Gaza al límite: protestas, ofensiva y el grito desesperado de una población atrapada
Mientras Israel amplía su intervención militar en Gaza, crecen las críticas internacionales, las voces de protesta dentro y fuera del país y una catástrofe humanitaria que ya ha cobrado más de 62,000 vidas palestinas.
Una nueva ofensiva militar se avecina en Gaza
El anuncio de una expansión de la operación militar israelí en Gaza City ha causado un revuelo tanto a nivel nacional como internacional. A pesar de la oposición interna en Israel y las fuertes condenas internacionales, el primer ministro Benjamin Netanyahu continúa con sus planes. La convocatoria de 60,000 reservistas y la extensión del servicio para otros 20,000 confirman una estrategia de escalada militar que ha despertado voces de alarma en organismos humanitarios de todo el mundo.
Según informan medios locales y distintas ONG, actualmente las fuerzas israelíes están operando en zonas como el barrio de Zeitoun y el campamento de refugiados de Jabaliya, preparando el terreno para una operación que podría comenzar en pocos días. El objetivo: reprimir los focos activos de la resistencia armada de Hamas.
Una Gaza arrasada: datos que estremecen
De acuerdo con el Ministerio de Salud palestino, gestionado por médicos en Gaza, la cifra de muertos en la franja desde el inicio de la ofensiva ha alcanzado los 62,192, con al menos 271 muertes por desnutrición y hambre, de las cuales 112 son niños. Asimismo, un estimado del 85% de la infraestructura urbana ha sido completamente destruida.
Incluso en los llamados "zonas seguras" como el centro de Deir al-Balah, 100 tiendas de campaña de personas desplazadas fueron arrasadas en un bombardeo reciente. Según testigos, se ofrecieron cinco minutos de aviso antes del ataque. “Esta es una zona para refugiados civiles, no hay milicianos aquí”, expresó Mohammad Kahlout, uno de los desplazados.
La tragedia humana y la protesta palestina
Las calles de Gaza fueron testigo de una protesta sin precedentes. Decenas de personas, principalmente mujeres y niños, se manifestaron con pancartas que rezaban: “Paren la guerra”, “Salven Gaza” y “No queremos migrar”. Entre los asistentes estaba Bisan Ghazal, desplazada del este de Gaza, quien declaró: “Veintidós meses… es suficiente. Basta de muerte, basta de destrucción”.
El director de la Red de ONG Palestinas, Amjad Al-Shawa, lo resumió así: “Hemos perdido más del 10% de nuestra población y casi toda nuestra herencia cultural. Gaza está al borde de desaparecer”.
Israel, dividida internamente por la operación
En Tel Aviv, mientras tanto, las manifestaciones también han estallado. Sin embargo, allí el motivo de las protestas no es solo la ofensiva en sí, sino su impacto en los 50 rehenes restantes que aún se encuentran en manos de Hamas.
Dalia Cusnir, cuyo cuñado sigue retenido por Hamas, acusó al gobierno de prolongar los sufrimientos de las familias al no cerrar un acuerdo: “Cuarenta y dos rehenes fueron asesinados en cautiverio por las presiones militares y los retrasos en negociar”.
Bar Goddard, hija de uno de los cadáveres que aún están siendo retenidos, lo expresó de forma más contundente: “Basta de sacrificar rehenes, soldados, evacuados y a toda una generación”.
Condena internacional y llamados al alto el fuego
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar. Desde Tokio, donde participaba en la 9ª Conferencia Internacional sobre el Desarrollo Africano, el Secretario General de la ONU, António Guterres, reiteró su llamado a un alto el fuego inmediato:
“Es vital alcanzar un cese al fuego en Gaza sin condiciones y lograr la liberación de todos los rehenes. Una operación militar en Gaza City causará una catástrofe humanitaria de proporciones épicas”.
Más de 20 organizaciones internacionales de derechos humanos han firmado cartas pidiendo un embargo de armas a Israel y una investigación sobre los posibles crímenes de guerra cometidos en la franja.
Hamas, entre ataques y negociación
A pesar de que Israel ha eliminado a gran parte del liderazgo de Hamas, según autoridades israelíes, el grupo continúa con ataques intermitentes, incluyendo el lanzamiento de cohetes hacia Israel. Hamas ha dejado claro que los rehenes sólo serán liberados bajo condición de un alto el fuego permanente y una retirada israelí de Gaza.
¿A dónde puede ir la población de Gaza?
Una de las cuestiones humanitarias más urgentes es el continuo desplazamiento forzado de civiles. Desde octubre de 2023, se estima que más del 70% de la población ha sido desplazada interna o externamente. A muchos se les indica que deben trasladarse a zonas "seguras", pero estas también son bombardeadas regularmente.
En una región densamente poblada y bajo bloqueo, la estrategia de evacuación se ha convertido en una trampa mortal. Desplazados que se instalaron en escuelas gestionadas por la ONU o en hospitales han muerto durante bombardeos.
El silencio de muchos gobiernos y la presión civil
A pesar de las crecientes cifras de muertes y de las denuncias de violaciones al derecho internacional humanitario, muchos gobiernos occidentales han mantenido un respaldo tácito a Israel. No obstante, las presiones internas crecen: diputados, asociaciones civiles y sindicatos están exigiendo responsabilidades y el fin del suministro de armas.
Particularmente en EE.UU., donde destacados senadores como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez han pedido una revaluación del apoyo al gobierno de Netanyahu.
¿Hacia dónde va la guerra?
El ciclo de violencia parece lejos de terminar. Israel no muestra señales de ceder ante la presión internacional, mientras que Hamas se rehúsa a soltar a los rehenes sin condiciones políticas. En el terreno, cientos de miles de personas continúan atrapadas entre el fuego cruzado, sin acceso suficiente a alimentos, medicina ni refugio.
La posibilidad de una guerra más amplia —que involucre a Irán, Hezbollah y otros actores regionales— acecha, alimentada por cada cadáver que aparece entre las ruinas de Gaza.
La situación exige no solo caridad o discursos diplomáticos, sino una reconfiguración completa de la narrativa internacional sobre el conflicto palestino-israelí. Ya no es simplemente una disputa territorial o ideológica: es una crisis humanitaria en pleno siglo XXI que activa alarmas morales en cada rincón del planeta.
Quizás ha llegado el momento de que el mundo reconozca que la pasividad también mata.