ICE y la nueva frontera del poder migratorio: ¿una fuerza federal demasiado grande para fallar?

Con miles de millones en presupuesto y un ambicioso plan de contratación, el entrenamiento de ICE en Georgia plantea preguntas sobre derechos, fuerza y el futuro de la inmigración en EE.UU.

Una inversión histórica para una misión controvertida

En un rincón húmedo de Georgia, bajo el sol abrasador del sur, se está incubando una de las mayores expansiones del aparato policial migratorio en la historia de Estados Unidos. El Centro Federal de Entrenamiento de las Fuerzas del Orden en Brunswick se ha convertido en el corazón operativo de los nuevos planes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), que planea contratar a 10,000 nuevos oficiales antes de que termine el año.

Con 76.5 mil millones de dólares de presupuesto recientemente aprobados por el Congreso, de los cuales cerca de 30 mil millones están destinados a personal, el objetivo es ambicioso: convertir a ICE en una fuerza aún más masiva con la que responder a la actual y futura política migratoria, bajo la mira de figuras como Donald Trump y su enfoque de “deportación masiva”.

¿Qué sucede en el campo de entrenamiento?

Desde arrastrar cuerpos simulados fuera del fuego cruzado hasta estudiar libros de leyes migratorias de más de 500 páginas, los nuevos reclutas tienen un entrenamiento intensivo de seis días por semana que abarca desde aspectos físicos, psicológicos y legales. Dean Wilson, a cargo del entrenamiento de armas de fuego, compara las simulaciones con una casa embrujada: "No sabes con qué te vas a encontrar".

Los horarios son exigentes: prácticas de tiro en un campo del tamaño de un estadio de fútbol americano, técnicas de manejo evasivo en pistas con condiciones cambiantes y sesiones sobre desescalamiento de conflictos. Todo orientado a preparar a un nuevo tipo de oficial migratorio: uno que, en teoría, combine habilidad táctica y juicio legal.

¿Recorte de entrenamiento o eficiencia en tiempos de urgencia?

El programa ha reducido el aprendizaje de español en cinco semanas, argumentando que el nivel de competencia alcanzado era mínimo y que ahora se apoyarán en tecnología de traducción en el campo. Caleb Vitello, director asistente de ICE a cargo del entrenamiento, defiende la decisión afirmando que el enfoque está en competencias cruciales y que el idioma puede ser subsidiado con herramientas digitales.

Sin embargo, esto genera preocupación. En un país con más de 41 millones de hispanohablantes y donde el trabajo de ICE se enfoca particularmente en comunidades migrantes latinoamericanas, renunciar al aprendizaje profundo del idioma plantea dudas sobre la eficacia y humanidad de los procedimientos.

Una historia que se repite: cuando el crecimiento compromete la ética

Los expertos en derechos civiles han señalado que una expansión tan rápida podría llevar a consecuencias similares a las observadas con la Patrulla Fronteriza durante su auge a principios de los 2000, cuando una flexibilización de estándares de reclutamiento resultó en un aumento alarmante de abusos de poder y mala conducta.

De hecho, según un informe del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional, los casos de mala conducta aumentaron en un 44% entre 2005 y 2012 en la Patrulla Fronteriza, justo después de un periodo de contrataciones masivas. ICE asegura que ese no será el caso esta vez, y Todd Lyons, director interino de la agencia, afirma: “No pienso reducir la calidad del entrenamiento”.

ICE en el tablero político: ¿instrumento de ley o brazo ideológico?

La expansión de ICE no es solo una inversión logística; también es un fuerte mensaje político. Mientras administraciones como la de Joe Biden priorizan estrategias de regularización y enfoque humanitario, propuestas como la “deportación masiva” vuelven a cobrar fuerza entre sectores conservadores.

Desde la fundación de ICE en 2003, tras la creación del Departamento de Seguridad Nacional en respuesta al 11S, la agencia ha tenido una evolución dramática. Ha pasado de ser una entidad administrativa a jugar un rol protagónico en redadas, deportaciones exprés y detención de inmigrantes. Hoy en día, algunos críticos la comparan con una policía migratoria con poderes amplísimos.

El precio humano del poder migratorio

Los defensores de los derechos de los inmigrantes han levantado la voz frente al aumento de recursos y poder para ICE. Piden controles rigurosos, mecanismos de rendición de cuentas y una perspectiva centrada en los derechos humanos.

“¿Qué significa tener 10,000 nuevos agentes que pueden determinadas quién merece vivir en este país y quién no?”, cuestiona Javier Méndez, abogado especializado en inmigración con sede en Nueva York. “Sin formación ética sólida y conocimiento cultural, ese poder puede derivar en tragedias humanas incalculables”.

El dilema constitucional: aprender la ley para aplicarla... ¿o para sortearla?

En las aulas del centro en Brunswick, los manuales sobre la Cuarta Enmienda de la Constitución de EE.UU., que prohíbe registros y confiscaciones irrazonables, comparten espacio con el texto extenso de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1952.

Se enfatiza el cumplimiento legal, la necesidad de causa probable y los límites del actuar federal. Aun así, los escépticos temen que en el campo, la sobredosis de presión para “cumplir cuotas” y ejecutar operativos termine atropellando los matices legales enseñados en la teoría.

Tácticas, cifras y tecnología como armas de frontera

  • Agentes actuales de ICE: ~6,500 oficiales de deportación
  • Objetivo de contratación 2024: +10,000 nuevos oficiales
  • Duración del entrenamiento básico: ~8 semanas
  • Presupuesto total nuevo: $76.5 mil millones
  • Presupuesto para contratación: $30 mil millones

La agencia también apuesta por soluciones tecnológicas. Ya recurren a herramientas de traducción automática para suplir el idioma, software de reconocimiento facial y coordinación con fuerzas locales usando inteligencia artificial para detectar “sospechosos de ser inmigrantes sin autorización”.

Esto abre la puerta a preocupaciones sobre vigilancia masiva y perfiles raciales.

¿Una fuerza demasiado grande para fallar?

El debate sobre ICE no es solamente migratorio, sino filosófico: ¿debe un país gastar más en detener que en integrar?, ¿se puede modernizar una fuerza policial sin volverse una amenaza para los derechos civiles?, ¿es posible asumir la seguridad fronteriza desde una ética humanista?

Al final, el entrenamiento en Georgia es solo una pieza de un rompecabezas mayor. La nación entera debe preguntarse si este nuevo ICE con miles de agentes adicionales protegerá más a su sociedad, o si dejará cicatrices difíciles de borrar en su tejido social y legal. Todo dependerá, quizá, no solo de cuánto aprenden los agentes nuevos... sino de cómo deciden aplicar lo aprendido.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press