su legado físico y espiritual, y llevarlo consigo, literal y figuradamente, hacia una nueva etapa.