Iluminar sin cegar: El US Open y la revolución silenciosa contra la contaminación lumínica
El torneo de tenis más icónico de EE. UU. lidera la transformación sostenible con iluminación amigable al cielo nocturno
Una cancha bajo las estrellas... ¿o no?
Cualquier fanático del tenis que haya visto un partido nocturno del US Open queda deslumbrado, no solo por los golpes de raqueta impecables, sino por un entorno perfectamente iluminado que permite admirar cada detalle. Sin embargo, detrás de esta claridad visual en el USTA Billie Jean King National Tennis Center hay algo más que tecnología de punta: hay una apuesta por el futuro del cielo nocturno.
El complejo de Flushing Meadows, sede del famoso torneo, se ha convertido en el único evento deportivo profesional certificado por DarkSky International, una organización dedicada a proteger el cielo estrellado contra la contaminación lumínica.
¿Qué es la contaminación lumínica y por qué importa?
En las grandes ciudades, mirar las estrellas se ha vuelto un lujo, no por culpa de la atmósfera, sino por culpa de las luces artificiales excesivas. Faroles, anuncios, edificios, estadios... todo brilla. Según la IAU (Unión Astronómica Internacional), el 80% de la población mundial vive bajo cielos iluminados artificialmente. Este fenómeno no solo impide disfrutar de la astronomía, sino que también afecta la salud humana, el comportamiento de los animales nocturnos e incluso las plantas.
“La luz artificial en la noche interfiere con los ritmos circadianos, altera la migración de aves, confunde a los insectos y puede incluso afectar la polinización”, apunta Travis Longcore, experto en contaminación lumínica urbana en la Universidad de UCLA.
De luces halógenas a LEDs con conciencia
En la última década, la Asociación de Tenis de los Estados Unidos (USTA) realizó una transformación clave: reemplazó los antiguos focos de halogenuros metálicos por luces LED dirigidas y blindadas. Esto no solo mejoró la calidad visual del juego para jugadores y espectadores (tanto en el estadio como en televisión), sino que redujo drásticamente el brillo dirigido al cielo.
“Este es un evento de impacto internacional. Debíamos minimizar el efecto ambiental sin perder lo espectacular del espectáculo”, dice Chuck Jettmar, director de proyectos de ingeniería del USTA.
Hoy en día, los 17 campos del torneo, incluyendo el Arthur Ashe Stadium y cinco canchas de práctica, están bajo certificación “cielo oscuro” desde 2023. Eso significa iluminación escudada, visores planos y control de intensidad. Durante el año, cuando las canchas se alquilan para uso público, la iluminación apenas alcanza un 25% de su capacidad.
El impacto más allá del tenis
Este movimiento hacia iluminación responsable se está replicando en parques, canchas de fútbol y estadios escolares en todo Estados Unidos y Canadá. DarkSky ha certificado más de 30 instalaciones deportivas desde 2019. Ejemplos como el Superstition Shadows Park en Arizona o la Université Sainte-Anne en Canadá demuestran que escuelas, comunidades y centros recreativos están adoptando esta tendencia con apoyo público y privado.
“La iluminación afecta a todos, desde nuestras especies nocturnas hasta los turistas. Es parte de cómo coexistimos con el ambiente”, comenta Rachelle LeBlanc de la Université Sainte-Anne.
¿Cuánto cuesta iluminar con conciencia?
Diseñar e instalar sistemas lumínicos amigables al cielo implica un 5%-10% más de inversión inicial, según James Brigagliano, responsable del programa deportivo de DarkSky. Sin embargo, a largo plazo, el ahorro energético y el bajo mantenimiento de los LED compensan el gasto inicial.
Muchos estadios actualizan su iluminación durante renovaciones programadas, colaborando con empresas especializadas como Musco Lighting, que instala iluminación en más de 3,000 sitios por año, desde patios ferroviarios hasta canchas de universidades de alto calibre.
Luces brillantes, estrellas opacas
Aún con luces escudadas, sigue habiendo algo de fuga luminosa. La propia DarkSky lo acepta como inevitable: “Incluso el mejor estadio con la mejor iluminación creará algo de contaminación lumínica”, dice Longcore.
No obstante, cada pequeño cambio ayuda. Manhattan y Queens seguirán brillando, pero el US Open demuestra que un evento global puede minimizar su huella lumínica.
Del espectáculo a la conciencia comunitaria
En Flushing Meadows, las luces no son solo para el show. Son parte de una estrategia global para equilibrar el deleite humano con el bienestar planetario. Los gritos del público, los sonidos de los grillos y los reflejos exactos de las jugadoras son posibles no por más luz, sino por mejor uso de ella.
“No se trata de apagar todo”, afirma el vocero de DarkSky, Drew Reagan. “Se trata de hacer lo correcto con sentido común y responsabilidad ambiental”.
Una inspiración desde la cima
El impacto del US Open se traduce más allá de lo técnico. La visibilidad mediática de un evento de esta magnitud convierte sus decisiones en referencias para otras instalaciones deportivas, entidades gubernamentales, escuelas y compañías.
En tiempos donde la sostenibilidad es un factor diferenciador, incluso en el deporte, esta apuesta por la noche puede marcar el ritmo de nuevas políticas ambientales.
Como dice el propio Longcore: “Mejorar desde donde estamos es lo que importa ahora. No hay que regresar a la oscuridad total, solo aprender a iluminar con respeto”.
3 pasos para reducir la contaminación lumínica en tu comunidad
- Instala luces dirigidas y escudadas: Usa lámparas que enfoquen la luz hacia el suelo, no hacia el cielo.
- Prefiere luces cálidas: Evita luces frías azuladas. Las bombillas inferiores a 3,000K son mejores.
- Apaga lo que no uses: Usa sensores de movimiento y temporizadores. La iluminación innecesaria gasta energía y contamina.
El US Open sigue brillando, pero ahora lo hace sin apagar las estrellas.