Del ganchillo a las pasarelas: el auge mundial del encaje artesanal de Koniaków

Las mujeres de un pequeño pueblo polaco conquistan la moda internacional con creaciones únicas hechas a mano

Una tradición centenaria convertida en arte moderno

Enclavado en las Montañas Beskides del sur de Polonia, cerca de la frontera con Eslovaquia, se encuentra el pequeño pueblo de Koniaków, hogar de una tradición artesanal que ha perdurado durante generaciones: el encaje de hilo de algodón hecho a mano, conocido localmente como “hekla”. Esta técnica, heredada de madres a hijas durante más de un siglo, ha evolucionado hasta posicionar a este remoto rincón como un epicentro del diseño textil contemporáneo y del lujo artesanal.

Hoy, aproximadamente 700 mujeres se dedican al arte del encaje en Koniaków, transformando una tradición rural en una industria creativa floreciente y altamente valorada por diseñadores de moda internacional.

De bonetes tradicionales a lencería de alta costura

En sus inicios, el encaje de Koniaków tenía una función simbólica y decorativa, adornando los bonetes que usaban las mujeres casadas de la región. Las tiras de encaje se unían alrededor de la cabeza, como signo de estatus y tradición.

“Era un elemento decorativo. Cuando una mujer se casaba, tenía el suyo propio”, explica Wiesława Juroszek, una artesana que lleva más de 50 años haciendo encaje. “Después empezaron a hacer las piezas redondas como decoraciones para mesas, y las mujeres comenzaron a venderlos, como una forma de ganar dinero”.

Lo que comenzó como una manera de equilibrar ingresos familiares tomó nuevas dimensiones a mediados del siglo XX, hasta convertirse en una forma de arte funcional, sexy y moderna. Hoy, las creaciones de Koniaków no solo embellecen hogares, sino que también visten cuerpos, luciendo en pasarelas alrededor del mundo.

Alta costura desde las montañas

Cada pieza de encaje Koniaków es única. No se utilizan moldes ni patrones preestablecidos. Se tejen directamente desde la imaginación de las artesanas, inspiradas por los bosques, flores y estrellas que rodean su entorno montañoso.

“Creamos composiciones propias de hilos finos, flores y formas abstractas. No seguimos plantillas. Por eso, las casas de moda quieren trabajar con nosotras: cada pieza es irrepetible”, señala Lucyna Ligocka-Kohut, presidenta de la Fundación Encaje de Koniaków.

Esta autenticidad ha captado la atención de marcas de peso como Christian Dior, Dolce & Gabbana, Magda Butrym, Comme des Garçons y Rei Kawakubo. Las piezas de encaje de Koniaków han desfilado ya dos veces por la Semana de la Moda de París, uno de los escaparates más importantes del mundo para la alta costura.

Precios que valoran el tiempo y la dedicación

Contrario a la creencia de que las artesanías tradicionales están perdiendo valor frente a la industria mecanizada, el encaje de Koniaków se eleva como un ejemplo de que la manualidad minuciosa aún se aprecia –y se paga– bien.

  • Una blusa sencilla puede tardar semanas en confeccionarse y se vende por entre 3,000 y 4,000 zlotys (unos $750 a $1000 USD).
  • Los vestidos de novia alcanzan fácilmente decenas de miles de zlotys, dependiendo de la complejidad del diseño.
  • La lencería tejida a mano –tangas, bralettes, sostenes y conjuntos completos– ha capturado la imaginación de consumidores globales, especialmente en colores más osados como el rojo escarlata, negro azabache y verde esmeralda.

“Ya tengo una blusa de encaje, un brasier, un conjunto con pantis y me encanta”, dice Ewa Lesiewicz, una clienta fiel de 63 años. “También quiero un conjunto así: blusa y falda”.

Un relevo generacional con visión global

Algo notable sobre esta comunidad es la forma en que ha sabido transmitir el conocimiento entre generaciones. Niñas desde los 6 años aprenden el arte del encaje observando a sus madres y abuelas. Y hoy, ese conocimiento no solo se conserva, sino que se moderniza y se impulsa a través de las redes sociales, el comercio electrónico y la colaboración con diseñadores de renombre.

Incluso iniciativas como la Fundación Encaje de Koniaków capacitan a nuevas generaciones y gestionan colaboraciones internacionales, asegurando que este arte siga vigente.

Artesanía como resistencia cultural

En un mundo marcado por la estandarización masiva de productos y la velocidad de consumo, la historia del encaje de Koniaków actúa como un recordatorio poderoso sobre el valor intrínseco del trabajo hecho a mano. Estas piezas no solo son productos de moda: son expresiones de identidad, historia y dedicación.

Las mujeres de Koniaków trabajan con paciencia y pasión, que se teje, literalmente, hilo a hilo. La suya es una resistencia silenciosa pero efectiva frente al olvido de lo tradicional. Cada prenda que se vende promete no solo una estética única, sino también el respaldo de una historia de empoderamiento femenino, herencia cultural y creatividad sin límites.

Cuando el encaje se convierte en política cultural

En tiempos recientes, la República de Polonia ha comenzado a tomar nota del valor cultural y económico de estas tradiciones. Se han solicitado esfuerzos para que el encaje de Koniaków sea inscrito como Patrimonio Cultural Inmaterial a nivel nacional e incluso ante la UNESCO.

“Esta técnica representa el alma de nuestro pueblo. Merece ser reconocida como tesoro cultural por el mundo entero”, concluye Juroszek.

Mientras tanto, las mujeres de Koniaków siguen uniendo puntada tras puntada, tejiendo no solo encajes, sino también un nuevo capítulo de autonomía e innovación en el mundo de la moda. En un siglo donde lo tecnológico parece reinar, ellas demuestran que la belleza hecha por manos humanas aún tiene su sitio, y qué sitio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press