Choque de titanes en el Mar de China Meridional: Filipinas, Australia y la sombra de Beijing
La creciente tensión en el arrecife de Second Thomas Shoal revela un nuevo frente geopolítico en Asia: maniobras militares, soberanía disputada y el ajedrez estratégico del siglo XXI
El tablero de ajedrez del Mar de China Meridional
Durante décadas, el Mar de China Meridional ha sido una región estratégica que concentra rutas marítimas de comercio global, recursos naturales y una compleja red de reclamaciones territoriales. Pero en los últimos años, este mar se ha convertido en un virtual polvorín geopolítico. Y en agosto de 2025, esa tensión volvió a ascender peligrosamente.
El detonante más reciente se desarrolló en el Second Thomas Shoal, un atolón donde las fuerzas armadas de Filipinas han mantenido una guarnición simbólica desde que encallaron deliberadamente el buque BRP Sierra Madre en 1999. Sin embargo, la respuesta de China ha sido cada vez más agresiva, incrementando su presencia con guardacostas, milicias marítimas y artillería ligera. Este agitado escenario ha motivado la realización de ejercicios militares conjuntos entre Filipinas y su principal aliado regional: Australia.
Operación Alon: fuego australiano sobre aguas polémicas
Del 15 al 29 de agosto, Australia y Filipinas lanzaron los ejercicios militares más grandes de su historia conjunta bajo el nombre Alon (ola, en tagalo). Más de 3.600 tropas participaron en maniobras de combate en tierra y mar, incluyendo un asalto anfibio simulado, dirigido a mostrar fuerza y coordinación en un entorno cada vez más peligroso.
Estas maniobras no son aisladas. Se enmarcan dentro de una estrategia más amplia impulsada por Estados Unidos y sus aliados para defender la libertad de navegación y sobrevuelo en una zona donde China reclama más del 90% del territorio marítimo —una postura rechazada por la Corte Permanente de Arbitraje en 2016.
Filipinas no se doblega: "No retrocederemos"
La respuesta de Manila ha sido contundente. El Contralmirante Roy Trinidad, portavoz de la Marina filipina, declaró que el país tiene un plan de contingencia "en caso de que esto escale", y aseguró que el presidente ha ordenado no ceder "ante ninguna amenaza contra nuestra soberanía".
Uno de los eventos que marcó la gravedad de la situación fue la llegada de una embarcación china a solo 50 metros del BRP Sierra Madre. En respuesta, dos lanchas cargadas con soldados filipinos fueron desplegadas para bloquear el avance. Además, China llegó a desplegar una red en la entrada del bajío e hizo ensayos con cañones de agua con claros fines intimidatorios.
Escalada tecnológica y confrontación directa
Los reportes también indican que embarcaciones chinas han sido equipadas recientemente con armas montadas, incluyendo ametralladoras pesadas, mientras drones y helicópteros patrullan el área. Este tipo de despliegue militar adicional eleva el nivel de confrontación a escenarios no vistos desde la Guerra Fría.
Una acción especialmente preocupante fue la colisión accidental entre dos buques chinos cerca del Scarborough Shoal, mientras intentaban interceptar un barco de la guardia costera filipina. Hasta la fecha, Beijing no ha emitido declaraciones públicas sobre este incidente, aumentando el halo de incertidumbre.
Australia emerge como actor clave en Asia
La presencia del Ministro de Defensa de Australia, Richard Marles, en Manila durante estos ejercicios consagra la nueva política de Canberra: proteger su acceso estratégico al Indo-Pacífico y asistir a sus socios frente a las presiones chinas.
Australia ha desplegado en estos ejercicios una fragata con misiles guiados, cazas F/A-18, aviones de transporte y unidades de fuerzas especiales. El mensaje es claro: Australia no permitirá que el equilibrio regional se incline completamente hacia Beijing.
¿Riesgo de un conflicto armado?
La pregunta sobrevuela los análisis militares: ¿estamos a las puertas de una confrontación bélica en el Mar de China Meridional? Si bien la diplomacia sigue desempeñando su papel, los "casi accidentes militares" recientes entre buques y aviones de China, Estados Unidos y sus aliados aumentan el riesgo de un cálculo erróneo fatídico.
El Mar de China Meridional mueve anualmente 5,3 billones de dólares en comercio marítimo, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Un eventual conflicto aquí tendría repercusiones globales, especialmente en mercados energéticos, cadenas de suministro y comercio internacional.
¿Cuál es el papel de Estados Unidos?
Washington, que mantiene un tratado de defensa mutua con Filipinas desde 1951, ha reforzado su presencia en la región, incluyendo nuevas bases militares en territorio filipino autorizadas este mismo año. Aunque no ha intervenido directamente en las últimas tensiones en Second Thomas, monitorea constantemente los movimientos desde el aire y el mar.
Un funcionario de seguridad filipino reveló —bajo condición de anonimato— que Estados Unidos vigila con drones y vigilancia aérea estratégica el arrecife en disputa. La sola mención de esta vigilancia actúa como una advertencia disuasiva para Pekín.
China, entre la diplomacia y el músculo naval
China mantiene su discurso de que estos ejercicios militares son una provocación de Occidente y reitera su soberanía sobre las zonas reclamadas. Igualmente, denuncia como injerencia las visitas de altos mandos militares extranjeros a la región.
Sin embargo, el aumento en la sofisticación del armamento de sus guardacostas y la usanza de estrategias de "zona gris" —ni guerra, ni paz— muestran una intención clara: alterar el statu quo progresivamente sin desatar una guerra abierta.
La historia se repite: conflicto por atolones
No es la primera vez que atolones o bancos de arena provocan conflictos diplomáticos o bélicos. El Golfo de Tonkín en 1964, que derivó en la guerra de Vietnam, o las disputas entre Japón y China por las islas Senkaku/Diaoyu dan cuenta de cómo puntos geográficamente pequeños pueden tener implicaciones geopolíticas descomunales.
Lo que ocurre ahora en el Second Thomas Shoal revive este patrón: un punto minúsculo en el océano como el epicentro de un potencial sismo diplomático de proporciones globales.
¿Se puede evitar lo inevitable?
En medio de esta atmósfera tensa, hay motivos para mantener viva cierta esperanza. Los vínculos bilaterales entre los países de la ASEAN, el diálogo abierto en foros como el Diálogo de Shangri-La y los mecanismos diplomáticos aún operativos podrían actuar como amortiguadores.
Pero la realidad es que, a medida que los nacionalismos se endurecen y las fuerzas armadas se modernizan más rápidamente que los pactos diplomáticos, el riesgo de una chispa detonando una crisis sigue latente.
¿Qué sigue?
Por ahora, el mundo observa. Las maniobras han servido para reforzar alianzas, calibrar capacidades defensivas y sobre todo, enviar un mensaje: la región no es propiedad exclusiva de un solo actor.
El Mar de China Meridional se convierte, así, en el nuevo teatro de una obra donde cada maniobra, cada gesto y cada declaración puede redibujar el orden del Indo-Pacífico por generaciones.