El Arte Perdido de los Jardines Monásticos Renace en Berlín

Martin Rötzel y su 'Monk Garden' traen de vuelta la medicina natural, la cocina ancestral y el conocimiento herbal de la Edad Media

En el corazón de Marienfelde, un tranquilo barrio al sur de Berlín, un pequeño paraíso verde está redefiniendo la relación con la naturaleza, la salud y la gastronomía. Se trata del Monk Garden, un jardín monástico moderno fundado por Martin Rötzel, un apasionado de las hierbas medicinales y defensor del saber ancestral perdido.

Un jardín con historia y vocación

Inspirado en los jardines monásticos de la Edad Media, el jardín de Rötzel no es simplemente una colección botánica; es una experiencia sensorial e intelectual. Desde 2022, este espacio cultiva entre 150 y 200 tipos de plantas, incluidos árboles, hojas y hierbas que raramente se encuentran en los supermercados alemanes.

Hierbas como hisopo, espinaca de Nueva Zelanda, acederilla de cuatro hojas y una variedad local de estragón crecen en perfectos jardines organizados en aproximadamente 2.000 metros cuadrados. Cada planta no solo aporta sabores únicos a la cocina, sino que también posee propiedades medicinales con siglos de historia.

De la enfermedad a la pasión

La historia de Rötzel con las plantas comenzó a los cuatro años. Durante una enfermedad hace más de una década, profundizó su conocimiento y comenzó a preparar infusiones propias que, según afirma, lo ayudaron a sanar.

En algún punto, este conocimiento se perdió”, comenta. “La industrialización de los alimentos lo hizo desaparecer”. Y no exagera: estudios recientes muestran que menos del 15% de los europeos pueden identificar correctamente más de cinco hierbas aromáticas sin etiquetar. En palabras del propio Rötzel: “Hoy en día, el 99% de las personas no sabe ni el nombre de una planta”.

Un laboratorio para la alta cocina

Además de brindar excursiones y talleres sobre herbolaria, el Monk Garden se ha convertido en un proveedor de primera calidad para restaurantes gourmet de Berlín, que buscan diferenciar sus platos a través de sabores salvajes y locales. Desde mentas exóticas hasta cilantro coreano, la oferta es vasta y sorprendente.

Los chefs berlineses afirman que el jardín es un “tesoro sensorial” que permite crear platos más diversos sin depender de la importación de ingredientes foráneos, lo cual también favorece la sostenibilidad ambiental.

Cenas con propósito entre arbustos

Otra de las propuestas extraordinarias del jardín son las cenas comunitarias entre los bancales. Una larga mesa, ubicada en el centro del huerto, invita a comensales a participar de una experiencia culinaria de cinco platos acompañados por cinco infusiones específicas preparadas con hierbas frescas.

Uno de los platos destacados en una cena reciente fue cangrejo de río con guisantes y albahaca, seguido por preparaciones con lavanda, menta marroquí y otras sorpresas florales. La comensal Britta Rosenthal expresó: “Quería descubrir lo que las hierbas pueden hacer. Me gustaría cocinar con algo más que sal y pimienta”.

Educación botánica, salud y memoria

El jardín no busca únicamente restaurar sabores. También tiene una misión pedagógica. Rötzel organiza paseos de recolección de hierbas silvestres en los bosques cercanos para enseñar a niños, adultos y ancianos a identificar especies naturales, extraer aceites, preparar cosmética propia y cultivar en casa.

Muchas personas, especialmente las generaciones mayores, tienen memorias de sabores que existieron pero desaparecieron. Yo disfruto cuando esa memoria se despierta”, afirma Rötzel.

Jardines monásticos: tradición milenaria

La tradición del jardín monástico se remonta al siglo IX con figuras como Hildegarda de Bingen, una monja benedictina que fue pionera en la herbolaria médica. Los monasterios medievales eran reservorios del conocimiento médico, botánico y culinario. Hildegarda documentó remedios naturales y propiedades de plantas que aún hoy se usan y redescubren, como el gálbano, la melisa y la angélica.

Estos jardines eran, además, el centro espiritual del monasterio. Se utilizaban como lugar de contemplación y oración, razón por la cual su restauración en el siglo XXI también conecta con una revalorización del slow living y la introspección en tiempos acelerados.

Un legado verde para nuevos tiempos

Monk Garden es más que una empresa o un jardín: es un manifiesto viviente contra el olvido. En una sociedad donde se ha delegado al supermercado el conocimiento de alimentos y hierbas, la propuesta de Rötzel es revolucionaria en su esencia.

Va más allá de lo orgánico”, dice. “Se trata de reeducar nuestros sentidos, reconectar con la tierra y empoderarnos con el saber”.

En tiempos de pandemias, crisis alimentarias y desconexión con lo natural, la sencillez de un paseo entre menta silvestre y tila puede tener un impacto más profundo del que imaginamos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press